La recluta de indígenas por la Marina Española en Guinea (1859-1968)
The recruit of indigenous people by the Spanish Navy in Guinea (1859-1968)
Javier De Granda Orive
Licenciado en derecho. Empleado del Ayuntamiento de Gijón
grandaorive@gmail.com
Recibido: 22/05/2023
Aceptado: 27/09/2023
DOI: https://doi.org/10.33732/RDGC.14.86
Resumen
La presencia de la Armada española fue una constante en el proceso de colonización y posterior defensa de las antiguas posesiones españolas del golfo de Guinea. En este trabajo se estudia el reclutamiento de indígenas por la Marina y la Infantería de Marina como medida más eficaz para salvaguardar la salud de los marineros y tropa europea y para mantener un nivel de eficacia en el servicio.
Palabras clave
España, Guinea española, Fernando Poo, Armada, Marina, Infantería de Marina, Indígenas, Reclutamiento.
Abstract
The presence of the Spanish Navy was a constant in the process of colonization and subsequent defense of the former Spanish possessions in the Gulf of Guinea. This paper studies the recruitment of indigenous people by the Navy and the Marine Corps as the most effective measure to safeguard the health of European sailors and troops and to maintain a level of efficiency in the service.
Keywords
Spain, Spanish Guinea, Fernando Poo, Spanish Navy, Spanish Marine Corps, Indigenous, Recruitment.
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0. CC BY
INTRODUCCIÓN
El inicio de la colonización efectiva de los territorios españoles de Guinea en 1858 pronto demostró a las autoridades nacionales y coloniales que iba a ser una tarea extremadamente difícil y complicada, debido fundamentalmente a las enfermedades más habituales del territorio y a las continuas bajas y fallecimientos, no solo entre el personal civil y militar del Gobierno, sino también entre los colonos que intentaron establecerse en la isla de Fernando Poo1.
Varios fueron los intentos para mitigar o moderar esta situación —creación de una casa de reposo y aclimatación en Basilé, establecimiento de pontones en la bahía de Santa Isabel, mejora de la dieta— y entre ellos destaca la recluta de indígenas para las fuerzas de tierra y de marina y para emplearlos como fuerza de trabajo en las obras públicas emprendidas en la colonia. La Marina, como veremos en el texto, fue la primera que, a imitación de otras potencias europeas, acudió a sustituir parte de la dotación europea de sus buques por marineros indígenas, en teoría, más inmunes a las condiciones climáticas del territorio.
El problema a la hora de abordar el estudio de esta recluta militar —a diferencia de lo que ocurre con los trabajos sobre los braceros empleados en las obras públicas y en las actividades agrícolas, forestales y domésticas de la colonia— es la escasez de datos sobre esta materia. Por este motivo, la principal fuente utilizada ha sido la legislación emanada del Ministerio de Marina y del Gobierno de España, a sabiendas que una cosa es la norma escrita y otra distinta su aplicación práctica, dificultada, en muchas ocasiones, por distintos factores como la lejanía del territorio, la falta de recursos, las condiciones sanitarias, etc. Hemos acudido asimismo a testimonios de testigos contemporáneos de los hechos y a la reducida bibliografía de carácter militar de Guinea.
Un caso especial dentro de la recluta de indígenas por la Marina es la Guardia Marítima Colonial, creada a semejanza de la Guardia Colonial en 1951 y formada, desde el inicio, salvo en el caso de los oficiales e instructores, por personal nativo de la colonia.
LA MARINA
En diciembre de 1859 la Reina autorizó2 que una parte de la tripulación de los buques destinados a las posesiones españolas de Guinea estuviera compuesta por negros krumanes, copiando así el sistema observado por los buques de guerra extranjeros que navegaban por los mares de África. Añadía la real orden que esta medida se justificaba «no solo para no sobre cargarlos [a los marineros] con trabajos agenos [sic] de su profesión, sino para evitarles aquellos que, aun siendo de su instituto, puedan poner en riesgo su salud».
Esta norma permitió, por primera vez, la contratación de indígenas —krumanes— en los buques españoles de la Estación Naval de Guinea. Ahora bien, ¿quiénes eran los krumanes? Los krumanes eran braceros originarios de la costa del Krú, región de la Guinea superior entre los 4 y 5 grados de latitud norte, a orillas del Atlántico, contratados generalmente en cabo Palmas. Posteriormente se generalizó el nombre para designar a los individuos procedentes de Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil. La presencia de krumanes era habitual en las colonias europeas africanas y en los barcos que bordeaban la costa occidental de África, siendo igualmente habitual en la colonia española desde 1856. Durante los años 60 del siglo XIX la contrata de estos trabajadores se hacía utilizando los servicios de comerciantes de cabo Palmas, aunque posteriormente el gobierno de Liberia otorgó el monopolio de los contratos, primero a comerciantes holandeses y posteriormente a alemanes, mediante el pago de un canon. Los krumanes en la colonia española fueron utilizados en trabajos domésticos y agrícolas y en la Marina. Los contratos solían ser por uno o dos años, comprometiéndose el gobierno colonial a pagarles su viaje de vuelta. Percibían un salario de 4 pesos mensuales y para su alimentación se les suministraba libra y media de arroz diario. Si enfermaban se les atendía en el hospital descontándoles por cada día de estancia la parte correspondiente de su salario «(Castro Antolín, 1996: 23-27)». Según el gobernador Gándara «(De La Gándara, 1996: 42)» había tres aspectos negativos en estos trabajadores: el plazo de los contratos era corto, eran caros y no se asentaban en Fernando Poo.
La contratación de krumanes en Fernando Poo al principio fue fácil, pero a partir de 1869 resultó más complicada por dos motivos: por su escasez como consecuencia del crecimiento colonial en otras partes de África y por sus quejas, pues alegaban que no se les respetaban las condiciones de sus contratos. La primera aplicación práctica de la autorización real de diciembre de 1859 fue la inclusión en la dotación de la fragata Isabel II3 de treinta krumanes para emplearlos «en los trabajos que hubieren de hacerse al sol y a la intemperie, a fin de preservar la salud de los europeos»4. Por otra norma posterior de 14 de abril de 1873 sabemos también que los krumanes se utilizaban para el servicio de cámara, rancho de proa, enfermería, botes, limpieza y faenas varias. Unos meses más tarde5, se incluyó en la dotación de la fragata Perla —utilizada igualmente como pontón desde enero de 1861— veinte krumanes.
Las primeras contrataciones de krumanes para los navíos españoles no debieron de resultar sencillas pues el 19 de enero de 1861 se dictaron una serie de reglas para vencer las dificultades en la contratación. Se determinaba que el primero de los vapores transporte que llegara a Fernando Poo, después de su descarga en la isla, pasara a la costa del Krú con un oficial perteneciente a alguno de los buques de la Estación Naval comisionado especialmente para llevar a cabo las contrataciones. Se establecía que los puntos de la costa en los que se podrían encontrar estos braceros eran Setra-Krou, Pequeño Nefoo, Gran Nefoo, Gran Sestros, Río Cavally, Tabou, Gran Bassam y Bereby; deteniéndose el vapor el tiempo necesario hasta completar la comisión de contratar sesenta krumanes. Para la contratación, advertía la real orden, el oficial comisionado debía tener presentes las advertencias hechas por Joaquín J. Navarro en su libro «(Navarro, 1859: 133-134)». El teniente de navío Joaquín J. Navarro había llegado a Fernando Poo con la expedición de Chacón en 1858 y establecía que para negociar con los indígenas de la costa del Krú, más que moneda, lo mejor era llevar pólvora, tabaco, ron y telas, principalmente los lienzos de cuadradillo de Manchester, y aconsejaba que en las transacciones había que negociar con prudencia, paciencia y diplomacia. Añadía que había que pagarles en género un mes de anticipo.
Tras la contratación, los krumanes serían distribuidos entre los buques de la Estación a razón de treinta en el pontón Isabel II y diez en cada uno de los tres buques restantes, incluido el pontón Perla en el que temporalmente quedaba en suspenso su dotación reglamentaria de veinte krumanes.
Como medida accesoria —aunque no tuvo ningún éxito—, en abril de 18616 se optó por contratar para los navíos de la Estación a negros españoles, tomando krumanes solo en los casos en que no se encontraran los primeros.
En 1863 se aprobó cubrir las bajas de fogoneros y paleadores en los buques de vapor con negros krumanes7, con un sueldo de 8 pesos fuertes y la ración correspondiente de la Armada, que en julio de 1865 pasó a ser una ración especial para todos los krumanes de 20 onzas de arroz, 9 de galletas, 2 de tocino y medio cuartillo de aguardiente de caña. Unos años más tarde, en 1868, se redujo el tocino en media onza y se eliminó el cuartillo de caña.
En 1865 se varió el sistema de contratación de los indígenas determinando que en lo sucesivo los vapores transportes del Estado contrataran a su paso por la costa del Krú los krumanes necesarios y dejaran, a su regreso, en el mismo punto, a aquellos que hubieran cumplido sus contratos8. Se ordenaba al comandante de la Estación Naval que siempre que fuera necesario realizar este cometido debía advertirlo al Ministerio de Marina con seis meses de anticipación, remitiendo al mismo tiempo los modelos de contratos tanto de los krumanes como de sus capataces. Era voluntad también del Ministerio que el pontón Perla, o el que lo sustituyera, se dotara con cuarenta krumanes y un capataz9 y con diez krumanes y un capataz el resto de los buques de la Estación.
En 1873 el Almirantazgo estimó y acordó, a propuesta del gobernador, que reportaría más ventajas que los krumanes fueran contratados por medio de buques ingleses, aunque fuera preciso abonarles el pasaje de ida y vuelta10.
En la última década del siglo XIX se produjo una ampliación en la contratación de indígenas pues, a petición del comandante de la Estación Naval, se aprobó que las bajas de los marineros de los buques afectos a esa Estación fueran cubiertas con krumanes y que no se enviara personal de marinería a la colonia11. Esta medida, que no era de aplicación a los buques comisionados en aquellas aguas, fue muy alabada por el médico de la Armada Federico Montaldo «(Montaldo, 1899: 354)» —destinado en Fernando Poo entre los años 1896 y 1897— porque «se dirige a evitar, entre otros males, el de que nuestros cañoneros queden con sus dotaciones blancas reducidas a la cuarta parte, o menos, de los efectivos reglamentarios, solo por efecto de las bajas ocasionadas por el clima».
En los últimos años de existencia de la Estación Naval de Guinea el pontón Fernando Poo contaba con krumanes en su dotación12 así como también los cañoneros destinados en Guinea13 habiendo incluso, cuatro krumanes y un marinero fogonero kruman de 2ª en cada una de las lanchas que utilizaba la Estación en Bata y Elobey.
En 1904 desaparece la Estación Naval y es sustituida por las capitanías de puerto de Santa Isabel, San Carlos, Bata y Elobey. Este hecho trajo dos consecuencias fundamentales. Primero, a partir de este momento se dejó de hablar de krumanes para referirse a indígenas, con lo que podemos deducir que las contrataciones serían principalmente con nativos de la colonia y, segundo, hubo una reducción en el número de indígenas contratados al no haber buques afectos al Servicio Marítimo. De este modo, el presupuesto para la colonia de 1904 incluía en la capitanía de Santa Isabel diez marineros indígenas, seis la capitanía de San Carlos y ocho, respectivamente, las capitanías de Bata y Elobey. En 1908 se suprimieron las capitanías de Bata, San Carlos y Elobey, quedando solo la capitanía —el Servicio Marítimo— de Santa Isabel, que en 1918 tenía únicamente un patrón y cuatro marineros indígenas14.
No es hasta después de la Guerra Civil española, en 1952, cuando de nuevo se dictan normas para la contratación de personal indígena a bordo de los buques de la Armada15. Los contratos, formalizados por los comandantes de los buques, se establecían por períodos de cuatro años, no otorgando otros beneficios que los detallados en las normas y siendo únicamente válidos para prestar servicio en el buque objeto del contrato y mientras éste permaneciera en las aguas o al servicio de la colonia. En un principio, el número máximo de indígenas que podían ser contratados era la totalidad de los marineros fogoneros y la mitad de los cabos segundos fogoneros, los marineros de primera, los de segunda y los de oficio de la plantilla del buque. Con posterioridad quedaron reducidos a once entre cabos y marineros fogoneros y a diez entre marineros de segunda y exclusivamente para atender el servicio de lavandería16. En caso de ser relevado el buque y quedar, por tanto, estos contratos rescindidos, el comandante del buque saliente podía pasar una relación de este personal al comandante del buque de relevo para que pudiera admitir entre ellos el número necesario, formalizando así un nuevo contrato. Los castigos que se podían imponer a los marineros indígenas eran multas y arrestos, pudiendo también el comandante imponer el castigo de prestar servicio en la brigada disciplinaria de la Guardia Colonial, rescindiendo posteriormente el contrato.
A partir de 1959 también se permitió a los naturales de Guinea el poder presentarse a las plazas de especialistas de la Armada. Los especialistas de la Armada eran el escalón subordinado al mando que, con independencia de la misión militar que les correspondiera, tenían a su cargo funciones subalternas de utilización y especializadas de manejo y trabajos de entretenimiento de las instalaciones. Estaban divididos en clases de marinería y suboficiales y abarcaban las siguientes ramas: maniobra, hidrografía, artillería, torpedos, electricidad, electrónica, radiotelegrafía, mecánica y escribientes. La primera convocatoria en la que aparece un guineano es la de septiembre de 195917, que incluía 300 plazas y a la que se presentó Federico Engono —proveniente de la Guardia Marítima Colonial— que, sin embargo, no entró. La segunda convocatoria con guineanos fue en noviembre de 1960 para cubrir 340 plazas de especialistas18. Se presentaron treinta y cuatro individuos de la región ecuatorial y aprobaron dieciocho, que fueron nombrados especialistas con antigüedad de 15 de junio de 196119. Los admitidos recibieron en el cuartel de instrucción de Cádiz, durante tres meses, instrucción militar y marinera pasando posteriormente al buque Galatea para un período de ambientación de otros tres meses. Con posterioridad, ingresaron en la escuela de la especialidad correspondiente tras firmar un compromiso de cuatro años.
LA INFANTERÍA DE MARINA
En 1900, las necesidades siempre crecientes de la colonia obligaron a organizar una compañía de Infantería de Marina independiente del destacamento que allí existía, que pasó a fusionarse con ésta.
Esta compañía, denominada Compañía de Infantería de Marina de Fernando Poo, dependía directamente del Gobierno General de Guinea y funcionaba como unidad suelta. En diciembre de 1901 se reorganizó, creándose otra compañía para guarnecer la zona continental de Guinea que recientemente había sido ocupada. La nueva Unidad se denominó Compañías de Infantería de Marina en el golfo de Guinea y estaba al mando de un comandante20.
Desde el primer momento de creación de esta Unidad las bajas por enfermedades endémicas del territorio fueron enormes. Entre mayo de 1900 y abril de 1901 hubo un 56% de enfermos y un 2,8% de fallecidos. Estos hechos aconsejaron la recluta de indígenas y por ello, por real orden de 4 de agosto de 1900, se formó una junta, presidida por el gobernador y compuesta por cuatro vocales, teniendo que ser uno de ellos, por lo menos, de Infantería de Marina, para que informara con urgencia de los siguientes extremos: a) qué habitantes de la colonia podían ser reclutados, b) modo de efectuar el enganche y tiempo de permanencia en filas, c) ventajas, distinciones, haberes y número de indígenas por compañía, y d) uniformes que hubieran de adoptarse.
Era opinión entre los mandos de Infantería de Marina que el negro era superior al soldado blanco para el servicio en África: «el negro es más astuto que el blanco para la guerra del bosque, más duro para la fatiga, más fácil para alimentar, vive en cualquier sitio, y muy a menudo tiene aprendido en su tribu el arte de la guerra y hasta la táctica que los contrarios empleen. La resistencia a las influencias climatológicas debe ser tomada en consideración». Por todo ello se consideraba que «el más perfecto sería un sistema de reclutamiento mixto, compuesto de indígenas procedentes de korisco [sic] y Annobón, que en su mayoría habla español, y que prestasen servicios lo más lejos posible del lugar de procedencia, con gaboneses, senegaleses y krumanes…»21.
En la práctica se optó por este sistema mixto ya que se acudió a tres modos de reclutamiento: el de miembros de la policía indígena existente, el de naturales de la colonia junto con individuos de otras partes del África continental y el de negros de las antiguas colonias españolas.
1.- Reclutamiento de miembros de la policía indígena. El origen de la policía indígena en Guinea corresponde al Consejo de Vecinos de Santa Isabel cuando a finales del siglo XIX crea y sostiene una fuerza indígena de doce a catorce policías mandada por un sargento nativo. La falta de disciplina unida a la dejadez e indolencia en la conservación del equipo hizo que el servicio fracasara. La idea, no obstante, no se abandonó y durante el gobierno del capitán de fragata Dueñas se nombró como jefe a un oficial de Infantería de Marina, reforzando así la disciplina y ampliando su plantilla. Los gastos continuaron a cargo del Consejo de Vecinos quien, al ver reducidos sus ingresos, no pudo continuar con el sostenimiento de esta policía lo que provocó que, para no disolverla, se llegase a un acuerdo presupuestario entre el Consejo de Vecinos, el Ministerio de Marina y el Ministerio de Estado. En efecto, el Ministerio de Estado al carecerse de partida presupuestaria para sostener la policía, el 19 de abril de 1901, solicita al Ministerio de Marina la posibilidad de incorporar la policía indígena —treinta hombres— a la compañía de Infantería de Marina de guarnición en Fernando Poo. Por real orden de 25 de abril de 1901 el Ministerio de Marina acepta la solicitud y dispone, que mientras rija el vigente presupuesto, se rebaje en treinta soldados el personal de la compañía y que con el importe de los haberes de estos treinta soldados se satisfaga el sueldo de los policías. El 28 de septiembre de 1901 se autorizaba al Gobernador de la colonia a cubrir bajas en la compañía de Infantería de Marina con individuos provenientes de la policía indígena hasta dejar tan solo cien soldados europeos de los doscientos quince de la plantilla de ese momento. Cuando en diciembre se crea la 2ª compañía en el continente, dentro de la plantilla de la nueva Unidad se contempla también a la policía indígena, estableciéndose que esta sección reclutará a sus componentes con absoluta independencia, pero quedando subsistente la real orden de 28 de septiembre ya vista.
2.- Reclutamiento de naturales de la colonia y de otras partes de África. El dictamen de la Junta creada en agosto de 1900 debió ser favorable a la recluta para la Infantería de Marina de naturales de la colonia y de la costa africana próxima pues ya en la real orden de diciembre de 1901 antes citada, se establece que «en tanto no se adopte el procedimiento que la experiencia aconseje en cuanto al enganche, reenganche y premios del personal indígena, el Gobernador General de aquellas posesiones abrirá la recluta voluntaria para las compañías por tres años con los goces que establece para los soldados el presupuesto que ha de regir». La idea era que la 2ª compañía destinada en el continente estuviera integrada por ciento cincuenta soldados indígenas22. La recluta se efectuó principalmente entre pamúes, bujebas y kombes del continente incluyendo también a naturales de Accra, Monrovia, Sierra Leona y Senegal.
3.- Reclutamiento de individuos de color procedentes de las antiguas colonias españolas. El Ministerio de Estado acordó en febrero de 1902 la apertura de una recluta para la Infantería de Marina entre individuos de color, residentes en España, nacidos en Cuba y Puerto Rico23. Se exigía tener entre 21 y 30 años de edad, buena conducta y estar en posesión de la cédula personal. El enganche se hacía por tres años con un haber de 60 pesetas mensuales y 15 pesetas de ración. Los alistados debían pasar al departamento de Cádiz donde se les hacía un reconocimiento médico para acreditar su salud y robustez para el servicio y se les iniciaba en la instrucción militar. Se les dotaba, así mismo, de gorro, chaquetilla, pantalón de paño, un par de zapatos, dos mudas blancas y una manta para el viaje.
La acogida prestada a esta disposición fue nula; únicamente hubo un voluntario cubano —Florentino Saburen Carbonell— que estuvo seis meses en Guinea, la mayor parte enfermo y que en abril de 1903 causó baja definitiva en Infantería de Marina.
La buena actuación de esta tropa indígena fue recompensada en distintas ocasiones con la cruz de plata del mérito naval con distintivo rojo, tanto pensionada como sin pensionar: en agosto de 1903 fueron condecorados los soldados negros heridos Galé y Naso, en octubre de 1904 recibieron la cruz el soldado Olaina y el cabo policía Denube Gomasa y en junio de 1907, en la acción en que el teniente de Infantería de Marina Anisí de Lucas recibió la cruz de 1ª clase de María Cristina, fueron recompensados once soldados indígenas. Cuando las compañías de Infantería de Marina abandonaron el territorio por haber asumido sus funciones la Guardia Colonial creada en 1908, en la circular de 29 de mayo de 1908 relativa a la liquidación de haberes y licenciamiento del personal indígena se determina que, antes de abandonar la colonia, el mando debe expresar a todos los individuos, tanto europeos como indígenas, lo satisfecho que estaba el Gobierno de España por los servicios prestados, realizados con lealtad y abnegación.
Como en el caso de la Marina, hay que esperar hasta mediados del siglo XX para encontrar de nuevo a indígenas en Infantería de Marina. En la convocatoria para cubrir plazas de especialistas de Infantería de Marina de marzo de 196124 se presentaron por primera vez catorce ecuatoguineanos siendo promovidos a ayudantes especialistas de Infantería de Marina ocho de ellos, con una antigüedad de 1 de julio de 1961. Eran: José Nadongo Mba, Benjamín Siale Bueko, Nicolás-Ona Asama Angue, Jesús Nguema Ebang, Jesús Ona Enguang, Victor L. Sipua Boselo, Faustino Teodomiro Erimo Yébola y Celestino Pelayo Torosa. Al igual que en la Armada, los especialistas de Infantería de Marina se dividían en clases de tropa especialistas y suboficiales y abarcaban las siguientes ramas: defensa antiaérea activa, defensa pasiva, automovilismo y medios anfibios mecanizados, armas pesadas y de acompañamiento y transmisiones tácticas. Uno de ellos, Nicolás-Ona Asama25 «(Asama Angue, 2008)» nos dice que «entre los años 1960 y 1968 varios cabos primeros, nativos guineanos, estuvieron embarcados en la fragata Pizarro, la corbeta Descubierta y el buque hidrógrafo Malaspina, todos ellos destacados en los territorios del golfo de Guinea».
LA GUARDIA MARÍTIMA COLONIAL
La Guardia Marítima Colonial se organizó en base a las ordenanzas aprobadas por Orden de 13 de noviembre de 195126 y supletoriamente por las Ordenanzas Generales de la Armada, dependiendo exclusivamente de la Presidencia del Gobierno y siendo Inspector nato de la misma el Gobernador General de los territorios.
Tenía encomendada cometidos de policía naval, vigilancia de costas y playas, persecución del contrabando, control e inspección de embarcaciones, cayucos y marineros indígenas, vigilancia de actividades pesqueras y de extracción de arena de las playas, vigilancia de los puertos y de los buques surtos en ellos, realización de exámenes y expedición de títulos profesionales marítimos, etcétera.
La plantilla estaba integrada por:
1.- Un capitán de corbeta: provenía de la escala activa del Cuerpo General de la Armada, era comandante militar de marina y como tal director local de navegación y pesca y jefe de la Guardia Marítima Colonial. Las ordenanzas de 1951 le atribuían funciones de asesor naval del gobernador, de administrador marítimo de su demarcación cuando así lo dispusiera el Gobernador y de inspección sobre las demás administraciones marítimas.
Durante el periodo de existencia de la Guardia Marítima ejercieron su jefatura cuatro capitanes de corbeta: José María de la Guardia y Oya (marzo de 1948-octubre de 1952), Ramón Sánchez-Ocaña y Vierna (octubre de 1952-septiembre de 1957), Jesús Romero Aparicio (noviembre de 1957-marzo de 1964) y Manuel Colorado Guitián (junio de 1964-enero de 1969)
2.- Dos tenientes de navío: procedían igualmente de la escala activa del Cuerpo General de la Armada y eran administradores marítimos de Río Benito y Bata en la Guinea continental. Como tales eran, a su vez, capitanes de los puertos en que radicaba la cabecera de su administración e inspectores de los puertos comprendidos en su demarcación. Ejercían funciones equivalentes a las de un ayudante militar de marina de los distritos metropolitanos y debían actuar en íntima colaboración con los administradores territoriales de la Guardia Colonial de las demarcaciones cuyas costas estuviesen bajo su mando, prestándose mutua ayuda e intercambiando información.
Entre sus funciones destacaba, por su pintoresquismo, la resolución de conflictos, sin perjuicio de las facultades de los Tribunales de Justicia, que se pudieran dar entre indígenas en cuestiones relacionadas con la mar y sus productos, siguiendo en lo posible los usos y costumbres locales y contando con la participación de los jefes de tribus costeras y de poblados lindantes.
3.- Siete celadores instructores: procedían del Cuerpo de suboficiales de la Armada y de las clases de marinería, dividiéndose en celadores instructores primeros (contramaestres primeros y segundos y asimilados), celadores instructores segundos (contramaestres segundos o asimilados y cabos primeros) y celadores instructores terceros (cabos primeros y segundos). Eran auxiliares de los oficiales ejerciendo los cometidos por estos asignados y principalmente la instrucción militar y marinera de la fuerza indígena. No obstante, existían celadores instructores que desempeñaban destinos de jefes de destacamento y en estos, además de las funciones relativas al gobierno del puerto o embarcadero bajo su responsabilidad, ejercían el control y vigilancia del trozo de costa a ellos asignados, así como parte de las funciones atribuidas a los administradores marítimos.
4.- Fuerza indígena: originariamente constaba de un sargento, tres cabos primeros, cuatro cabos segundos, diez marineros especialistas y cincuenta y cuatro marineros. Con el paso del tiempo su número fue aumentando: en 196727, un año antes de la independencia de Guinea, la Guardia Marítima contaba con tres sargentos, siete cabos primeros, nueve cabos segundos, dieciocho marineros especialistas y setenta y siete marineros.
La distribución del Servicio Marítimo se dividía entre la isla de Fernando Poo y la Guinea continental. En Fernando Poo, la capital, Santa Isabel, albergaba la comandancia militar de marina con oficinas y vivienda para el jefe de la Guardia Marítima Colonial. Existían también en la isla la capitanía del puerto de San Carlos con vivienda para el celador instructor y un destacamento de marinería en Concepción, al este de Fernando Poo.
En la Guinea continental, Bata, su capital, alojaba la capitanía del puerto y la administración marítima con oficinas y viviendas para el administrador marítimo y el celador instructor, compartiendo el edificio con las oficinas de sanidad exterior, aduanas y la policía del puerto. En Rio Benito radicaba la otra administración marítima y capitanía del puerto siendo su administrador marítimo ayudante militar de marina. En Puerto Iradier, con oficinas y vivienda para el celador instructor, se encontraba otra capitanía de puerto. En Rio Campo, Etembue y Cabo San Juan existían destacamentos de marinería.
Por último, había dos campamentos de la Guardia Marítima: uno en Santa Isabel y otro en Rio Benito.
En 1963 el Gobierno español inició un proceso encaminado a lograr la futura independencia de Guinea estableciendo en primer lugar, previa aprobación por referéndum del pueblo guineano, un régimen autónomo. La ley de bases reguladora de este proceso creaba en su base XIII la figura del Comisario General que era el representante del Gobierno de España en Guinea y jefe superior de todas las fuerzas españolas en Guinea, incluyendo la Guardia Marítima Colonial. En septiembre de 1968, próxima la fecha de independencia, se crea el Mando de las Fuerzas Armadas Españolas en Guinea28 al mando de un coronel del Ejército de Tierra y compuesto por dos compañías de la Guardia Civil antes adscritas a la Guardia Territorial, por las unidades de la Armada estacionadas en aquellas aguas y por la fuerza aérea establecida en el territorio. La Guardia Territorial siguió estando, hasta la transmisión de poderes, bajo la dependencia del Comisario General. No se dice nada en el decreto sobre la Guardia Marítima, pero se entiende que seguirían bajo la dependencia del Comisario General.
El 12 de octubre de 1968, fecha efectiva de la independencia guineana, quedó extinguida la Comisaría General suponiendo también la extinción de la Guardia Marítima Colonial y de la Guardia Territorial, pasando a denominarse con el nuevo Estado, respectivamente, como Guardia Marítima y Guardia Nacional. Con posterioridad a la independencia guineana continuaron prestando servicios en la nueva Guardia Marítima parte del personal europeo que hasta entonces estaba destinado en aquel territorio29.
CONSIDERACIONES FINALES
1-. Durante el siglo XIX y principios del siglo XX en la recluta de indígenas para la Marina española se acudió principalmente a los krumanes, es decir, a individuos procedentes de Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil. La pregunta que nos podemos hacer es ¿por qué las autoridades españolas no contrataron indígenas de Fernando Poo y tuvieron que acudir a una recluta externa? La respuesta está en las especiales circunstancias demográficas de Santa Isabel. La población de Santa Isabel era mayoritariamente de raza negra y masculina. Según el censo de 1863 había 149 blancos —la mayoría españoles—y el resto eran negros o mulatos con un carácter heterogéneo: fernandinos, congos, krumanes y gente de la costa «(López Nieto, 1866: 177-178)». Los fernandinos eran descendientes de negros libertos establecidos en la isla, con formas culturales británicas y que se dedicaban principalmente al comercio del aceite de palma; eran la alta sociedad africana de la isla. Los congos eran emancipados cubanos llegados a la colonia en agosto de 1862 y empleados en trabajos civiles de la isla30. Con el término gente de la costa se designaba a los inmigrantes originarios de diversos puntos del África occidental siendo utilizados como mano de obra. Los nativos de la isla, que no residían en la capital, eran los bubis que desde un punto de vista militar y guerrero eran considerados totalmente ineficaces31. El no confiar en ellos hizo necesario acudir a una recluta exterior, concretamente de krumanes, al tener fama de trabajadores inteligentes y de tener una gran fortaleza física.
2.- Acudiendo al mencionado censo observamos también que la edad de los krumanes contratados en ese año —dato perfectamente extrapolable a años posteriores—oscilaba entre los 20 y los 30 años de edad, aunque también solían venir más jóvenes.
3.- La contratación de los krumanes con el tiempo fue cada vez más difícil lo que unido a largos períodos de recortes presupuestarios y al cuasi abandono de las posesiones por la metrópoli impidieron que su contratación fuera la más adecuada. El explorador médico Amado Osorio, que vio lo que sucedía en los buques españoles, en una conferencia pronunciada en junio de 1887 alababa la política de reclutamiento británica al considerar que su marinería era la que menos bajas tenía en la zona ya que «el soldado inglés tiene una alimentación suficientemente reparadora y muy poco trabajo, porque todos los ejercicios pesados están encomendados a instruidos marineros indígenas, y él permanece descansado, formando una especie de cuerpo de reserva, y dispuesto a batirse en caso de necesidad con igual fuerza y energía que si hubiera estado todo el tiempo en Europa». Añadía que nuestros marineros de los buques de guerra obligados a trabajar, a afrontar los rigores del clima y a estar mal alimentados daban un contingente superior de muertos que los de los buques extranjeros32.
4.- Un hecho influyó enormemente en la recluta de indígenas para la Marina y para el Ejército: la incorporación en 1900 del territorio continental africano —Río Muni—a las posesiones españolas del golfo de Guinea. Esta circunstancia posibilitó la ampliación de la recluta sobre nuevas tribus pertenecientes a nuestra colonia como eran los pamues —considerados como una tribu fuerte y belicosa—, bujebas, kombes, etc., con el único inconveniente de no poder ser utilizados, durante la ocupación y pacificación del territorio, contra individuos de su misma tribu33. Esta recluta se mantuvo a lo largo del siglo XX y prácticamente, hasta la independencia de Guinea Ecuatorial, sería la única.
5.- De entre todos los indígenas reclutados dos destacaban en las preferencias de los mandos españoles: los krumanes —ya reseñados—y los senegaleses, considerados buenos soldados. Ramos-Izquierdo dice que poseen gran espíritu militar, que son valientes, audaces, duros, y que se consideran superiores a los indígenas de Guinea «(Ramos-Izquierdo, 1912: 287)». Sequera determina que entre todos los indígenas sobresalían los de Senegal por lo que era recomendable su recluta por los organismos militares «(Sequera Martínez, 2006: 127)». Gregorio Granados, que los tuvo bajo su mando, los tacha, sin embargo, de tener mala conducta, de condición moral inadmisible siendo la mayor parte borrachos, pendencieros e indisciplinados «(Granados Gómez, 1912: 51)».
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
Boletín Oficial del Estado en www.boe.es.
Castro, Mariano y Ndongo, Donato, España en Guinea. Construcción del desencuentro 1778-1968, Ediciones Sequitur, 1998.
Cervera Pery, José, La Marina española en Guinea Ecuatorial, Imprenta del Ministerio de Marina, Madrid, 1968.
Granados Gómez, Gregorio, Páginas sueltas sobre la Guinea española, Barcelona, 1912.
Granda Orive, Javier de, “La Guardia Marítima Colonial de Guinea”, Revista general de Marina, 2019.
Manual de reales órdenes de generalidad para el gobierno de la Armada, Biblioteca virtual de Defensa en bibliotecavirtual.defensa.gob.es
Tejeiro de la Rosa, Juan Manuel y García Cabezas, Manuel, España en Guinea Ecuatorial. Nuevos testimonios y aportaciones, Ministerio de Defensa, Madrid, 2021.
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1 Acompañando al gobernador José de la Gándara llegaron a Santa Isabel, capital de la Guinea española, en 1859, ciento veintiún colonos. Entre los fallecidos y los que regresaron enfermos y derrotados a España, a finales de 1860 solo quedaban en Fernando Poo tres colonos y uno en 1874.
2 Real orden de 6 de diciembre de 1859.
3 La fragata Isabel II llegó a Fernando Poo en marzo de 1860 para ser utilizada como pontón en la bahía de Santa Isabel. Estuvo de servicio hasta 1865.
4 Real orden de 24 de mayo de 1860.
5 Real orden de 29 de septiembre de 1860.
6 Real orden de 15 de abril de 1861.
7 Real orden de 7 de octubre de 1863.
8 Real orden de 26 de julio de 1865.
9 El pontón Perla fue dado de baja en 1867 y sustituido por el pontón Alcedo. En 1868 el reglamento de dotación de este último pontón aumentó esta cifra en un capataz de 1ª clase, otro de 2ª clase y dos de 3ª clase más cuarenta krumanes de 1ª clase y diez de 2ª clase. Las penurias presupuestarias de los años siguientes hicieron que la dotación de indígenas del pontón sustituto del Alcedo, el pontón Trinidad, que sirvió en la colonia entre 1874 y 1884, quedara reducida a doce krumanes.
10 Real orden de 14 de abril de 1873.
11 Real orden de 18 de abril de 1891.
12 Por real orden de 12 de julio de 1897 se fijaba la dotación del pontón Fernando Poo en cuarenta krumanes. Estuvo de servicio en la colonia entre 1897 y 1903.
13 Cañoneros Pelícano (1890-1899), Salamandra (1894-1898) y Magallanes (1900-1903). Sobre sus krumanes de dotación el gobernador José de Barrasa decía «…los 8 que hay en el cañonero Pelícano han alcanzado en muy corto tiempo una excelente instrucción militar». (Vilaró i Güel, 2001: 109).
14 Rectificación de las plantillas del personal afecto al servicio de las posesiones españolas del África occidental de 17 de octubre de 1918. Gaceta de Madrid de 26 de octubre de 1918.
15 Normas para la contratación de personal indígena de 9 de diciembre de 1952. Diario Oficial del Ministerio de Marina (DOMM) de 13 de diciembre de 1952.
16 Orden ministerial 1123/58 de 24 de abril de 1958.
17 Orden ministerial 2616/59 de 3 de septiembre de 1959.
18 Orden ministerial 3534/60 de 17 de noviembre de 1960.
19 Eran: Santiago Abaha Ntutumú; Aquilino Bocubo Bueriberi; Benjamín Edu Eseng; Justo Elá Okomo; Claudio Esomo Bakale; David Eya Angüé; Tomás Kennedy Sepa; Valentín Mandombo Ndongo; Florencio Maye Elá; Ángel Mbomio Madja; Enrique José Nkulú Ondó; Mauricio Nsué Angüé; Marcelo Nsué Asogo; Antonio Nsué Obama; Cosme Nvomo Engolo; Basilio Obiang Nsué; Anselmo Owono Angüé y Leoncio Pecho Moche.
20 Real orden de 14 de diciembre de 1901.
21 Memoria del jefe del destacamento de Río Benito, teniente Gregorio Granados Gómez, incluida en Memoria que presenta a las Cortes el Ministro de Estado respecto a la situación política y económica de las posesiones españolas del África occidental en el año 1902, Imprenta de los sucesores de M. Minuesa de los Ríos, Madrid, 1904, 143-145.
22 Real orden de corrección de errores de 4 de enero de 1902.
23 Real orden de 15 de febrero de 1902.
24 Orden Ministerial 833/61 de 14 de marzo de 1961.
25 Asama Angue, tras la independencia de Guinea en 1968, continuó en el Ejército español, terminando su carrera dentro de la Infantería de Marina como capitán. Falleció en 2020.
26 Boletín Oficial del Estado de 9 de diciembre de 1951.
27 Orden de 7 de febrero de 1967 por la que se aprueba la reforma de retribuciones del personal de Guinea Ecuatorial dependiente de la Comisaría General. Boletín Oficial del Estado de 13 de febrero de 1967.
28 Decreto 2307/1968 de 24 de septiembre, por el que se crea el Mando de las Fuerzas armadas en la Guinea Ecuatorial. Boletín Oficial del Estado de 28 de septiembre de 1968.
29 Para tener un conocimiento más amplio de las vicisitudes por la que pasaron alguno de estos oficiales e instructores ver Queipo Pajares, Aser, Yo también viví en Río Benito, Eujoa artes gráficas, 2020.
30 Algunos de ellos fueron reclutados para la compañía de infantería de Fernando Poo existente en la isla en ese momento. Ver Granda Orive, Javier de, “Aproximación histórica a la compañía de infantería de Fernando Poo”, Ejército, 825, diciembre de 2009, 60-62.
31 «…..el bubi es cobarde y raquítico, además de opuesto a las costumbres y usos militares». Memoria que presenta a las Cortes el Ministro de Estado respecto a la situación política y económica de las posesiones españolas del África occidental en el año 1902, op.cit., 110.
32 Osorio, Amado, “Condiciones de colonización que ofrecen los territorios españoles del golfo de Guinea”, Boletín de la sociedad geográfica de Madrid, Tomo XXII, 5, 1887, 323-324.
33 «El indígena solía estar acometido siempre de mil supersticiones y su ánimo era vacilante si tenía que luchar contra las gentes de su tribu. En cambio, combatía con arrojo y valentía cuando se enfrentaba a otros poblados diferentes del suyo» Núñez Calvo, Jesús, “La Guardia Territorial de la Guinea española”, Serga, especial nº 3, 2000, 15.