Guerra Colonial

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Los artículos de Pérez-Reverte en el diario Pueblo sobre el final del Sáhara Español

The Pérez-Reverte´s articles in Diario Pueblo about the final period of the Spanish Sahara

José Luis Rodríguez Jiménez

Universidad Rey Juan Carlos

Recibido: 30/11/2018; Aceptado: 28/12/2018

Resumen

El periodista Arturo Pérez-Reverte fue enviado especial del diario Pueblo a la colonia del Sahara occidental. Fue uno de los periodistas españoles que más atención prestó a la fase final del Sahara español, desde la colonia, y uno de los que entonces mostró un talante crítico ante la forma y la decisión del Gobierno de Arias-Juan Carlos I de entregar el territorio a Marruecos y Mauritania. Este trabajo aporta la cronología de los artículos, un análisis de contenidos e interpretaciones de la interrupción durante varios días de las crónicas y de la salida del periodista de la colonia una vez producida la entrada del ejército marroquí en la capital del Sahara.

Palabras clave

Pérez-Reverte, Sahara español, diario Pueblo, Ejército del Sahara, Frente Polisario, pueblo saharaui, descolonización de España en África.

Abstract

The journalist Arturo Pérez-Reverte was a special envoy of the newspaper Pueblo to the Western Sahara colony. He was one of the Spanish journalists who paid more attention to the final phase of the Spanish Sahara, from the colony, and one of those who then showed a critical attitude for the way and the decision of the Government of Arias-Juan Carlos I to deliver the territory to Morocco and Mauritania. This work provides the chronology of the articles, an analysis of contents and explanations of the interruption during several days of the chronicles and the departure of the journalist from the colony once the entry of the Moroccan army in the capital of Sahara.

Keywords

Pérez-Reverte, Spanish Sahara, Pueblo newspaper, Army of the Sahara, Polisario Front, Saharawi people, decolonization of Spain in Africa.

1. Los artículos de un periodista para un diario oficial franquista como fuente para el historiador

Pese a que en 1975 el Ministerio de Información y Turismo del régimen de Franco seguía ejerciendo las funciones propias para las que fue creado, la apertura en materia de censura se había consolidado desde la entrada en vigor de la Ley de Prensa e Imprenta (1966). Eso sí, solo para ciertos temas, mucho más para cuestiones de ámbito internacional y local, que para cuestiones de política interior. Además, algunos temas se veían afectados por la Ley Reguladora de Secretos Oficiales (1968). Ambas leyes, y obviamente el temor a los castigos previstos para sus infractores en las citadas normativas, afectaron al trabajo de los medios de comunicación españoles cuando trataron de la crisis final del Sahara español.

No obstante, los medios de comunicación, sobre todo los diarios de ámbito nacional y los canarios, proporcionaron información sobre varias de las cuestiones relacionadas con la decisión del Gobierno de Carlos Arias-Juan Carlos I, en plena crisis de sucesión en la jefatura del Estado, de ordenar la evacuación de los colonos y la retirada del Ejército del Sahara, negociar con Marruecos y Mauritania la cesión de la administración de este territorio y facilitar la ocupación del mismo por los ejércitos de esos dos Estados, en detrimento de los independentistas saharauis. Ningún medio de comunicación ofreció información concreta de la negociación entre España y Marruecos, ni de la de ambos Estados con Mauritania, ni de la definitiva entre los tres gobiernos, con la exclusión de los representantes del independentismo saharaui y Argelia. Tampoco de los contenidos de los acuerdos y de sus posibles consecuencias para España, políticas, económicas y en materia de seguridad. En cambio, sí aportaron abundantes datos de los debates en la Organización de Naciones Unidas sobre la cuestión del Sahara y de la labor de la diplomacia española en dicho organismo, aunque sin explicar que el equipo del embajador Jaime de Piniés trabajaba con unos objetivos distintos, y el porqué de esta circunstancia, a los del presidente Arias y la cúpula militar. También sobre la organización y vicisitudes de la Marcha Verde organizada por el rey Hassán II para terminar de forzar la posición española en las negociaciones, y sobre la evacuación de la colonia española del Sahara, pero en escasa medida acerca de cómo afectó esa evacuación, forzosa, a los afectados, que tuvieron que rehacer su vida en otro lugar. Asimismo, sobre el dispositivo militar español para el control de la Marcha Verde, aunque la información fue parcial, ya que el Gobierno proporcionó escasos datos y, además, desinformó. De otros temas relacionados, los periodistas informaron en mayor o menor medida, en función de sus capacidades profesionales y del posicionamiento de su empresa en la crisis del Sahara. Siendo este un tema en el que estamos trabajando, nuestro objetivo ahora es tratar el caso concreto de un periodista, considerando, obviamente, que es relevante su figura y su trabajo.

El periodista Arturo Pérez-Reverte trabajó en el diario Pueblo durante varios años (tardofranquismo, transición de la dictadura a la democracia, inicios de la consolidación de la democracia), durante los cuales se especializó en la información de conflictos militares. Pueblo era un diario oficial, parte del régimen franquista, el órgano de la Delegación Nacional de Sindicatos, después de ser uno de los medios de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda creada en los primeros años de la dictadura como una herramienta más destinada a legitimar el sistema político en un contexto de posguerra[1] . El control gubernamental se ejercía mediante la secretaría general de la Organización Sindical del diario, que mediante una comisión rectora tenía las funciones de aprobar los programas generales para la actuación específica del diario, tomar las iniciativas y adoptar los acuerdos necesarios, aprobar los presupuestos, realizar balances e inventarios, así como las memorias anuales que determinaban la continuidad o no de los periodistas.

Con 24 años, Pérez-Reverte fue enviado especial de Pueblo a la colonia española del Sahara occidental. Durante los meses de septiembre a diciembre de 1975 envió 46 crónicas por teléfono y fotografías por correo postal; fue entonces cuando las autoridades españolas tomaron la decisión de no descolonizar el Sahara occidental y, por el contrario, entregar la administración del territorio a Marruecos y Mauritania, a la vez que permitían la invasión del territorio por los ejércitos de esos Estados, para así debilitar una posible acción defensiva por parte del Frente Polisario. Aunque el régimen de Franco mantenía la censura a los medios de comunicación, el trabajo de algunos periodistas es una fuente para conocer cuándo, por qué y, sobre todo, la forma en que se produjo el definitivo cambio de posición del gobierno de Arias-Juan Carlos I respecto a la colonia.

Hemos seleccionado la figura de Pérez-Reverte atendiendo a la importancia cuantitativa y cualitativa de sus artículos sobre el Sahara. El número de artículos es elevado, con periodicidad casi diaria, y contenido extenso, durante octubre y comienzos de noviembre, cuando se produjo el giro definitivo en el cambio de posición del gobierno español respecto a la crisis del Sahara. En términos cualitativos, cabe destacar la abundante información que sus artículos aportan sobre el Frente Polisario, con una mirada benigna, y las conversaciones entre el Frente Polisario y el Gobierno General del Sahara, algo inusual en los medios de comunicación nacionales de entonces, y creemos que también en la prensa y radio de ámbito local, con excepciones claro está (destaca la atención de los medios canarios) y, también, sobre la ocupación de El Aaiún, capital de la colonia, por el ejército español, para neutralizar cualquier movimiento del Frente Polisario, de resistencia a España o a Marruecos. Otra cuestión de mucho interés es la presencia en el conjunto de sus artículos, mínima presencia, del estado de decepción y resignación con el que al menos una parte de los militares y los colonos españoles vivieron la huida de España del Sahara occidental y la ironía con la que transmitió las palabras del capitán general de Canarias respecto al dispositivo militar español para supuestamente controlar, que no neutralizar, los dispositivos marroquíes (civil y militar) para la invasión del Sahara occidental. Entendemos además que el conocimiento de esta faceta del trabajo de Pérez-Reverte ayudará conocer mejor la obra de uno de los principales reporteros de guerra españoles y, tras su paso a la novela, de uno de los autores de mayor éxito literario en la actualidad.

Como se ha dicho, Pérez-Reverte, nacido en Cartagena en 1951, trabajaba para el diario Pueblo cuando llegó al Sahara español, tras haber cubierto como reportero las guerras de Chipre, Líbano y Eritrea. Después de su salida de Televisión Española, donde trabajó varios años, tras el cierre de Pueblo, se dedicó a la literatura, con especial atención a la novela histórica. En sus novelas no ha tratado el tema del Sahara español, sí, en cambio, la guerra de Bosnia-Hercegovina, donde fue reportero de guerra, en Territorio comanche (Ollero&Ramos Editores, 1994; Alfaguara, 2001). En sus artículos publicados años después en el suplemento semanal de ABC-Grupo Vocento, XL Semanal, el Sahara aparece muy poco, conclusión a la que llegamos tras examinar las recopilaciones contenidas en Patente de corso (1993 a 1998, Alfaguara, 1998), Con ánimo de ofender (1998 a 2001, Alfaguara, 2001) y las siguientes. Entre los artículos centrados en la cuestión del Sahara español publicados en XL Semanal figuran «Hace treinta años, El Aaiún» (18-12-2005), «Una foto en la frontera» (13 de enero de 2008), «El soldadito de El Aaiún» (7-12-2010), y «El viejo soldado» (21-11-2011). Tal vez, el último que trata el tema sea el publicado el 27 de abril de 2015, «40 años desde el Sahara». Justo después de que el autor de estas líneas le escribiera a la Real Academia Española para solicitarle una entrevista sobre esta cuestión; me respondió su agente literario, para decirme que no era posible, dada la agenda de trabajo del escritor. En ese artículo rememoraba sus vivencias allí, al cumplirse cuarenta años de los hechos:

«Aterricé en El Aaiún con veintitrés años -ahora hace cuarenta-, y permanecí allí nueve meses que cambiaron mi vida. El joven reportero que sólo llevaba en la mochila un par de guerras en plan pardillo, sur del Líbano y Chipre, se forjó allí en la disciplina de la crónica diaria, la brega local, la censura, las autoridades militares. Fue una aventura fascinante. En el Sáhara me hice de verdad periodista, y allí, testigo de la agonía de aquel pintoresco mundo africano y colonial, fui amigo de muchos de sus protagonistas, legionarios, paracaidistas, soldados de Nómadas o de la Territorial, y compartí con ellos patrullas, sobresaltos, episodios que nunca conté -aquellas incursiones clandestinas en Marruecos-, y también borracheras en el antro de Pepe el Bolígrafo y confidencias en compañía de una botella, un cartón de cigarrillos y alguna chica guapa -Silvia, la Franchute- de las que venían de la Península para animar el cabaret Oasis». 

Utilizamos varios de sus artículos en Pueblo al tratar del final del Sahara español en un trabajo anterior[2] . Nuestro objetivo ahora es establecer un estado de la cuestión de las crónicas de Pérez-Reverte para Pueblo acerca de lo que estaba sucediendo en el Sahara español. Este trabajo aporta la cronología de los artículos, un análisis de contenidos y explicaciones de la interrupción durante varios días de las crónicas y la salida del periodista de la colonia española una vez producida la entrada del ejército marroquí, atendiendo al contexto de censura propia de la dictadura española y los intereses tanto del gobierno de Arias-Juan Carlos durante e inmediatamente después de la muerte de Franco como del gobierno comandado por el rey Hassán II.

2. Cronología de los artículos

Los artículos de Pérez-Reverte sobre la salida de España del Sahara occidental aparecidos en Pueblo suman 46. Son los siguientes:

Septiembre de 1975

—Día 10, p. 9 «Con la liberación de los militares españoles. Desaparece un obstáculo (para el diálogo y la cooperación España-F. Polisario)».

—Día 15, p. 12 «Sahara. El Frente Polisario inició su congreso. Preparan la negociación».

Octubre

—Día 1, p. 15, «Sahara. Esperando el pronunciamiento de los organismos internacionales. Total serenidad y vida normal. El industrial canario, Antonio Martín, confía en ser puesto pronto en libertad».

—Día 2, p. 13, «La oposición marroquí, impaciente. O Marruecos con Sahara o Marruecos sin Hassan».

—Día 3, p. 22, «Sahara. A pesar de los preparativos de las tropas fronterizas marroquíes no hay indicios de ataque inminente».

—Día 4, p. 9, «Duro golpe para Marruecos. La posible admisión, como peticionario, del Frente Polisario en la Asamblea General de las Naciones Unidas».

—Día 6, p. 11, «Tranquilo fin de semana. La población saharaui se dedica a sus deberes religiosos».

—Día 7, p. 18, «Maniobra de distracción (el traslado a la frontera del Este de algunas unidades marroquíes y los refuerzos argelinos en Tinduf».

—Día 8, p. 8, «El Aaiún. El movimiento de tropas marroquíes y los refuerzos argelinos en Tinduf. Situación crítica y confusa».

—Día 9, p. 22, «El Polisario, representante legal. Declaraciones de dirigentes del Frente tras su entrevista con el gobernador general».

—Día 10, p. 8, «Sahara. El Frente Polisario y el P.U.N.S no se ponen de acuerdo».

—Día 11, p. 8, «La Legión honra al general Mariñas».

—Día 14, p. 18, «Sahara. Lulei, secretario general del F. Polisario desea nueva etapa de cooperación con España».

—Día 15, p. 18, «Con la mirada en la ONU y el TIJ Situación de espera. El retraso en la liberación de los prisioneros enfría las elaciones España-F. Polisario».

—Día 16, p. 8, «Nueva patrulla marroquí liberada».

—Día 17, p. 11, «El P.U.N.S. acusa a su ex secretario general: «Rachid traiciona al Sahara».

—Día 18, p. 22, «Ayer, en Marruecos jornada de fiesta nacional. Hassán ha logrado convencer a su pueblo que el dictamen de La Haya les ha sido favorable. La marcha, a través de cien kilómetros de desierto, es prácticamente imposible».

—Día 20, p. 9, «En misión de vigilancia fronteriza un muerto y cuatro heridos. La patrulla penetró en una zona minada por elementos marroquíes».

—Día 21, p. 7, «Los saharauis, pendientes de Marruecos y el Consejo de Seguridad. No confían en las resoluciones de la ONU».

—Día 22, p. 8, «El industrial canario y el soldado médico liberados».

—Día 23, p. 9, «Tres posturas ante la marcha verde».

—Día 24, p. 9, «Ha comenzado la evacuación».

—Día 25, p. 8, «Los expertos creen que se retrasará más todavía. La caravana va para largo».

—Día 27, p. 9, «Antes que someternos empuñaremos las armas».

—Día 28, p. 9, «Liberados cinco militantes del Frente Polisario».

—Día 29, p. 20, «Toque de queda en el Sahara».

—Día 30, p. 10, «Evacuación forzosa en la primera quincena del mes próximo».

—Día 31, p. 9, «Serenidad en la población española».

Noviembre

—Día 3, p. 5, «Juan Carlos, en el Sahara».

—Día 3, p. 5, «Hoy, primera fase de la evacuación».

—Día 4, p. 13, «Que cesen las medidas de seguridad. Petición saharaui a las autoridades españolas».

—Día 5, p. 8, «Tanques y aviones españoles, desplegados ante la marcha. Resultó ser una alarma prematura».

—Día 6, p. 5, «La marcha terminará en la frontera. Dice el gobernador general del territorio».

—Día 7, p. 4, «Ni un solo tiro. La marcha verde inició la invasión».

—Día 8, p. 6, «Última orden: que no llegue a El Aaiún».

—Día 10, p. 4, «Después del anuncio de la retirada de El Aaiún disminuye la tensión».

—Día 11, p. 6, «Comenzó el repliegue (de la marcha verde)».

—Día 12, p. 6, «Continúa la penetración marroquí (en las zonas no controladas por España».

—Día 28, pp. 22-23, «La guerra secreta del Sahara».

Diciembre

—Día 11, p. 20, «La presencia española se extingue».

—Día 13, p. 22, «No hubo combates en Smara».

—Día 15, p. 20, «Disciplina y prudencia».

—Día 18, p. 20, «Temores marroquíes».

—Día 19, p. 24, «Encarnizados combates».

—Día 20, p. 15, »Se arrió la bandera (en El Aaiún)».

—Día 22, p. 22, «No existe el Polisario (afirma el coronel Dlimi)».

3. Análisis de la cronología

De las 46 crónicas, dos aparecieron en septiembre, veintiséis en octubre, once en noviembre y siete en diciembre. Por lo tanto, el mayor número corresponde a octubre, cuando hay crónicas casi todos los días; debe tenerse en cuenta que, por el descanso dominical de los periodistas, entonces los lunes solo se publicaba la Hoja del Lunes. Desde su primera crónica de octubre, Pérez-Reverte figura como enviado especial de Pueblo («Por teléfono de nuestro enviado especial»), y en ocasiones las fotografías que ilustran los textos llevan su firma, como las «Imágenes del Sahara» publicadas en la página 28 de la edición del 23 de octubre. Es de destacar que sus crónicas se interrumpieron a mediados de noviembre: desde la publicada el día 12, no apareció ninguna hasta el día 28, cuando lo hizo su reportaje, con texto y fotografías suyas, «La guerra secreta del Sahara. Guerrilleros polisarios se enfrentan a las tropas marroquíes infiltradas». Durante esos días ocupó su puesto de enviado especial a El Aaiún otro periodista, Diego Carcedo, cuyo enfoque de los acontecimientos es distinto. La mayor parte de las crónicas aparecieron en la sección de Nacional, algunas en Relaciones Exteriores, Informe Noticia, Sahara, desde el 6 de noviembre (son seis), y Extranjero, desde el 11 de diciembre (son siete). Como ya se ha dicho, Pérez-Reverte también aportó material fotográfico, el ya citado y «Tras la liberación de los últimos prisioneros. Imágenes del Sahara» (23 de octubre) y «El Ejército aclama a Don Juan Carlos» (3 de noviembre), pero una parte de las fotografías del Sahara fueron hechas por otros reporteros, como es el caso de Miguel de la Cuadra Salcedo.

De entre los diarios de ámbito nacional, Pueblo figuraba entre los menos influyentes. Además, acababa de tener una pérdida importante. Nos referimos al nombramiento, a comienzos de 1975, de su director, Emilio Romero, para el puesto de delegado nacional de Prensa y Radio del Movimiento, la cadena azul. Romero, a diferencia de su sustituto y de cualquier otro miembro del equipo directivo de Pueblo, sí estaba bien relacionado en medios periodísticos y políticos, y era hombre de cierta influencia, y de muchas aspiraciones. No obstante, en Pueblo se forjaron excelentes periodistas y comunicadores, varios de renombre en los años siguientes. Es el caso de Pérez-Reverte y de José María Carrascal, que hizo un ingente trabajo como corresponsal en Nueva York; merecería la pena un análisis de sus crónicas sobre la cuestión del Sahara en Naciones Unidas. Es también el caso de Diego Carcedo, que venía de desempeñar labores de corresponsal interino en Portugal. Por su parte, De la Cuadra Salcedo hizo varios trabajos para el diario. Añádanse, para la cuestión del Sahara, las crónicas de Javier Martínez Reverte (futuro autor de numerosos libros de viajes y de novelas, una ambientada en la colonia española de Ifni y en los campamentos para refugiados saharauis de Tindouf) desde La Haya, con motivo del dictamen del Tribunal Internacional, de Manuel Cruz, durante septiembre y octubre, y de Juan Pla, a partir del 9 de noviembre, desde Rabat, y el breve trabajo de Julia Navarro como enviada especial a Smara.

4. Análisis de contenidos

Entre los temas tratados, Pérez-Reverte aporta un relato del cambio de posición del Gobierno General del Sahara, siguiendo las instrucciones del Gobierno español, sobre la relación con el Frente Polisario. Después de que el ministro e Información y Turismo hubiese negado la existencia de conversaciones con el Frente Polisario, el periodista escribió que la organización independentista deseaba abrir negociaciones con España. A partir de información oficiosa sobre contactos habidos en julio, el periodista escribió:

«Las perspectivas sobre un próximo entendimiento, incluso de negociaciones a nivel oficial, parecen cada vez más optimistas. Si se consiguen solventar los últimos escollos –militantes del Polisario prisioneros de España y posible legalización del Frente- las autoridades españolas podrían contar en el territorio con una fuerza política lo suficientemente representativa para proceder a la transmisión de poderes (…) Se espera pasar de los contactos informales a las negociaciones» (15 de septiembre).

Quince días después, el periodista mencionó «los contactos con las autoridades españolas» y la posibilidad de «futuras de negociaciones concretas» con los dirigentes independentistas (1 de octubre), y, más adelante señaló que «la legalización del Frente Polisario dentro del Sahara occidental puede considerarse ya un hecho» y que las negociaciones estaban en marcha, ya que dirigentes del Polisario, procedentes de Argelia, se encontraban en la capital del territorio, El Aaiún, y se habían entrevistado con el gobernador general, general Federico Gómez de Salazar para conseguir «el reconocimiento del Frente Polisario (FP) como representante legítimo y único del pueblo saharaui». También recogió declaraciones de líderes del FP, exclusivas para Pueblo, según las cuales el órgano de gobierno español para el Sahara habría reconocido al FP «como representante legítimo y único del pueblo saharaui», organización que buscaría en el camino a la independencia la asistencia técnica de España (9 de octubre). Pueblo llevó este contenido a su primera página el 14 de octubre: «Sahara. Lulei, secretario general del F. Polisario, desea: Cooperar con España». Al evento, en las proximidades del puesto fronterizo mauritano de Ain Ben Tili, asistieron varios periodistas españoles, entre estos Pérez-Reverte, quien viajó hasta allí con el equipo de TVE de Las Palmas y entrevistó a Lulei, cuyas palabras, favorables a un entendimiento con las autoridades españolas, volvió a recoger. Sin embargo, el artículo del 15 de octubre marcó el inicio de un cambio de tendencia: las relaciones entre el Gobierno General y el Frente Polisario quedaban suspendidas. Las causas:

«Ciertos malentendidos, centrados en torno al tema de las respectivas liberaciones de prisioneros. En El Aaiún se encuentran desde ayer los siete militantes del Frente, todavía bajo custodia española, que hace varios meses sabotearon la cinta transportadora de Fos Bu Cra (…) no los pondrán en libertad hasta que el soldado Sastre, el industrial canario Martín y el cadáver del soldado Ángel Moral sean devueltos por el Polisario».

El 24 de octubre recogió la desconfianza del FP respecto a las autoridades españolas: «la mayor parte de los sectores de población saharaui» se mostraría dispuesta a «impedir una invasión marroquí, sea pacífica o no» (algo que no afirmaban otros periodistas españoles), y confiaban en que «los españoles cumplan sus compromisos»; además, sus líderes políticos estarían ya preocupados por «los recientes contactos diplomáticos que está manteniendo el Gobierno español con representantes y autoridades marroquíes». No obstante, el 27 recogió la noticia «de que dos dirigentes de la rama militar del Polisario, Gali Uld Sidi Uld Mustafá y Mahafud Uld Larosi», habían celebrado una entrevista con el gobernador general del Sahara y de que habían conseguido que fuera autorizada una manifestación de su organización en la capital: «de cinco a seis mil personas constituían una multitud que agitaba un mar de banderas a lo largo de varias calles perfectamente encuadrados por sus responsables, quienes, a través de megáfonos, dictaban consignas que eran coreadas, una y otra vez, por la multitud».

Otros temas tratados fueron los siguientes:

—Los riesgos que para Hassán II tendría embarcarse en una presión sobre España con un resultado fallido, es decir, que no consiguiera hacerse con el territorio del Sahara: «viajeros procedentes de Marruecos aluden a ciertos carteles que aparecen junto a las carreteras cuyo texto es elocuente: “O Marruecos con Sahara o Marruecos sin Hassán”. El monarca naturalmente vacila en dar un paso que puede terminar costándole el trono» (2 de octubre).

—La tipología que tendría un ataque militar por parte de Marruecos, si buscaría apoderarse de una zona fronteriza, para después, habiendo ya rentabilizado ese paso en política interior, abrir negociaciones con el gobierno español, o bien un ataque destinado a apoderarse de la totalidad de la colonia española (3 de octubre).

—La labor diplomática del Tribunal de la Haya y de los respectivos embajadores y otro personal diplomático en Naciones Unidas, trabajo en reuniones oficiales y de pasillo, que acabaría beneficiando más a Marruecos que a España, sin que fuera favorable al gobierno de Rabat. Es de destacar que Carrascal, desde Nueva York, prestó mucha atención, como es lógico, a esta cuestión, mostrando que el problema se escapaba del marco legal, que el gobierno de Marruecos buscaba sembrar la confusión en Naciones Unidas, y que tenía apoyos esenciales para cumplir este objetivo, y que Marruecos lanzaría su envite a España en otro escenario («Con todos los argumentos en contra, Rabat “estrena táctica. Huir hacia adelante”», 17 de octubre, p. 44); unos días después, el 20, cuando el Gobierno permitió que los medios de comunicación informasen de «Franco, aquejado de una afección gripal», Carrascal escribió que Estados Unidos no puede «dejar caer a Hassán, porque eso significaría perder todo el Mogreb en manos del socialismo o del tercermundismo» («Reunión preventiva del Consejo de Seguridad. Hassán será advertido», p. 9).

—El desplazamiento de parte de los efectivos marroquíes desplegados en la frontera norte del Sahara en dirección este, con el propósito de amenazar y bloquear una acción del ejército argelino (día 7 de octubre), tema del que también informaba Carrascal desde Nueva York, a partir, supuestamente, de conversaciones con analistas militares de Naciones Unidas.

—El hostigamiento de la guerrilla del Frente Polisario al ejército marroquí en la zona fronteriza y a la organización guerrillera creada por Marruecos para que actuara a su favor, el Frente de Liberación y Unidad (8 de octubre).

En cambio, hay algunos temas importantes que no figuran en sus crónicas. Uno es la dimisión del secretario general del Gobierno General del Sahara, coronel Rodríguez de Viguri, del que sí se hizo eco Javier Martínez Reverte, enviado especial de Pueblo en La Haya, después de que el militar, con cargo político, expresase, en privado, su disgusto con la política española para la colonia y, en versión de la agencia PYRESA, pusiese el cargo a disposición de sus superiores. Que no tratase el tema tiene su lógica, pues el citado coronel no figuraba entre los militares gratos al periodista, según se deduce de la buena relación que sí tuvo con otros (Fernando López Huerta, el jefe de la Policía Territorial y otros oficiales de esta misma unidad), a los cuales cita, con admiración y cariño, en unos artículos publicados años después, y de los que sabemos que tuvieron una pésima relación con Rodríguez de Viguri. Tampoco se pronunció sobre qué debía hacer España para cumplir con su compromiso con el pueblo saharaui. Ni sobre quién debía detener a Marruecos. Si lo hizo Carrascal: quienes deben detener a los marroquíes son los saharauis, «ganándose a pulso su independencia», Argelia y la ONU, pues «sería absurdo que lo hiciera España, meterse en una guerra colonial por una colonia que va a abandonar»; la responsabilidad de España acabaría con las batallas diplomática y jurídica («Marruecos, el Sahara y España», 20 de octubre, p. 24).

Pérez-Reverte focalizó el contenido de varias crónicas en la evacuación de la población civil. Le dedicó las publicadas los días 23, 24, 30 y 31 de octubre y 4 de noviembre. En la crónica del 23 se dice que dos días antes había comenzado la evacuación civil, en una fase que el periodista califica de voluntaria, y que se iniciaba la que «en el territorio se interpreta, a nivel de opinión pública, de saharauis y españoles, como definitiva». Varios comercios habían cerrado y los europeos (así se denominaba a los españoles para diferenciarlos de los musulmanes que tenían carnet de identidad español) hacían cola en «las oficinas de Iberia desde horas muy tempranas, a fin de obtener un billete de avión, y la compañía aérea española ha anunciado un vuelo más en su programación a partir de hoy, ante la demanda de plazas, imposible de cubrir por los vuelos regulares». Volvió a tratar el tema al día siguiente. El nerviosismo desatado por el anuncio de la Marcha Verde estaría dando paso «a un clima de serenidad»:

«Aunque la Operación Espantada, nombre con el que se ha bautizado informalmente la evacuación total y forzosa del Sahara, no ha dado comienzo todavía, la salida de mujeres y niños se incrementa a medida que transcurren las horas. Muchos comerciantes están ya dando salida a sus existencias, que son transportadas por avión hasta las islas Canarias, y el aeropuerto de El Aaiún registra un movimiento desusado de personas que abandonan, definitivamente, al parecer, el territorio».

No faltaba una referencia a la salida de las prostitutas y al principal centro de vida nocturna de la capital saharaui, cargada de ironía:

«Es interesante aludir al éxodo hacia Canarias, que parece estarse produciendo entre las señoras y señoritas que durante mucho tiempo han constituido factor esencial en la vida nocturna de El Aaiún. Sin embargo –se comenta en la capital del Sahara- hasta que el cabaret local El Oasis no cierre sus puertas no podrá hablarse realmente de situación desesperada».

Regresó al tema el 30 de octubre, cuando estaba a punto de comenzar la evacuación forzosa del personal civil, no del Ejército el Sahara, de composición europea en su mayoría, pero con nativos en la Policía Territorial y la Agrupación de Tropas Nómadas, unidades de composición mixta:

«se iniciará dentro de los primeros días del mes próximo, aunque aún no se anuncia cuál será el Día D. La operación de regreso tardará un mínimo de un mes a partir de ese día, aunque se prevén dos. La evacuación, siempre según las fuentes citadas, se llevará a cabo en dos fases. En la primera saldrá del territorio todo aquello que no sea absolutamente necesario en lo que se refiere a empresas, mercancías, stocks de productos, bazares, librerías y el cincuenta por ciento de los restaurantes y bares. Asimismo, durante esta fase se evacuará a toda la mujer europea. Lo último que saldrá de aquí será el Ejército».

Y el viernes día 31, para exponer que la evacuación estaba muy avanzada:

«La evacuación es un hecho. Los equipajes se amontonan en la terminal de carga del aeropuerto de El Aaiún, la demanda de billetes de avión continúa al máximo, y los militares y civiles españoles están enviando fuera o han enviado ya a sus familias. También los hombres, los civiles, abandonan el Sahara seguros en su mayor parte de que no regresarán. La población civil española de Smara está casi evacuada en su totalidad. No se conoce todavía la fecha exacta de la evacuación general forzosa del territorio, pero ya sabemos que será dada a conocer en los próximos quince días. Los comercios cierran por docenas. El toque de queda acabó con la vida nocturna de El Aaiún. El cabaret Oasis cerró sus puertas el martes, ignorándose si las volverá a abrir. Quedan pocas señoritas o señoras de noche y tal».

El título de esta crónica, «Serenidad en la población española», ocultaba el contenido principal de la misma, que era el control militar de las ciudades por el ejército español, el desarme del personal nativo contratado para policía y ejército y el toque de queda. Pues fue ahora cuando el Gobierno General mostró con claridad la nueva y definitiva posición española: se iba a utilizar la fuerza militar, no para hacer frente a la amenaza marroquí, sino para controlar a los independentistas saharauis, lo que a su vez redundaría en beneficio del ejército marroquí. Pérez-Reverte ofreció información detallada de la actuación del ejército español para neutralizar cualquier movimiento de los independentistas contra los planes Madrid-Rabat. Si en la crónica correspondiente al 28 de octubre había escrito: «Con la inexistencia de prisioneros por una y otra parte, el último obstáculo material para la cooperación España-Polisario parece zanjado definitivamente», en la del 29 el signo era completamente distinto:

«Ayer, a las seis de la tarde, los soldados nativos integrados en las tropas españolas del Sahara fueron desarmados y licenciados por sus oficiales mientras el Sahara entero quedaba tomado militarmente. Media hora más tarde, el toque de queda era impuesto en el territorio, para evitar, según un portavoz oficial, actos terroristas.

Con las tropas acuarteladas, mientras un dispositivo de seguridad cierra todos los accesos y salidas de El Aaiún, a primeras horas de la tarde comienzan los españoles a tomar bajo control militar todos los puntos neurálgicos de la capital del Sahara.

A las 17 horas vehículos cargados de tropas, cañones sin retroceso, autoametralladoras y patrullas de soldados armados abandonaban los cuarteles e inundaban la ciudad.

A las 17,15, mientras la población europea observa estupefacta el extraordinario despliegue de tropas, una columna de La Legión, compuesta de 23 vehículos con ametralladoras, cañones sin retroceso y media docena de carros blindados ligeros suben hasta el barrio de Colominas y se colocan a lo largo de la carretera que conduce al aeropuerto y al mar.

En el barrio musulmán de Casas de Piedra, los saharauis forman desconcertados corros en las calles, discutiendo la situación con evidente nerviosismo.

El barrio de Corco acordonado. «Nos van a entregar a Marruecos», se oye gritar, mientras en las proximidades los vehículos militares españoles toman posiciones en los cruces de calles y en los descampados. A las 17,30, el barrio de Corco es acordonado por legionarios con autoametralladoras blindadas (…)

Ante el cuartel de la Policía Territorial, asistimos a la escena más penosa que ayer se produjo en el Sahara. Desarmados, desprovistos de sus cartucheras, con la cabeza baja y sin saber a dónde ir, los policías territoriales nativos salen por la puerta del que hasta ayer fue su acuartelamiento, tras serle requisadas sus armas y munición, licenciados tras el pago de una indemnización.

No quieren hablar con nosotros y, sin embargo, nos conocemos bien, habíamos patrullado juntos el desierto. Con la mirada perdida, se alejan sin responder a nuestras preguntas. Comienzan a comprender… uno de ellos se detiene a mi lado; es un cabo, ha luchado contra los polisarios en Tifariti, contra los marroquíes en Tah. Hace tres meses me regaló un anillo de plata, que conservo todavía. Hasta ayer éramos amigos. Durante unos segundos, me mira; después rechaza mi mano extendida y se va sin decir ni una palabra».

El día 30, el periodista expuso lo que estaba sucediendo, haciéndose eco de la versión oficiosa, según la cual la población saharaui podría volverse contra los españoles, pero sin asumirla:

«La opinión extendida entre la población europea es que un despliegue tan impresionante de fuerza militar podría obedecer quizá al temor de una oleada de violencia desencadenada por la población saharaui, que a estas alturas está convencida de que los contactos Madrid-Rabat han engendrado un acuerdo que quizá culmine con la entrega del territorio a Marruecos. Las mismas versiones especulan con la posibilidad de que los saharauis hasta el martes integrados en Tropas Nómadas y Policía Territorial, ganados por la corriente de opinión a la que aludimos, pudiesen desertar con armas y bagajes; para evitar lo cual, se dice, estas fuerzas habrían sido desarmadas y licenciadas con paga de tres meses, más la extraordinaria».

En la crónica del 31, Pérez-Reverte siguió centrando su atención, aunque había otros temas posibles, en la presencia del ejército en las calles de la capital:

«La capital del Sahara continúa tomada militarmente por las tropas españolas durante las venticuatro horas de cada día. En torno a la ciudad hay un anillo de seguridad que, aseguran medios competentes, controla el 100 por 100 de los accesos a El Aaiún. Los barrios musulmanes de Colominas y Casas de Piedra están cercados por alambradas, carros blindados, blindados ligeros, autoametralladoras y otros vehículos militares. Continúan los cacheos y las identificaciones entre los saharauis que circulan por las calles, extendiéndose también en algunos controles a la población civil española. Los soldados detienen a los vehículos conducidos por nativos registrando minuciosamente el interior. El paso a los barrios musulmanes está prohibido a los europeos, y los accesos se encuentran custodiados por legionarios en equipo de campaña».

Dejamos para el final, aunque el tema tuviera un desarrollo paralelo en el tiempo, el tratamiento de la Marcha Verde y la posible respuesta española. Pérez-Reverte escribió sobre su anuncio e hizo una valoración sobre la dificultad de la misma, pues un conjunto de obstáculos, entre los que destacaba el desierto, «podrían condenar tal expedición a un desastre sin precedentes, a una verdadera tragedia» (18 de octubre), opinión extendida en los medios españoles cuando Hassán II expresó en voz alta un plan que no pudo ser improvisado. A continuación, hizo una valoración de las posibles respuestas por parte de España. Por su parte, los medios de comunicación, siguiendo las instrucciones del Gobierno, o no solo del Gobierno de España, mostraron a los ciudadanos que ante la existencia de un problema grave pero exterior, en una coyuntura de extrema gravedad interna, España debía marcharse del Sahara. El día 22 de octubre, el mismo en que, para preparar el terreno, insertaba en su primera página dos noticias de enorme importancia, «Franco, crisis cardiaca» y «El viaje relámpago de Solís a Marruecos puerta abierta», Pueblo dedicó su editorial a la crisis del Sahara, «España en el Sahara», con una opinión favorable a la salida de España del territorio:

«No nos mueven más intereses que los de lógica defensa de los españoles allí residentes, tanto militares como civiles; ni debemos dejarnos llevar por un apresuramiento lesivo para nuestra seguridad, ni tenemos tampoco ningún empeño en seguir permaneciendo en el territorio a costa de sacrificios excesivos. Deseamos, únicamente, cumplir con dignidad nuestras responsabilidades. Pero solo las nuestras».

Esa debía ser la línea marcada por el Ministerio de Información y Turismo. Pueblo repitió el tema de su editorial el día 24, con el título «El problema del Sahara», para que no hubiera dudas. Afirmaba que lo único que debería ser motivo de preocupación era la seguridad de los españoles que permanecen en el territorio:

«Lo primero que hay que decir es que, para España, la cuestión del Sahara es una cuestión ya zanjada, que no está pendiente de ningún tipo de resolución o decisión externa. España ha de irse del Sahara. Lo único que ha de conservar es la garantía exigible para la seguridad de los españoles que todavía permanecen en el territorio (…) Nos atreveríamos a decir que la cuestión del Sahara no solo no vale la pena que por ella se vierta sangre española, sino que tampoco la vale que pudiera verterse sangre marroquí. El problema está a punto de ser resuelto a condición de que todos conservemos la calma (…) el Gobierno (que heredó el problema de equipos anteriores) se está comportando con equilibrio, ponderación y buen juicio. Ha negociado a los niveles convenientes y necesarios; ha puesto de su parte todo lo que era exigible. Ahora se trata, simplemente, de proceder a la evacuación del territorio en las condiciones de seguridad y garantía para nuestros soldados y demás ciudadanos residentes en el Sahara».

Como decíamos, esa debía ser la postura oficial, pues lo mismo escribió el enviado especial en Nueva York, Carrascal:

«la ONU, en el mejor de los casos, solo nos ofrecería un apoyo moral y débil. Estamos solos ante el peligro, y qué hacer ante ello: ¿disparar o marcharnos del Sahara? España tiene responsabilidades en el Sahara, pero esas responsabilidades tienen un límite. Si la ONU quiere que España cumpla hasta el final su deber de potencia administradora, primero tiene que detenernos ella esa marcha. Si no, ha llegado el momento de marcharnos del Sahara, no triunfal, pero tampoco ignominiosamente» («ONU. Solo apoyo moral», p. 1).

Por su parte, Pérez-Reverte tardó en dedicarle atención al tema. Fue escasa en su crónica del 23 de octubre, pese a que el título parecía indicar otra cosa. Fue en la del 5 de noviembre cuando informó de que, como hicieron otros periodistas, muy atentos a las negociaciones bilaterales que se estaban celebrando, y cuyo contenido se veían forzados a imaginar, que la Marcha cruzaría la frontera de la colonia española, pero como resultado de un pacto: «¿Se ha conseguido, por fin, un acuerdo Madrid-Rabat, que convierta la marcha verde, la invasión del Sahara, en una mera excursión simbólica por los 13 kilómetros de zona neutra que median entre las líneas españolas y la frontera?». Esa opinión fue ratificada en la crónica publicada el día 6, a partir de información proporcionada por el gobernador general a los periodistas:

«Anunció que en el día de hoy se esperaba el comienzo de la última etapa de la marcha verde sobre el Sahara. El general aseguró que la invasión marroquí “dará comienzo y terminará en la misma frontera”. Naturalmente, Gómez de Salazar hablaba en términos simbólicos; la marcha, según todos los indicios, penetrará, de llevarse a cabo, una decena de kilómetros al sur del paralelo 27´40 en el territorio del Sahara, aunque se espera que se detenga ante una segunda línea defensiva, la frontera militar, situada sobre los campos de minas».

Así pues, se había llegado «a una solución de compromiso, a un acuerdo mediante el cual las tropas españolas permitirán entrar unos kilómetros a los marroquíes, y éstos se contentarán con pasearse simbólicamente, sin pretender, por supuesto, llegar hasta El Aaiún», a 57 kilómetros de la frontera militar. Empero, en la crónica publicada el día 7, lo expresó con un lenguaje distinto, el que le iba a caracterizar en el futuro, no exento de sarcasmo, y mostrando desagrado hacia la permisividad concedida por el gobierno de Madrid a Hassán II:

«Marruecos ha invadido el Sahara. Ignoro si es una invasión controlada o no; si va a detenerse en algún punto determinado o si pretenderá continuar adelante. El hecho concreto es que la marcha verde ha cruzado la frontera y que los marroquíes están dentro del territorio, avanzando en la vertical de El Aaiún, hacia el sur (…) En vista de las circunstancias parece que es en este lugar, Aguil Tel-Li, donde el general gobernador del Sahara declaró hace unos días que los marroquíes no avanzarían ni un metro más debajo de la frontera militar. Ingenuamente, un buen número de enviados especiales, habíamos interpretado sus palabras creyendo que la frontera militar era la línea de minas número uno, la que se extiende a 13 kilómetros del paralelo 27´40. Pero parece que no es así, que los marroquíes, según los informes recibidos, poseen patente de corso para profundizar casi veintisiete kilómetros en el Sahara. La ventaja de tener una frontera militar en el territorio es que ofrece inmensas posibilidades de elasticidad».

Además, en la crónica publicada el 10 de noviembre Pérez-Reverte informó de que, aunque la Marcha Verde regresaba por donde había venido, una parte del Sahara español había sido ya ocupado, no por civiles, sino por efectivos militares tanto de Marruecos, en este caso con complicidad de las autoridades españolas, como del Frente Polisario:

«La marcha verde se retira, es cierto. Pero Marruecos ha establecido, junto a esta, una cabeza de puente de ocho kilómetros de profundidad, en la zona noroeste del territorio, en la que ha introducido efectivos militares. Según los observadores del Ejército español que siguieron el avance de la marcha, autoametralladoras y tropas marroquíes penetraron junto a los voluntarios civiles, estableciéndose en la cuña de ocho kilómetros. Hasta el momento de redactar esta crónica, el Sahara español tiene ocho kilómetros menos en la zona noroeste. Y ahora viene la pregunta. ¿La orden de retirada impartida por Hassán II, se hace también extensiva a las fuerzas militares que cruzaron la frontera por Tah? ¿Recuperará el Ejército español esos ocho kilómetros abandonados por necesidades tácticas, o permanecerá en la frontera militar a trece kilómetros de la frontera real del Sahara con Marruecos? En lo que respecta a la zona nordeste del territorio, la situación es mucho más complicada. Hace ya un par de semanas que, también por necesidades tácticas, el ejército español dejó los puestos fronterizos de Hausa, Echdeiría y Mahbes, en las fronteras nordeste del Sahara. También se replegó de Tifariti, en el este; de Guelta Zemmur, en el este también, y de la ciudad de La Guera, en el sur del territorio. La zona abandonada por los españoles se encuentra, en mayor o menor medida, controlada por el F. Polisario (…)

Y ahora entramos en el tema de mayor interés: el de la frontera nordeste del Sahara. En Hausa, Echdeiría y Mahbes, que ya hemos dicho que son zonas en las que hay una presencia militar del Frente Polisario, se ha estado registrando, paralelamente, a la entrada de la marcha verde por el noroeste, una penetración marroquí, esta vez de unidades militares, con vehículos blindados ligeros y tropas de las FAR. La marcha verde, nominalmente pacífica, ha estado sirviendo de cortina de humo a esta otra invasión militar, cuyo objetivo ha sido ocupar los puestos abandonados tácticamente por España».

El mismo tema, el de la Marcha Verde con banderas rojas y, a la vez, una Marcha militar, aparece en las dos crónicas siguientes, las publicadas los días 11 y 12 de noviembre. El día 11: «La preocupación en los medios militares del Sahara, sigue centrada en aquello que la cortina de humo producida por la marcha no llegó a ocultar del todo: la invasión marroquí en el sector nordeste, en la zona abandonada por las tropas españolas (…) Otras informaciones aluden a las intenciones marroquíes de tomar la ciudad de Smara». Posiblemente, esta información fue proporcionada al periodista por oficiales españoles. Y lo mismo cabe decir de los datos referentes a los combates habidos en la zona noreste de la colonia entre las FAR y el Frente Polisario. La crónica publicada el día 12 tenía un título no novedoso, pero sí muy descriptivo, «Continúa la penetración marroquí (en las zonas no controladas por España». A falta de información oficial, el rumor, la jabara, decía que las FAR continuaban su penetración en el noreste de la colonia y que merodeaban más al sur, en las proximidades de Tifariti, siendo hostigadas en su avance por guerrilleros del FP. En esa zona se estaría produciendo «una guerra secreta».

Después de esta crónica, Pueblo tardó varios días en publicar más trabajos de nuestro protagonista, lo cual fue una decisión autónoma o adoptada por presión gubernamental. Tal vez influyó en esa decisión el contenido de los artículos que acabamos de citar, más que algunas cuestiones de textos anteriores, por ejemplo, su consideración de que «no se puede disparar contra hombres y mujeres desarmados, pero tampoco se puede tolerar una invasión, aunque sea pacífica, del territorio que se defiende» (20 de octubre), la afirmación de que «aunque lo deseara, España no podría entregar a nadie un territorio del que es, por propia definición, potencia administradora» (25 de octubre), opiniones claramente disonantes respecto a su empresa y su gobierno, y la tímida referencia al descontento de una parte de los jefes y oficiales del Ejército del Sahara ante la política del Gobierno, algo que era motivo de preocupación para el general gobernador del Sahara, la Capitanía General de Canarias y el Gobierno de España: «Algunos militares manifiestan la tristeza que, personalmente, les ocasionaría una teórica entrega del territorio a Marruecos». Asimismo, en el traslado pudo influir la circunstancia de que algunos oficiales españoles, molestos con las órdenes del Gobierno, estuviesen filtrando a Pérez-Reverte, más que a otros periodistas, información considerada en medios oficiales como no deseada. Pero es posible que el motivo principal fuese el contenido de la parte final de la crónica publicada el día 11 de noviembre. El capitán general de Canarias, autoridad militar de la que dependía el sector del Sahara, había hablado a los periodistas sobre las medidas frente a la Marcha Verde y de la frontera militar que había sustituido a la territorial en el Sahara occidental, como resultado de la decisión del Alto Estado Mayor-Gobierno, cabe suponer que a consecuencia de la negociación con Marruecos. Pues bien, el periodista recogía las siguientes palabras del citado capital general: «Todo esto ha sido una entente entre países razonables para contribuir al mantenimiento de la paz». Hasta aquí, casi normal, si no entramos a valorar esas declaraciones desde el punto de vista del derecho internacional. Pero el periodista, atribuía las siguientes palabras al capitán general:

Para terminar, el capitán general de Canarias hizo el siguiente comentario sobre la marcha verde: «El desarrollo de esta situación ha demostrado que el problema se ha tratado entre países civilizados ¿Qué si es civilizado invadir un país? El Sahara ha sido invadido de forma civilizada».

Lo dicho. Inmediatamente después, Pérez-Reverte fue enviado por Pueblo a cubrir esa guerra secreta que se estaba produciendo en el noreste del que estaba dejando de ser Sahara español. Así lo expuso, en su crónica publicada el 17 de noviembre, la persona que le había sustituido en El Aaiún como enviado especial, Diego Carcedo. Este escribió que muchos se preguntaban acerca de lo que estaba ocurriendo «en los pueblos que quedan marginados por la frontera militar» y que, «en teoría, siguen siendo de soberanía española, pero en la práctica se han convertido en «tierra de nadie». Y añadía que, por eso mismo, «Pérez Reverte está empeñado en averiguar lo que pasa en el Noroeste» (equivocaba la localización), «esta es la razón de que estos días, ustedes, se vean privados de sus crónicas. Un poco de paciencia y el podrá contarnos». Lo cierto es que, en su edición del día 28 de noviembre, Pueblo incluyó un reportaje de dos páginas, con texto y fotografías de Pérez-Reverte, titulado «La guerra secreta del Sahara».

5. Epílogo

El 29 de noviembre de 1975 quien firmaba la crónica para Pueblo desde El Aaiún era otro periodista, Valentín González; lo seguirá haciendo durante los días siguientes, hasta la vuelta de Pérez-Reverte como cronista desde El Aaiún, puesto que ya solo desempeñará durante unos días de mediados de diciembre. Carcedo había pasado a desempeñar la labor de enviado especial a Argel.

En efecto, a Pérez-Reverte le quedaban pocos días de estancia en el Sahara occidental. Saldría de allí a causa del descontento hacia su trabajo de las autoridades españolas y marroquíes. Algo de esto, muy poco, insinuó entonces y algo, más bien poco, contaría muchos años después. En su última crónica, publicada el 22 de diciembre, «No existe el Polisario» (afirma el coronel Dlimi. Pero ayer, los guerrilleros atacaron Bu Craa), con el ejército marroquí establecido en El Aaiún, escribió: «Ésta es mi última crónica desde el Sáhara marroquí. Hace frío. Dentro de tres días será Navidad». Al día siguiente, Pueblo expuso que la ausencia de Pérez-Reverte del Sahara occidental sería temporal, pues se encontraba en la Península, con motivo de las fiestas de Navidad. Añadía que el corresponsal en Rabat, Juan Pla, pasaba a hacerse cargo interinamente del trabajo en El Aaiún. No era verdad. El plan era que Pla asumiese la corresponsalía sin carácter interino; Pla dedicó sus crónicas a las relaciones institucionales, sin referencias a la guerra y a la población saharaui.

Treinta años después, Pérez-Reverte evocó esa situación y esa última crónica desde El Aaiún con las siguientes palabras: «Me expulsan de aquí. Soy persona non grata. Ahora mi periódico me envía a Argel y al desierto, por el otro lado. Ésta es mi última crónica desde el Sahara marroquí. Hace frío. Dentro de tres días será Navidad» («Hace treinta años, El Aaiún», XL Semanal, 18-12-2005). Tres años después, en 2008, volvió a referirse al tema:

«Pronto supimos que el control de periodistas no era simple rutina. Por órdenes del Gobierno –a Franco le quedaban dos semanas de vida- se había montado aquel paripé (…) para justificar la entrega del Sahara a Marruecos. No querían testigos rondando cerca. Algunos lo hicimos, pese a todo, contándolo todo lo mejor que pudimos y nos dejaron» («Una foto en la frontera», XL Semanal, 13 de enero de 2008).

También lo hizo en 2010, al cumplirse treinta y cinco años de aquellos hechos, con el artículo «El soldadito de El Aaiún» (XL Semanal, 7-12-2010), una historia que habría ocurrido en diciembre de 1975 y que entonces «no me dejaron publicar»:
«No eran buenos tiempos ni para la libertad de prensa ni para otras libertades, pero uno se las apañaba allí lo mejor que podía. Aunque en esta ocasión no pude»[3] .

Finalmente, en 2015:

«En el Sáhara me hice de verdad periodista, y allí, testigo de la agonía de aquel pintoresco mundo africano y colonial (…) Cuarenta años, ya. Cuatro décadas de esa aventura y esa vergüenza. El Sáhara ya es marroquí sin remedio, y aquel sueño de arena no es más que una quimera de campamentos de refugiados, en la frontera perdida de ninguna parte (…)

Presencié su sacrificio, su valor, su calderoniana disciplina de hombres honrados, y también su amargura y su vergüenza, su desesperación, cuando sus jefes, los generales y los políticos que pasteleaban con Washington y con Rabat, ordenaron desarmar a las tropas nativas y entregar el territorio a Marruecos» (“40 años desde el Sahara”, XL Semanal, 27 de abril de 2015).

Pérez-Reverte no ha tratado el tema de la crisis final del Sahara en sus novelas y tardaría, como hemos expuesto, bastantes años en hacerlo en un suplemento semanal. Sí lo hicieron otros periodistas. Entre estos, Germán López Arias, del que cabe señalar que era redactor jefe de Pueblo, con el título Morir en el Sahara (1975), Juan Segura Palomares, autor de El Sahara, razón de una sinrazón (1976), y, recientemente, Pablo-Ignacio de Dalmases, a quien el general Gómez de Salazar y el coronel Rodríguez de Viguri pusieron al frente de Radio Sahara y de La realidad. Diario bilingüe de Sahara., quien lo ha hecho, entre otros trabajos, en dos libros: Huracán sobre el Sahara (2010) y Sahara español: El gran fraude. Los papeles del coronel Rodríguez de Viguri (2016).

www.guerracolonial.es

  1. Naseiro, Ana : El archivo del diario Pueblo. Un referente para la historia de la prensa en España durante el franquismo y la transición democrática. Madrid: Universidad Complutense, 2013, p. 13.

  2. Rodríguez Jiménez, José Luis, Agonía, traición, huida. El final del Sahara español, Barcelona, Crítica, 2015.

  3. De 2010 data el siguiente texto: «Lo fotografié. Lo conté. Me expulsaron en vísperas de Navidad por hacerlo. No me expulsaron los marroquíes, sino los españoles. El gobernador local. No querían testigos molestos», publicado en «Sahara occidental español. 1975. El testimonio de Arturo Pérez-Reverte», 16 de noviembre de 2010, blog de El Ángel de Olavide, tomado, se dice, de la página personal de Arturo Pérez-Reverte en twitter.