El nacionalismo como actor de las relaciones internacionales: evolución, trayectoria y manifestaciones pasadas y presentes
Coordinadores: Dr. Alfredo Crespo Alcázar (Antonio de Nebrija y Universidad Internacional de Valencia)
Dra. Teresa Sánchez González (UNIR)
Con el presente monográfico, hemos pretendido abordar desde una perspectiva académica, uno de los conceptos más complejos y conflictivos que hallamos en el panorama de las relaciones internacionales: el nacionalismo. Conocer el fenómeno nacionalista ha constituido una cuestión capital a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI. Como resultado, podemos afirmar que estamos ante un objeto de estudio polisémico, sobre el que no existe consenso a la hora de ofrecer una definición canónica.
En efecto, pese a estar asociado a atributos esencialmente negativos debido a su influencia (histórica) para desestabilizar aquellos enclaves geográficos en los que irrumpe y se consolida, su capacidad para generar adhesiones se mantiene intacta. También producto de esta trayectoria tan particular, no debe sorprender que su presencia (en forma de rechazo) integre las agendas de los gobiernos nacionales y organizaciones supranacionales.
Por tanto, en este monográfico pretendemos proporcionar un conocimiento exhaustivo del nacionalismo y de sus vías de manifestación, trazando elementos de continuidad y de cambio entre sus rasgos pasados y presentes. En este sentido, la vocación de permanencia es un elemento distintivo del nacionalismo. Esto lo hemos comprobado en el siglo XIX y la construcción del Estado Nación; en el siglo XX, como reacción ante la crisis de los Estados durante el periodo de entreguerras; y, en última instancia, en el siglo XXI como fenómeno que desafía a la globalización.
En consecuencia, deben abordarse desde una perspectiva científica aquellos mecanismos de los que se vale el nacionalismo para mantener intacta su distintividad y su presencia. Y esta es la tarea que hemos pretendido en este monográfico. Para ello hemos contado con la colaboración de autores de probada solvencia académica, procedentes de diversas disciplinas del saber (el periodismo, las Relaciones Internacionales, el Derecho, la Ciencia Política y la historia). Como resultado, hemos obtenido reflexiones rigurosas sobre el nacionalismo en perspectiva histórica y su capacidad para actuar en escenarios regionales distantes y diferentes entre sí (Rusia, Corea del Norte, País Vasco, Egipto o Sahel) siguiendo en muchas ocasiones patrones opuestos a la lógica democrática.
El profesor Xavier Boltaina en ¿Socialismo-comunismo o nacionalismo? El paradigma de Corea del Norte desde 1945 hasta la actualidad, analiza el lugar que ocupa el nacionalismo en la política de Corea del Norte y cómo se ha ido extendiendo desde la proclamación de la república norcoreana, sorteando en su desarrollo obstáculos como el hundimiento del bloque comunista. Nacionalismo e hiperliderazgo han sido en todo momento herramientas al servicio de la familia Kim.
La idea de la reunificación entre el Norte y el Sur y, especialmente, la asunción propia del nacionalismo como idea rectora de la RPDC, se convierten en las dos líneas maestras que explica el profesor Boltaina. Esta metodología resulta fundamental para entender el nacionalismo “tan particular” que hallamos en el país norcoreano.
Por su parte, el Doctor David Mota en El nacionalismo vasco en el exilio y sus estrategias de acción: posibilismo, pragmatismo y escisiones (1937-1979), desarrolla un análisis de la evolución del nacionalismo vasco en base a cuatro grandes ejes: la creación del Partido Nacionalista Vasco (PNV), la fundación del primer gobierno autonómico, el exilio y la aparición de Euskadi Ta Askatasuna (ETA). De esta manera, va trazando un recorrido de sumo interés, en el que disecciona los cambios en el seno de PNV, sus distintas estrategias en el exilio y las diferentes escisiones que se produjeron en su interior entre 1937 y 1979.
El profesor Mota Zurdo plantea una exhaustiva línea argumental donde explica cómo el partido de Sabino Arana tuvo desde su origen el objetivo de una futura Euskadi soberana, si bien algunas corrientes en el interior del PNV abogaron por una vía de corte autonomista. La aparición de ETA debe englobarse dentro de la propia trayectoria del nacionalismo vasco, aunque los referentes de la citada organización terrorista no eran tanto el componente clerical de Arana y sí modelos como la revolución cubana, el vietcong y su resistencia a Estados Unidos o el proceso independentista librado en Argelia.
Por su parte, María José Pérez del Pozo nos presenta el artículo La usurpación estatal del nacionalismo ruso en el que hace un exhaustivo repaso del papel que ha jugado el nacionalismo en Rusia en sucesivas épocas cronológicas: zarismo, la URSS como superpotencia y los años de Putin. En ese recorrido podemos identificar algunas corrientes enfrentadas. En efecto, por un lado, tendríamos a los occidentalistas (con su denuncia constante de la falta de un verdadero Estado de Derecho en Rusia susceptible de garantizar un entramado de derechos y libertades) y, por otro lado, hallaríamos a los eslavófilos (postulan una defensa a ultranza de los valores rusos, contrarios a la decadencia espiritual que aprecian en Occidente). Asimismo, se han observado una suerte de derivaciones del paneslavismo, apareciendo sucesivamente el eurasianismo y el neoeurasianismo. Este último, representado en la figura de Dugin, percibe a Rusia como un imperio terrestre que incluye a partes de Europa, de Asia y de Oriente Medio, detectándose en él, como subraya la autora, tintes fascistas y antisemitas.
La Dra. Pérez del Pozo aborda en la recta final de su artículo la figura de Vladimir Putin y, en concreto, dos aspectos que pueden estar relacionados. Por un lado, la tendencia del citado dirigente a apelar a la existencia de un “asedio exterior” y, por otro lado, la puesta en marcha de un revisionismo histórico. Todo ello da como resultado que el nacionalismo ruso presente como uno de sus rasgos distintivos la flexibilidad, lo que le ha permitido subsistir a lo largo de los siglos, pero también justificar barbaries y autocracias.
Alfredo Crespo Alcázar y Teresa Sánchez González en su artículo El uso del neocolonialismo como herramienta de deslegitimación de la Unión Europea: Malí como paradigma, se detienen en una de las regiones (Sahel) y en uno de los países (Malí) en los que la inestabilidad ha incrementado en los últimos tiempos, con las consiguientes repercusiones, especialmente en el plano de la seguridad, que ello implica para el escenario local, regional y europeo.
Los autores parten de 2012 y el apoyo, esencialmente de Francia, al gobierno legítimo de Malí ante la acometida que venía sufriendo por parte de organizaciones terroristas. Las Operaciones Serval o Barkhane, así como la MINUSMA (Naciones Unidas) evidenciaron el compromiso occidental con la estabilidad de Malí. Sin embargo, la incapacidad para resolver de una forma total el cúmulo de problemas que asolaban al citado país africano, unido al incremento de la actividad terrorista, fueron instrumentalizadas por partidarios de soluciones dictatoriales vía golpe de Estado, lo que, en última instancia, ha empujado a Francia y a la UE a reducir su presencia en el citado país africano.
En contraposición, las nuevas autoridades malienses, buscaron aliados, emergiendo el binomio formado por Rusia y el Grupo Wagner, para los que la consolidación de un verdadero Estado de Derecho no constituye una prioridad. Golpistas malienses y diplomáticos rusos emitieron un mensaje, que los doctores Crespo Alcázar y Sánchez González consideran contrario a la realidad, en el que la UE y Francia eran calificados de “potencias neocoloniales”. Mientras esto sucedía, la violencia terrorista ha seguido su curso, extendiendo sus repercusiones al espacio geográfico de la Triple Frontera (Malí, Burkina Faso y Níger).
Finalmente, el Doctor Diego José Fernández Nicolás en La rivalidad entre islamismo político y nacionalismo árabe en Egipto, desde el liderazgo de la lucha contra el colonialismo hasta la actualidad, aborda las relaciones conflictivas mantenidas en Egipto entre el islamismo y los sectores laicos que lideraron la independencia del país en los años 50s de la pasada centuria. Si en un primer momento se produjo una colaboración interesada, al compartir idéntico adversario, entre el ejército, liderado Nasser, y los Hermanos Musulmanes, pronto se pasó a un enfrentamiento mutuo.
En íntima relación con el argumento anterior, el fracaso de las propuestas modernizadoras del país lideradas por Nasser, Sadat y Mubarak, gestaron el ambiente perfecto para que el islamismo apareciera como la solución a los múltiples problemas que asolaban a Egipto. La Hermandad, unas veces tolerada y otras perseguida e ilegalizada, realizó un trabajo asistencial notable, con el que ponía entredicho la función del Estado como garante de determinados bienes públicos pero que también le sirvió para llevar a cabo una islamización de la sociedad desde abajo.
En sus explicaciones el autor llega hasta nuestros días señalando que, si bien en la actualidad los Hermanos Musulmanes viven una compleja situación en el Egipto gobernado por Al Sisi, su ideología está lejos de desaparecer.
Dr. Alfredo Crespo Alcázar y Dra. Teresa Sánchez González, junio de 2023.