¿Socialismo-comunismo o nacionalismo? El paradigma de Corea del Norte desde 1945 hasta la actualidad
Socialism - communism or nationalism? The North Korean Paradigm from 1945 to the present day
Xavier Boltaina i Bosch
Universitat Oberta de Catalunya, Barcelona
European Centre of North Korean Studies, Universidad de Viena-Austria
xboltaina@uoc.edu
Recibido: 15/05/2023
Aceptado: 06/06/2023
DOI: https://doi.org/10.33732/RDGC.12.84
Resumen
El articulo analiza si Corea del Norte, desde su creación en 1948 y hasta el momento presente, ha sido un Estado basado en una concepción ideològica socialista o comunista, o si bien ha sido el nacionalismo el elemento fundamental de su construcción como República y como elemento aglutinador de su dirigencia política y militar y la ciudadanía.
Palabras clave
Corea del Norte, RPDC, nacionalismo, socialismo, comunismo, kimilsungismo-kimjongilismo
Abstract
The paper analyzes if North Korea, since its creation in 1948 and up to the present moment, has been a State based on a socialista or communist ideological conception, or whether nacionalisme has been the fundamental element of its construction as a Republic and as an element uniting its political and military leadership and the north korean people.
Keywords
North Korea, DPRK, nacionalisme, socialisme, communism, kimilsungism-kimjongilism
INTRODUCCIÓN
Si tomamos como lugares comunes los términos “comunismo” o “socialismo” –en este sentido no como socialdemocracia, sino entendido como el de un régimen de partido único y concepción autoritario- se afirma muy a menudo que los cinco últimos regímenes “comunistas” que sobreviven a la tercera década del siglo XXI son China, Vietnam, Laos, Cuba y la República Democrática Popular de Corea (RPDC, coloquialmente conocida como “Corea del Norte” (Bui, 2020). Ello supondría, en teoría, que fueron los cinco que sobrevivieron al fin del bloque denominado “comunista” a finales del siglo XX, con el desmoronamiento del bloque soviético y la caída de otros países de calificación parecida, que en el supuesto de Asia fueron Mongolia y Camboya.
Uno de los elementos, incluso “mantras” más habituales para definir el supuesto específico de la RPDC es calificar a ese Estado como “comunista”, “estalinista”, “neo estalinista” o con cualquier otra acepción que nos aproxima a los modelos ideológicos occidentales o su modalidad asiática, aunque huyendo de posiciones, en teoría, nacionalistas. Incluso –el propio régimen norcoreano lo indica- el carácter de “socialismo al modo coreano” o “nuestro socialismo” forma parte del discurso político habitual de Corea del Norte en la tercera década del siglo XXI, lo que nos aproxima sin embargo al debate sobre si predomina el concepto ideológico o el nacionalista, al centrar la ideología como un concepto propio de Corea.
No obstante ello, el objeto de este trabajo es establecer si realmente, a lo largo de su historia, la RPDC puede definirse a ella misma como un sistema socialista, comunista, estalinista o con cualquier otra connotación a una ideología política recognoscible para el historiador o especialista en ciencia política o si bien, por el contrario, el elemento fundamental de Corea del Norte, más allá de la retórica política, es su carácter nacionalista más allá de cualquier consideración. No es inusual indicar por parte de algunos autores que la RPDC es más nacionalista que socialista, y más “coreana” que nacionalista, o si se quiere, es fundamentalmente un país de nacionalismo coreano a ultranza que supera cualquier categoría en la que se desee enmarcar en términos ideológicos (Lee, 2021, 1).
El segundo elemento importante a destacar es si la actual formula norcoreana bajo el régimen de Kim Jong Un lo ha sido así a lo largo de su historia, en base a sus predecesores. Es un itinerario histórico complejo, porque acumula ya más de siete décadas de República independiente con tres máximos dirigentes: el “padre fundador” Kim Il Sung, su hijo Kim Jong Il, y el actual presidente, Kim Jong Un1.
La península coreana fue dividida militarmente en agosto de 1945 entre una zona Norte y una zona Sur; fue en agosto de 1948 en que se proclamó la República de Corea –en el Sur, como dictadura pronorteamericana, nacionalista y anticomunista- mientras en el Norte -septiembre, 1948- se declaró la República Popular Democrática de Corea (RPDC). Esta se definió como un régimen marxista-leninista si bien ello no se plasmó en su primera Constitución de 1948, aunque era la dicción cotidiana en el discurso político, por ser un Estado claramente alineado con la URSS de Stalin y en construcción a partir de cero.
Con posterioridad, en 1972, con la aprobación de la segunda Constitución –y quedando lejana la muerte de Stalin (1953) y la guerra intercoreana (1950-1953), -con nueve reformas constitucionales posteriores, las dos últimas de 2019-, el Estado norcoreano se definió como marxista-leninista pero con un modelo propio interpretativo, para ir progresivamente diluyendo los conceptos políticos occidentales hasta llegar a las reformas constitucionales y legales de 2019- como un régimen basado en una ideología propia profundamente cargada de conceptos específicos y, para muchos analistas, un Estado fundamentalmente nacionalista, cuyo único concepto político recognoscible es el de “socialismo coreano” y se han empleado históricamente otros, como el “pensamiento Juche”, la “política Songun”, el “kimilsungismo” hasta llegar a partir de 2013 a proclamar el “kimilsungismo-kimjongilismo” como idea política rectora, plasmada así ya en la reforma constitucional de 2019. Avanzamos que compartimos este prisma de la RPDC actual (Boltaina, 2021), en base a una base nacionalista que se inicia quizá desde su misma proclamación como República independiente, se acentúa tras la muerte de Stalin –su gran aliado, fallecido en 1953-, se refuerza con la crisis entre la URSS y China y luego aún más tras el fallecimiento de Mao Zedong (1976), la deriva política y económica de China y el hundimiento final del bloque socialista europeo. Esto es, en este documento plantearemos que la ideología inicial fue más una excusa instrumental para construir un Estado para progresivamente poner el acento en conceptos ideológicos propios, no exportables, en donde el eje central de los mismos era el nacionalismo coreano y el hiperliderazgo del líder de cada momento, miembro de la familia Kim.
EVOLUCIÓN FORMAL DE LA IDEOLOGÍA DE COREA DEL NORTE DESDE 1948. DEL COMUNISMO AL KIMILSUNGISMO-KIMJONGILISMO
Tras el periodo de ocupación militar nipona (1910-1945), que se saldó con la derrota del Imperio japonés a manos de las fuerzas norteamericanas y soviéticas y la liberación de toda Corea –atribuida en la historiografía norcoreana actual en exclusiva a las tropas del líder guerrillero Kim Il Sung, en un inicio de su posicionamiento nacionalista (Boltaina, 2017)- y su partición inmediata entre el Norte y el Sur, aquel primero quedó bajo ocupación soviética y con Kim Il Sung como líder emergente, bajo tutela de las tropas de la URSS y del general Terenty Shtikov. Una zona ocupada que fue consolidándose, poco a poco, pero sin pausa, bajo conceptos como “comunismo”, “socialismo” y “marxismo-leninismo” de uso cotidiano en el lenguaje político de 1945-1948 y en el periodo posterior, tras la independencia, aunque su sustrato cultural e ideológico fuera ajeno a Corea y hundía sus raíces en Europa, lo que producía incomodidad en el régimen progresivamente autócrata de Kim Il Sung, deseoso de sustituir cualquier referencia a Marx, Lenin, Mao o Stalin por el exclusivo nombre del dirigente norcoreano.
La Constitución de 1948, que entró en vigor el mismo día de la independencia formal de la RPDC (9 de septiembre de 1948) pese a seguir el modelo estalinista de la Constitución de 1936, no incorporaba estos conceptos ideológicos, siendo aparentemente más neutra –aunque no así en el modelo de instituciones públicas, que fueron en gran medida un calco de la URSS- que el discurso consiguiente del periodo 1948-1972 en que el comunismo y el socialismo fueron los conceptos predominantes, si bien con la aparición del concepto “Juche”, como pensamiento coreano que aúna tres derivadas, la independencia nacional, también la independencia militar –sin presencia de tropas extranjeras- y la autosuficiencia económica. Un periodo en que el líder guerrillero Kim Il Sung ejerció como primer ministro, pasando a partir de 1972 a ser presidente de la República y único ideólogo del régimen, al cual se unió luego su hijo Kim Jong il, con su obra “Sobre la Idea Juche”, datada en 19822.
La Constitución de 1972 llevó a cabo –formalmente- el primer gran salto en un texto escrito de orden constitucional. Se definía a la RPDC como Estado “socialista” (art.1), se constitucionalizó el pensamiento Juche (art.4) “que representa la aplicación creativa del marxismo-leninismo a la realidad de nuestro país”, que a partir de ese momento ha sido un concepto ideológico propio que, fluctuando, ha llegado hasta 2023.
El pensamiento Juche y posteriormente la política militar Songun se constitucionalizaron –la primera en 1972, la segunda en 1998-, como doctrinas exclusivamente coreanas destinadas a lograr “la independencia de las masas populares”. El Songun, además, incluía un claro referente militar, de priorización de los asuntos militares, un modelo que nada guardaba con el socialismo e incluso el comunismo.
En esta definición, el régimen social norcoreano se centraba –y sigue afirmándose- en que solo los coreanos deciden su destino, aunque a través del liderazgo y enseñanzas del “Líder Supremo”, que asume el papel de intérprete infalible. El siguiente salto, a partir fundamentalmente de 2013, fue entronizar el concepto “kimilsungismo-kimjongilismo”, que viene a ser una unión de la ideología de los dos líderes anteriores y su adaptación al momento presente con las aportaciones del régimen de Kim Jong Un, ante las necesidades surgidas en el siglo XXI.
Tras la llegada al poder a finales de diciembre de Kim Jong Un, permanece el concepto del socialismo –muy reiterado, en su interpretación “según el modo coreano-” e incrementada su cita a partir de 2021, junto al concepto del kimilsungismo-kimjongilismo-, pero han desaparecido ya completamente cualesquiera referencias al comunismo o al marxismo-leninismo, como así se fijaba en la Constitución de 1972, aunque hasta principios de los años 2000 hemos localizado discursos Kim Jong il con referencias explícitas al comunismo, incluso tras el fin del sistema soviético y de nuevo surge tangencialmente en el año 2021, en algunos discursos de Kim Jong Un, aunque más vinculado a la idea de “colectivismo” al modo coreano, que a una ideología concreta.
De hecho, diluido el comunismo progresivamente con Kim Jong il –y toda la simbología que recordaba a Marx y Lenin3-, el termino socialista aparece de manera vaga y siempre en su difusa forma coreana4, siendo el pensamiento Juche desde 1972 el punto de salida constitucional, aunque de hecho mucho antes, el discurso político de Kim Il Sung desde diciembre de 1955 se alejó del modelo soviético5.
Llegados a inicios de la tercera década de siglo, el referido kimilsungismo-kimjongilismo ha alcanzado entidad propia, como sumatorio en especial del Juche y el Songun. Según la doctrina oficial, “el kimilsungismo-kimjongilismo se sustenta en la idea Juche (..…) que constituye la parte integrante más importante de” tal pensamiento; por tanto este último es algo más que la idea Juche como tal; se define como “la idea revolucionaria que tiene la idea Juche como su quintaesencia y todo su contenido y elementos componentes se han desplegado y sistematizado teniéndolas como su fundamento y punto de partida”6.
Del comunismo y del marxismo-leninismo del texto constitucional original de 1972 nada queda en el discurso oficial ni escrito –salvo tangencialmente, el primero de ellos- y las referencias al socialismo, siempre lo son según la forma coreana de su comprensión. Ello no impide una determinada estética comunista, que va desde la simbología de la bandera, escudo, el símbolo del Partido del Trabajo7 (hoz, martillo y pincel), la iconografía del realismo en murales y dibujos y los desfiles masivos, más próxima a menudo a las antiguas fórmulas europeas o las que usan China y Vietnam.
Por consiguiente, la Constitución de 1972, nueve veces reformada –siendo las dos últimas en 2019- y las leyes fundamentales que se han aprobado, así como las intervenciones discursivas de los sucesivos líderes, ha incorporado y suprimido ideologías o contenidos ideológicos de nombre distinto: comunismo, marxismo-leninismo, Juche, Songun y finalmente kimilsungismo-kimjongilismo en un aparente hilo conductor en donde ningún cambio formal se reconoce, pero en que ciertamente nada es en el 2023 igual al 1972 y aún más en la comparativa con 1948. Cuestión distinta es la creencia real, mayor o menor, de la sociedad norcoreana en la ideología oficial, donde posiblemente el nivel es muy inferior o casi nulo, pero mucho más próximo en su aceptación al concepto de una Corea independiente y profundamente nacionalista, sentimiento muy extendido en la sociedad.
La conclusión que obtenemos de este itinerario ideológico es que el régimen norcoreano ha ido incorporando, adaptando y suprimiendo los conceptos típicos occidentales –especialmente, socialismo y comunismo- para establecer un marco específicamente coreano, lo que da un pista significativa en el sentido que la evolución entre 1948 y 2022 y en especial tras la llegada al poder de Kim Jong Un, ha sido progresivamente nacionalista, centrándose en conceptos coreanos –o mejor dicho, norcoreanos-, que se basan fundamentalmente en la idea de la reunificación entre el Norte y el Sur y, especialmente, en la adopción propia del nacionalismo como idea rectora de la política de la RPDC.
A ellos se unen otros conceptos también norcoreanos y en el que destaca la ausencia de referencias características de los modelos socialistas y comunistas autoritarios, como a la “libertad de los trabajadores”, “la igualdad” entre ciudadanos o las proclamas pacifistas que eran consustanciales en especial al comunismo del Este de Europa, pero sí incorpora elementos propios, como la piedad filial, el culto a la personalidad al linaje de la familia dirigente, la etnicidad única de los coreanos, el valor del idioma o la llamada a una historia de 5000 años, que incluso une el origen de la misma hace cinco milenios a la actual saga dirigente (Lee, 2021).
Por ello analizaremos a continuación los dos elementos que consideramos fundamentales en esta concepción propia y nacionalista de la RPDC que la ha ido separando progresivamente del pensamiento ideológico de los modelos comunistas: la voluntad de reunificación en una única Corea y en especial, el paradigma del discurso hipernacionalista, para concluir –lo avanzamos- que nuestra perspectiva es que la RPDC de la tercera década del siglo XXI es un Estado fundamentalmente nacionalista, a ultranza, pero que bebe en este planteamiento del momento mismo en que nació como tal República norcoreana.
LA REUNIFICACIÓN COREANA COMO OBJETIVO TEÓRICO POLÍTICO NACIONAL
La reunificación de Corea continúa como final de una hoja de ruta, al menos formalmente. Estos procesos son siempre profundamente nacionalistas en todo el mundo. Parece lógica esta consideración, pues es un elemento propio también de los modelos nacionalistas asiáticos, como lo plantea China con Taiwán o con anterioridad Vietnam del Norte y del Sur. Es significativo que los cuatro Estados asiáticos que se definen como “socialistas”, con la excepción de Laos, los otros tres han pasado (Vietnam) o pasan (China y la RPDC) por el concepto de la reunificación como meta. En la lógica norcoreana, “Corea es una” y por tanto la división es artificial, fruto de intereses extranjeros, nunca responsabilidad propia.
No obstante, se plantea como una reunificación pacífica, alejada del modelo militar de 1950 en que el Norte intentó anexionarse todo el Sur, y por otro lado, se defiende en la retórica oficial que tal reunificación no debe suponer el cambio de modelo político y económico de ninguno de los dos Estados actuales o cuanto menos, en la parte Norte, proponiéndose incluso un modelo Confederal, un proyecto que guarda el sueño de los justos en la hoja de ruta de Kim Jong Un en la actualidad.
Los documentos desclasificados de la Fundación Wilson8 acreditan que en conversaciones de Kim Il Sung con sus homólogos de países comunistas, en las décadas de 1960 y 1970, reconocía la imposibilidad de una victoria militar contra Corea del Sur, tras lo sucedido en la guerra intercoreana de 1950-1953. De la necesidad, virtud: Kim Il Sung abandonó el intento de un nuevo conflicto militar o, si lo tuvo en mente, no lo concretó más, aunque si se fomentaron actos de terrorismo de Estado contra el régimen surcoreano en los años posteriores, que luego ya no se repitieron a partir de la muerte de Kim Il Sung.
A diferencia de la Constitución de 1948, en que mantenía idílicamente como capital a Seúl, en el texto de 1972 y hasta el momento presente, se plasma que se ha abandona la pretensión de que el gobierno de la RPDC sea el único legítimo de Corea (Kim & Kearley, 1982, 736) y por consiguiente, se asume la figura de una futurible Confederación, pero en ningún caso la integración por absorción o una reunificación a la alemana, en donde el Norte tendría todas las de perder en términos de la actual dirigencia de Pyongyang.
Fue Kim Il Sung quién planteó la hipotética “República Confederal Democrática de Koryo” (1980), en pie de igualdad entre las dos Coreas. El documento se mantiene inmodificable, pero jamás ha avanzado, por su irrealidad, aún más tras la distancia de todo tipo entre los dos Estados, tanto en términos políticos –Corea del Sur es una democracia liberal - como económicos, en que la diferencia entre el Norte y el Sur oscila, como mínimo, entre 1:25 y 1:30 en comparativa de PIB.
Kim Jong Un, ante el 7º Congreso del Partido del Trabajo de Corea celebrado en 2016 afirmó que negar la ideología y el régimen de la otra contraparte -Norte o Sur- y perseguir una reunificación por imposición era inaceptable y suponía preconizar la guerra. Ello no obsta para que afirmara que “el socialismo a la coreana basado en las masas populares es el mejor régimen que hay, pero nosotros no hemos buscado jamás ni buscamos ahora imponernos a Corea del Sur” (Kim Jong Un, 2016, 83).
En esta línea, aunque la Constitución no lo expresa en estos términos, Kim Jong Un defiende una “fundación” de un nuevo Estado “federal”, que reconozca y admita uno y otro de sus dos componentes las ideas y el régimen existente en la otra parte (Kim Jong Un, 2016, 84), para rechazar el “sueño quimérico” de Seúl de una “unificación del régimen”.
En este discurso, cualquier opción que no sea la Federación, advierte Kim Jong Un, sería rechazada militarmente, pero se acepta que la RPDC sólo luchará por “la victoria completa del socialismo en la parte Norte de Corea”, según lo previsto en el art.9 de la Constitución vigente.
De hecho, es muy significativo que si bien en el discurso único político y en la Constitución y en las leyes que se aprueban sólo hay una referencia al pueblo “coreano” –sin dicción alguna a un pueblo “norcoreano”-, todas las referencias en la práctica lo son a la RPDC y no a Corea, asumiendo que hay una “parte Norte de Corea”9 cuyo territorio no abarca la República de Corea (del Sur).
Un sutil pero significativo detalle rompe esta lógica, cuando Kim Jong Un –nominalmente citado en la reforma constitucional de 2019- es considerado el “máximo dirigente de la RPDC” y representa al “Estado”, elegido por el Parlamento “en reflejo del sentir unánime” de “todo el pueblo coreano” – según dicción literal del art.101 de la Constitución, según su redactado aprobado en el 2019-. Detalle importante al respecto es que el 8º Congreso del Partido acaecido en el 2021 se centró en el futuro de la República norcoreana, con apenas referencias a la reunificación, como si el propio régimen asumiera la escasa virtualidad de este proyecto confederal y la incredulidad de la ciudadanía en que sea posible a corto o medio plazo y haya optado, de forma decidida, por la supervivencia de la RPDC.
En este sentido, el modelo norcoreano plantea la reunificación como desiderátum, pero alejado de cualquier concepto ideológico; es una voluntad que queda para el futuro, que es consustancial al concepto de una única Corea que defiende el régimen, lo que lo aproxima a un concepto homologable de nacionalismo como sucedió en Alemania o Vietnam, pero sin que se haya dado ningún paso al respecto, por lo que será el nacionalismo, como discurso político –que a continuación estudiaremos- se centra en la zona Norte.
LA COREA DEL NORTE NACIONALISTA
Todo el sistema político norcoreano está diseñado en clave de un sistema ideológico construido ad hoc para la realidad de Corea del Norte. En la actualidad, no hay documentos que tomen referencias externas o citen ideologías o construcciones doctrinales foráneas para organizar su sistema de poderes, una vez superado el periodo 1948-1972 y con el inicio de la concreción del pensamiento Juche como fórmula autóctona. Por lo demás, el debate sobre el nacionalismo ha sido un clásico en el socialismo y el comunismo y la contradicción entre el discurso internacionalismo y la realidad del mismo discurso nacionalista y ello ha afectado también a la RPDC. También ello aconteció en la RPDC, en donde se pasó de considerar el nacionalismo como un concepto burgués a ser un elemento casi único de cohesión nacional.
El nacionalismo y la nación tienen su origen en la ideología liberal. Para Duverger (1970, 403) el nacionalismo creaba una solidaridad antinatural entre explotadores y explotados en un mismo país, pero a su vez este clásico autor señalaba que el nacionalismo desempeñó un gran papel en las dictaduras socialistas europeas, basado en circunstancias muy precisas. Así se manifestaba también el discurso norcoreano, al considerarlo un elemento “burgués”, que optaba por el concepto soviético de “nación”, basado en Stalin: un pueblo en un mismo territorio, idioma, cultura y economía, aunque la realidad histórica era a menudo contradictoria.
Así, el recurso al antiguo patriotismo ruso por Stalin frente a la invasión nazi fue un ejemplo claro de nacionalismo ruso y luego soviético, que incluso se plasma en el recurso al cristianismo ortodoxo en el peor periodo de la II Guerra Mundial. También el nacionalismo se concretó en las fronteras nacionales de los países este europeos y ello aconteció entre China y la URSS, Yugoslavia y Bulgaria –por el territorio de Macedonia-, Albania y la zona de Kosovo yugoslavo –conflictos que aún se arrastran a día de hoy-, aunque quizá el mejor ejemplo es el supuesto coreano, con una nación dividida por una frontera artificial, como también sucedió en Alemania hasta 1990.
Además, también se ha destacado el nacionalismo post estalinista de los países socialistas, en aquellos Estados de menor tamaño frente la imposición del punto de vista de los grandes, como la URSS en la Europa del Este y de China con los Estados comunistas de la zona asiática (Duverger, 1970, 405). Las pugnas entre China y Vietnam, que alcanzaron a enfrentamientos militares, siguen aún hoy latentes y en el fondo, las discrepancias entre Mao y Kim Il Sung reposaban en el intento de dominio del “hermano mayor” sobre el “menor”. Para el académico francés, muchos nacionalismos en los países socialistas de la época descansaban sobre un profundo sentimiento popular (Duverger, 1970, 406) y posiblemente era y son más creídos por la ciudadanía que los discursos huecos de la ideología política (Boltaina, 2021).
Corea del Norte no ha sido ajena a ello, al contrario. Es un modelo que progresivamente ha alcanzado un hipernacionalismo, que forma parte del ADN propio del régimen en la segunda década del siglo XXI. Un nacionalismo que hunde sus raíces en la época de ocupación japonesa y se ha ido expandiendo progresivamente hasta el día de hoy (Gray & Lee, 2021, 56). Pero el camino no ha estado exento de vaivenes.
Así, tras 1945, el nacionalismo no constaba en la hoja de ruta del régimen; no será hasta tras el fin de la guerra intercoreana cuando el nacionalismo norcoreano se interpretó como un “socialismo patriótico”, que combinaba las nociones de “pueblo” y “nacionalismo”, lo que así se incorporó en la ideología estatal Juche, cuya cita aparece a partir de 1958. De hecho, en la década de 1960, la idea de “nación” y “nacionalismo” ya consta en los escritos de Kim Il Sung y en sus instrucciones a la ciudadanía. En ese momento, el líder norcoreano define a “todos los coreanos” como una “etnia” homogénea, todos ellos descendientes de Tangun, el dios mitológico que creó la Corea de los 5000 años10. De hecho, pueden localizarse documentos de Kim Il Sung que señalan una línea continuadora entre el periodo paleolítico de Corea con la “Corea del Juche” y la ligazón entre Tangun y el propio Kim Il Sung.
Fue en la década de 1980 cuando el nacionalismo norcoreano inicia una manifestación radical, creándose el concepto de Chosun minjok cheil jui (Corea es la mejor política), de la mano de Kim Jong il. El nacionalismo de ese momento incorpora un concepto nuevo de “nación”: idioma, territorio, cultura y linaje de sangre de la etnia, en donde prevalecía el linaje, una herencia de sangre. Así, hasta el punto de que el Chosun minjok se traslada a la expresión Kim Il sung minjok, esto es, el verdadero líder que mantendrá el Chosun minjok. El nacionalismo norcoreano, a partir de la década de 1980 y hasta la actualidad une irreversiblemente a Corea, los coreanos y Kim Il Sung, como un todo inescindible, más allá de la ideología, mutable, readaptable e incluso derogable según las circunstancias históricas, por cuanto Corea es Kim Il Sung.
Baños (2017, 80-81) califica a los norcoreanos como el pueblo más homogéneo del mundo desde el punto de vista étnico, lingüístico, histórico, cultural y religioso, con una personalidad muy acusada, “forjada a lo largo de los años”, una “idiosincrasia tan específica como ampliamente desconocida”. Seth (2018, 1) indica que la RPDC fue creada por unos “revolucionarios conducidos por el nacionalismo” además del antiimperialismo y el derecho a acceder a la modernidad. El propio régimen considera al coreano como “un idioma superior en el mundo” en el contexto de “una nación homogénea que ha vivido durante mucho tiempo en la misma tierra con una sangre y un idioma” desarrollado por la idea lingüística del Juche y la política del Partido, vinculándose así conceptos tales como ideología, idioma, nación, pueblo, partido único y por supuesto, los tres líderes de la saga: Kim Il Sung, Kim Jong il y Kim Jong Un11.
Fue con Kim Jong il en que el pensamiento Juche pudo ser “desarrollado” como ideología única –y no como una adaptación creativa del marxismo-leninismo como rezaba la Constitución de 1972- y al final, el nuevo concepto se reinventa a partir de 2013 bajo la denominación de “kimilsungismo-kimjongilismo”, una clarísima emulación de la expresión “marxismo-leninismo” (Gray & Lee, 2021, 108) pero en versión coreana, que implica –en el periodo de Kim Jong Un- la teórica etapa final del pensamiento ideológico atribuido en su creación a Kim Il Sung.
Los denominados “Diez Principios para un sistema monolítico único”12, credo específico de los militantes del Partido único, señala en su Preámbulo aprobado en 2013, que la actual RPDC está en una “era histórica”, calificando a los dos líderes fallecidos como “los primeros líderes en miles de años que nuestro pueblo recibió y honró, levantaron la nueva era de la Independencia”, en tanto que Kim Il Sung fundó el Partido, el Ejército y la República misma, afirmándose en que el propio “país” fue obra de Kim Il Sung y que los dos líderes sustentan hoy “el Gran País, el Gran Partido y el Gran Ejército”. Por ello, para Buruma (2017), el nacionalismo norcoreano toma como elemento principal de referencia a Kim Il Sung y su familia, en una mezcla de estalinismo adaptado a Corea, raíces cristiana, la veneración a los antepasados según el pensamiento confucionista, el chamanismo indígena e incluso el culto al emperador –de Japón-, que gobernó Corea durante la primera mitad del siglo XX, aunque ninguna de estas raíces sea aceptada en ningún documento público del régimen.
El modelo deviene, así, claramente nacionalista, más allá incluso de las ideologías del pasado e incluso, del pensamiento Juche, salvo que se interprete este como una concreción del nacionalismo coreano del Norte, tal como es nuestro criterio. Aunque hay referencias a la paz, independencia y amistad con el exterior y un respaldo a los pueblos del mundo que luchan por estos principios -en una línea muy habitual a las Constituciones socialistas de la década de 1970 y 1980 en Europa y Asia (García Álvarez, 1978, 83)- lo cierto es que el discurso político norcoreano se impregna de un constante llamamiento a las esencias de la Corea cinco milenaria.
Un nacionalismo que se inició en el texto de 1972 –pero como hemos expuesto, se basa en sus antecedentes que se originan ya en 1948 y en especial a finales de la década de 1950- y que irradia completamente al ámbito político, económico y cultural tal como señaló la escasa doctrina que analizó la introducción del pensamiento Juche (Kim & Kearley, 1982, 731 y ss.) considerándolo una versión de socialismo y nacionalismo o “declaración nacionalista de independencia” (1982, 732). De hecho, el Preámbulo de la versión de 1974 de los antes citados “Diez Principios”, fijaba que Kim Il Sung estuvo desde el principio al frente de la Revolución, “abriendo camino a la revolución coreana y liderando la heroica lucha revolucionaria anti japonesa para que nuestra revolución perdure por los siglos y establecer así la gran histórica tradición revolucionaria eterna”.
AGOV (2013, 22) considera que el nacionalismo es uno de los elementos más distinguibles del sistema norcoreano que se manifiesta ideológica y políticamente en base a las siguientes fuentes:
a) la homogeneidad de la etnia y la cultura y en un lugar relevante, la versión de la lengua coreana hablada en Pyongyang;
b) el recuerdo al colonialismo japonés y el presunto legado de la guerrilla de Kim Il Sung y sus compañeros que formaron un núcleo duro en la estructura de poder del Partido-Estado a partir de 1948;
c) la formación y elevación al mito de una Corea de 5000 años13;
d) la doctrina Juche –que supone la justificación de la familia Kim- y
e) las presiones externas que han solidificado el sentimiento nacional que permite que los norcoreanos repudien cualquier acción con origen en EE.UU o Japón, sin necesidad de que se les presione y como sentimiento nacional interiorizado que no se modificará fácilmente ni tan siquiera con un cambio de régimen político (Baños, 2017, 84).
f) A ello añadimos por nuestra parte un elemento añadido, quizá aún más importante: la identificación absoluta entre Kim Il Sung y Corea, según el discurso del régimen. Más que cualquier referencia ideológica, “en Corea del Norte la raza (sic) norcoreana es el pueblo de Kim Il Sung. La Corea de Kim Il Sung y el pueblo de Kim Il Sung son las expresiones oficiales utilizadas”14, por lo que se puede señalar que el nacionalismo norcoreano no puede ser entendido sin la persona de Kim Il Sung, de tal manera que si en el Norte y en el Sur el nacionalismo se basa en la “coreanidad”, basada en una etnia, en la RPDC además se une el elemento de la herencia de Kim Il Sung (Kim Kwang-cheol, 201415), que a nuestro juicio extiende tal interpretación a Kim Jong il y al actual dirigente Kim Jong Un, como miembros de la saga que tiene origen en el padre fundador de la República.
Un nacionalismo, calificado de “feroz” y “anclado en la historia”, resultado de la resiliencia del sistema, que ha sobrevivido a una guerra fratricida intercoreana, al hundimiento de la URSS y que ha evitado seguir el camino de sus homólogos de la Europa del Este, las transformaciones de China, la muerte del padre fundador, la hambruna de la década de 1990 –con entre 800 mil y dos millones de fallecidos por inanición- y ha concretado dos sucesiones “dinásticas”, en un contexto internacional hostil y de sanciones exteriores (Pons, 2016, 24-25). Un nacionalismo que también para Pons (2016, 41) fue usado por Kim Il Sung para eliminar sus enemigos interiores y a su vez resistir a la desestalinización, y un “juego sabio” de báscula entre Moscú y Beijing.
El Informe de 2014 redactado por la Asociación norcoreana de derechos humanos afirmaba que “los coreanos son una nación homogénea que lleva una misma sangre, habla un solo lenguaje, tiene una sola cultura y vive en un mismo territorio. También son inteligentes e ingeniosos”, una nación que la historiografía actual considera que fue fundado por Tangun –elevando a realidad el que fue un ser mitológico-: “fue el primer Estado en el Este asiático, con Pyongyang como su centro” (Informe ADH, 2014, 7).
Más allá del propio Preámbulo constitucional de la vigente Constitución de la RPDC, que reitera las tradiciones revolucionarias de la lucha anti japonesa y la “restauración de la Patria” y la defensa de conceptos que se consideran propiamente coreanos como la idea Juche –y hasta el 2019, la política militar Songun-, toda la Constitución –y las normas que la desarrollan- mantiene una posición fuertemente nacionalista. El periodo de Kim Jong Un no lo ha disminuido; el eslogan “Sigamos viviendo según nuestra vía” fue puesto como titular del comentario del Rodong Sinmun en el 201816, en una línea ideológica muy constante.
Igualmente, jamás texto constitucional alguno hizo referencia a la Unión Soviética, ni tan solo en 1948, pese a que realmente fue la URSS quien liberó Corea de la ocupación japonesa, en la zona Norte. Ello la diferenció de algunos modelos europeos o del más destacado de ellos en este sentido, el de Alemania Oriental –país homólogo a Corea en cuanto a su división-, que incluía en la parte orgánica de la Constitución una referencia a que el Consejo de Ministros desarrollaría y profundizaría la cooperación con la URSS (García Álvarez, 1978, 83).
Así, llegados a la década de 2020 y mantenido el sistema hasta el momento presente (2023), se sigue considerando la RPDC como un Estado que ha heredado las “brillantes tradiciones” de la lucha revolucionaria “contra los agresores imperialistas” y el intento de lograr la “victoria completa del socialismo en la parte Norte de Corea”, según sigue afirmando el referido Informe.
Hasta el 2019 aún constaban en el discurso legal, pero no tanto ya en el discurso político cotidiano, las referencias a métodos y sistemas propiamente de la etapa norcoreana, como el sistema Chongsanri o el método Taean –todos ellos métodos específicos de desarrollo económico- la “cultura socialista” y las referencias a una “cultura nacional socialista” opuesta “a la penetración cultural del imperialismo y la tendencia restauracionista”.
Igualmente, se ha mantenido hasta hoy, en la Constitución vigente, la protección del “patrimonio de la cultura nacional” y la herencia que este supone, desarrollado a través del socialismo frente al imperialismo17 y la desaparición del “modo de vida de la vieja sociedad” frente a “un nuevo modo de vida, el socialista”18.
Sigue insistiéndose legalmente y en las proclamas públicas en el desarrollo de un arte y una literatura “autóctonos y revolucionarios”, que combinen socialismo y “la forma nacional”19, la protección de la lengua propia –en un contexto en que apenas hay autóctonos de lengua no coreana20-, la inclusión en el escudo nacional del Monte Paektu como “monte sagrado de la revolución”21 y la sacralización del Palacio del Sol de Kumsusan donde reposan Kim Il Sung y Kim Jong il, entre otros elementos. La propia visualización de Pyongyang como capital coreana con 4000 años de antigüedad22 y la tumba de Tangun, ha sustituido a Seúl, que era la capital que la Constitución de 1948 proclamaba como propia.
Por ello, tuvo plena lógica la promulgación en 2020 de la Ley de prevención de la difusión de materiales culturales, imponiendo elevadas penas –incluso la pena capital- por el delito de difusión de materiales culturales con origen en países hostiles, una norma que parece aplicarse con mayor rigor que la disposición prevista en el Código Penal23.
Desde el punto de vista doctrinal, el nacionalismo norcoreano fue puesto de manifiesto –y sistematizado- sin ambages por Kim Jong il al final de su mandato, coincidiendo con la crisis derivado del fin del socialismo europeo. Para el dirigente, si bien en un país pueden existir clases y capas con intereses distintos, el “auténtico nacionalismo” es “amar a la nación, apreciar sus peculiaridades e intereses y aspirar a su desarrollo y prosperidad”, a través de unos “intereses, sentimiento e ideología comunes de sus componentes, cuyo reflejo es precisamente el nacionalismo”.
En este discurso político, Kim Jong il consideró al nacionalismo como un concepto progresista –criterio que era el predominante entre 1948 y finales de la década de 1950-, aunque a lo largo de la historia hubiera sido empleado también por tendencias feudales o burguesas. Este falso nacionalismo se distinguía del “verdadero nacionalismo”, en la reconducción que llevaron a cabo Kim Il Sung y Kim Jong il.
En 2002, aquél último publicó su obra sobre el nacionalismo, “Comprender correctamente el nacionalismo” en donde afirmó que la teoría revolucionaria “antecedente de la clase obrera” –modo eufemismo de referirse al socialismo soviético- no facilitó una explicación correcta del nacionalismo, ya que prestó mayor atención a fortalecer la clase obrera mundial, desechando el problema de la nación. Sorprende la claridad de Kim Jong il: consideró un criterio erróneo esa posición crítica al nacionalismo, pues afirmó que “el comunismo no es una doctrina que defiende únicamente los intereses de la clase obrera. Defiende, además, los de la nación”
El nacionalismo -en el pensamiento de Kim Jong il- no entraba en contradicción con el internacionalismo (Duverger, 1970, 404-405, ya indicaba en la década de 1970 que esa era la versión oficial de Moscú) pero consideró que un internacionalismo marginado de la nación y divorciado del nacionalismo “no significa nada”. Afirmó, además, que Kim Il Sung, como padre fundador de la RPDC, ya fijó la correcta explicación del nacionalismo, al señalar que “para ser uno comunista debe ser primero un verdadero nacionalista”, lo que supone anteponer claramente el nacionalismo coreano a la concepción ideológica.
Y en esta línea, Kim Jong il insistió de nuevo: “yo también sostengo que para ser uno genuinamente revolucionario y comunista, debe ser antes un ardiente patriota, un verdadero nacionalista” y sólo amando al “pueblo”, la “nación” y la “patria”, se puede ser un genuino comunista, verdadero nacionalista y fervoroso patriota, criticando por todo ello a la “globalización” y la “mundialización” política, económica, ideológica y cultural.
En conclusión, la posición de Kim Jong il supuso oficializar sin rubor una orientación profundamente nacionalista del modelo norcoreano distinguiendo claramente entre el pensamiento Juche, que se considera plenamente nacionalista y propio, autóctono- del comunismo –foráneo ya- al que se le indica que sin ser nacionalista previamente deviene en un falso comunismo. El salto ideológico que formuló Kim Il Sung se concreta por escrito y en la lógica del régimen precisamente con el que sería el siguiente dirigente de la RPDC (Kim Jong il, 2002).
Significativamente, el dictador rumano Nicolae Ceausescu –que veía en Kim Il Sung un modelo a seguir- fijó en su Constitución de 1965 un concepto de nacionalismo que unía conciencia nacional, patria, historia rumana, latinidad y héroes del pasado –Decebalo y Mircea cel Batrin24- incluyendo al propio Conducator rumano (García Álvarez, 1978, 84-85). Todo ello tras una visita a Corea del Norte de donde volvió eufórico por el sistema allí implantado, el nacionalismo exacerbado y el culto a la personalidad al máximo líder.
Por lo demás, progresivamente todos los países del Este acentuaron en gran medida estos valores históricos –no siendo, por tanto, Corea un hecho aislado- pues muchos de ellos tenían tendencias nacionalistas internas confrontadas, incluso entre países “amigos” del campo socialista, que se fueron fomentando con el tiempo25 e incluso en algún momento hubo riesgo de enfrentamiento militar –como aconteció entre Hungría y Rumania, en defensa la primera de la minoría magiar perseguida por Ceausescu-.
Entendemos por tanto que es, el nacionalista, un discurso claramente dirigido también frente a otros Estados, ya fueran en el pasado los del Este europeo y la URSS y en la actualidad, EE.UU, Japón e incluso China, con críticas puntuales a su interferencia en los asuntos norcoreanos26.
Pons (2016, 41) destaca que este tipo de nacionalismo norcoreano se ha denominado, en expresión de Amstrong27, la “tiranía del débil”, que permite al Estado en situación de inferioridad mantener un margen de independencia frente a los aliados con política expansiva. Baños (2017) se refiere a la “asimetría” de la debilidad que sitúa a la República norcoreana en una posición de ventaja, pues nadie es capaz de fijar con claridad qué estrategia final hay detrás de cada acción (Baños 2017, 459, lo que la ubicaría en la “estrategia del loco”).
En este sentido conclusivo, Pons (2016, 41) destaca que Corea del Norte representa en la actual tercera década de siglo una mentalidad de fortaleza asediada, con un nacionalismo extremo, en la que se mezclan la humillación histórica –colonización y división del país-, el sufrimiento de dos guerras, el sentimiento de una amenaza exterior –a nuestro juicio, asumido por la sociedad-, todos ellos factores determinados y a menudo subestimados en los cálculos estratégicos, que supondría que ningún Ejército extranjero sería visto como una fuerza de liberación en la actual RPDC y un enorme sostén potencial para una nueva fragmentación del país o de lucha guerrillera si el régimen cayera por invasión, especialmente si ello proviene de EE.UU o Japón (Baños, 2017, 84).
A ello unimos el orgullo por la potencia nuclear que el régimen proclama y también el haber logrado un trato de presunta igualdad –o de superioridad norcoreana, para el discurso de consumo interno- con EE.UU y Corea del Sur, que ni Kim Il Sung ni Kim Jong il no lograron personalmente, y que se constata al declarar que la “mayor hazaña” del nuevo dirigente es haber situado a Corea del Norte en su punto álgido de relaciones internacionales y a la vez una potencia nuclear de primer orden, tal como se expresó ante el 8º Congreso del Partido celebrado en 202128.
A MODO DE CONCLUSIÓN
A lo largo de este artículo hemos planteado dos elementos específicos. En primer término las concepciones ideológicas del régimen norcoreano y luego los elementos fundamentales que pueden sustentar la construcción nacionalista del régimen: en grado menor, una división forzada del territorio y la voluntad teórica de reunificación nacional y el contexto propiamente nacionalista del discurso político y jurídico, como esencial aglutinadora de la dirigencia y la ciudadanía. A nuestro juicio, podemos exponer las siguientes conclusiones, tomando como referencia lo manifestado en el título de este artículo, casi como contraposición, sobre si la Corea del Norte nacida en 1948 es un Estado “socialista” o “comunista” o bien un Estado fundamentalmente nacionalista.
1º. La RPDC que fue proclamada en 1948 lo hizo en un contexto de ocupación militar soviética. Es más, parece un lugar común establecer que Kim Il Sung llegó al poder gracias al apoyo de las fuerzas soviéticas, pese al discurso oficial actual según el cual aquél liberó a Corea del ocupante japonés y era el líder natural y único que podía dirigir la República norcoreana.
En este sentido, los documentos del periodo entre 1945 y 1948 y los posteriores, especialmente hasta 1950 –fecha de inicio de la guerra intercoreana- son claramente de alineamiento con la URSS de Stalin y de abrazo al comunismo y al marxismo-leninismo en su versión estalinista. El nacionalismo era, en aquel momento, un concepto más bien burgués, si bien se pusieron rápidamente las bases para sustituir tal idea por otra mucho más próxima al nacionalismo.
Como hemos señalado, hay elementos que nos permiten cuestionar el concepto ideológico absoluto de ese periodo. La ideología comunista y socialista quedaba muy lejos de la mentalidad norcoreana y de la población misma. Con una ciudadanía prácticamente analfabeta y con una sociedad civil escasa –a consecuencia de la persecución constante por parte del ocupante japonés- sólo existía una pequeña élite universitaria y de grupúsculos políticos que comprendían las ideas con origen en Europa.
A nuestro juicio, lo que ciertamente cohesionó a la nueva República norcoreana fueron, muy a menudo, elementos propios de la tradición histórica de Corea: el idioma –prácticamente nadie en la zona Norte hablaba otro idioma distinto al coreano, salvo el ruso o el chino-, las tradiciones confucionistas, la familia como eje nuclear de los vínculos personales y sociales y la argamasa colectiva que suponía que por vez primera en muchas décadas, el Norte de Corea aparecía como un Estado independiente –al menos, formalmente- frente al pasado. A ello vino, sin lugar a dudas, a unirse dos circunstancias de gran trascendencia: la larga ocupación japonesa, calificable de genocida, entre 1910 y 1945 y luego la guerra intercoreana entre 1950 y 1953, que creó un sentimiento profundamente nacionalista, muy favorable a Kim Il Sung y a su programa.
Por ello, a nuestro entender, la ideología socialista y comunista tuvo un papel importante en la primera década y quizá durante la segunda, que fue disminuyendo progresivamente a partir del final de la guerra intercoreana –que coincidió con la muerte de Stalin en 1953- y el inicio de dos procesos que fueron muy mal vistos por la dirigencia de Pyongyang: la crítica al sistema estalinista que llevó a cabo Nikita Kruschov y el enfrentamiento progresivo entre la URSS y China, que Corea del Norte quiso sortear para evitar un compromiso total con una de las partes.
2º. El proceso de desideologización parcial se inicia posiblemente en la década de 1960 y se reafirma en la de 1970. Así, en la Constitución de 1972 se introduce la Idea Juche, como concepto ideológico autóctono pero no así aun absolutamente independiente, al definírsele como una interpretación coreana del marxismo-leninismo. En este proceso, en las décadas de 1970 y 1980 el pensamiento Juche se va fortaleciendo a la par de otro concepto absolutamente imponente: el culto a Kim Il Sung y la proclamación de este como Líder Supremo, padre de la patria y único interprete de los deseos de la ciudadanía, en donde progresivamente se unía la etnia coreana, la historia del país, la nueva República y el máximo líder.
En ese momento, las ideologías clásicas extranjeros pierden toda su importancia estratégica. Se pasa a reforzar los conceptos propios, siempre vinculados a la familia Kim y a la forma propia de vida de Corea. Por tanto, la ideología cede su paso a un concepto de nacionalismo que se vertebra fundamentalmente por el culto a la personalidad hacia Kim Il Sung, el recurso permanente a las esencias tradicionales de Corea y a las dos guerras acaecidas en el siglo XX o a las nuevas que se crean o surgen y el fortalecimiento del Estado, independiente del Sur y sin posibilidades de real unificación de las dos partes de la Península.
3º.- Posiblemente la ideología socialista y comunista queda absolutamente orillada en la práctica a partir de la muerte de Mao Zedong, los cambios económicos que se inician en China y, especialmente, el fin del sistema soviético en 1990-1991, con la caída de la URSS y los Estados europeos socialistas. Ello coincide con la muerte de Kim Il Sung en 1994 y el inicio del mandato de su hijo, que en medio de una situación económica catastrófica, lanza la política Songun –preferencia de los asuntos militares sobre los civiles- para contener los graves riesgos del país, recurriendo al Ejército para la supervivencia, lo cual –pese a todos los elementos negativos- lo logró, de tal forma que estabilizó el país en la década de 2000. No obstante, en ese momento se rompe el “contrato social” existente entre el régimen y la ciudadanía, con la desastrosa hambruna que acaece entre 1994-2002, lo que supone una pérdida casi total del valor ideológico y el reforzamiento del nacionalismo, elemento que aglutinó a la población para sobrevivir ella misma y su propio país.
A partir de 2000-2002, el régimen se prepara para la sucesión a la tercera generación, que encarnaría Kim Jong Un. En este contexto histórico, el discurso se basa ya no la ideología –cada vez más diluida y posiblemente cada vez menos creída por la sociedad- sino reforzar la idea de una Corea –la RPDC- fuerte y firme, interiormente y sobre todo hacia el exterior. Siguiendo quizá un modelo sucesorio en ciernes para la cuarta generación, desde 2022 Kim Jong Un aparece a menudo, de forma sorpresiva pero cada vez más habitual, con su hija menor, acompañándolo muy a menudo en actos militares.
Si tomamos los cinco elementos nacionalistas que Azov (2013) que con anterioridad hemos expuesto y que en gran medida compartimos, la RPDC de la tercera década del siglo XXI aparece completamente alejada de sus orígenes políticos, incluso de los elementos referenciales de la etapa de Kim Il Sung y aún menos de Kim Jong il, pese a que como tales “padres de la patria” son de presencia permanente en la sociedad. La RPDC del momento presente se basa fundamentalmente en los siguientes elementos adaptados a una Corea que ha superado los diez primeros años de régimen de Kim Jong Un y un suceso inesperado –para ella y para el resto del mundo-, como es la pandemia del Covid-19.
Así podemos destacar los siguientes elementos para la conclusión que nos permiten concluir que el régimen norcoreano es fundamentalmente nacionalista, en donde la ideología se ha ido diluyendo hasta un punto que, aun existiendo formalmente, quizá no tenga predicamento alguno entre amplias capas de la población, y en donde la fortaleza del sistema se basa en la defensa a ultranza de sus propios intereses y de una coreaneidad absoluta.
a) Se mantiene como en el pasado la homogeneidad –posiblemente casi total- de la etnia coreana y en menor término la cultura –dado que pese a la posición del régimen, hay influencias externas a través de China y Corea del Sur-. No consta ningún tipo de matrimonios mixtos ni tampoco que haya sobrevivido culturalmente ningún elemento de las ya muy minoritarias etnias china o rusas existentes en el pasado, de tal forma que esta homogeneidad otorga fortaleza al régimen e incrementa la versión nacionalista de la acción política y de la argamasa que se desea para la ciudadanía. Por ello, se le ha definido como un “nacionalismo de Estado”, que se basa en una fuerte interpretación etnocultural basada en la identidad nacional (Denney, 2016, 40).
b) El recuerdo histórico a la ocupación japonesa hasta 1945 y la guerra intercoreana, pero reinterpretando la historia, de tal forma que la victoria en ambos casos fue por la exclusiva participación de los coreanos, sin apenas ayuda externa. En este sentido, no hay ápice alguno de aceptación de que Corea recibió ayuda extranjera, incidiendo que solo los coreanos lograron la victoria, lo que supone una exaltación del régimen y de sus líderes, sin que conste un pensamiento crítico contrario a esta perspectiva.
c) El progresivo aumento de la elegía a la historia de los 5000 años de Corea, hasta el punto de buscar hilos conductores entre el inicio prehistórico de Corea y la actual y en especial, entre los mitos históricos y la familia Kim. Frente a la dilución progresiva del nacionalismo en el Sur, en el Norte, prevalece la noción de etnicidad, identidad nacional, la noción de que el pueblo es más que la “raza coreana” y además es el “pueblo de Kim Il Sung” (Denney, 2016, 41), a lo que nosotros añadiríamos que es el pueblo del linaje de la familia Kim.
En el este sentido, pese a que Kim Il Sung falleció en 1994, él continua definiendo la nación norcoreana, hasta el punto que consideramos que esta unión entre Corea-Kim Il Sung implica una identidad propia en el Norte que se aleja de la del Sur29, que como hemos señalado, se extiende a sus sucesores.
d) Mantenimiento de una ideología propia, que sigue denominándose “pensamiento Juche” pero reconducido a un concepto absolutamente propio y no exportable, el “kimilsungismo-kimjongilismo”. Este elemento es muy importante, porque no hay por parte del régimen intento significativo de exportar su ideología al exterior, más allá de algunos intentos limitados. A diferencia de la URSS y de China, la RPDC de hoy –y en gran medida, a partir de la década de 1980- la ideología Juche y ahora el kimilsungismo-kimjongilismo no tiene ninguna voluntad de aplicación al exterior, replegándose al interior, como un concepto nacionalista propio, no exportable, pues se basa en elementos exclusivamente coreanos, entre ellos fundamentalmente el culto a la personalidad de la familia Kim. A nuestro entender, su componente ideológico solo puede ser comprendido desde la base al culto a la familia Kim y al sustrato nacionalista coreano.
e) El fortalecimiento de un sentimiento de “nación asediada”, a la cual se ha dado respuesta a través del arma nuclear creando incluso una forma de “nacionalismo nuclear”. Un statu quo nuclear que se ha asentado entre la población, que les une frente a los teóricos ataques extranjeros con origen fundamente de EE.UU –en el discurso oficial-, que a nuestro juicio ha creado un sentimiento interiorizado por la inmensa mayoría de la ciudadanía –que no tiene elementos críticos comparativos- y que refuerza el sentimiento de la fortaleza de la RPDC con el apoyo de China y Rusia.
En este sentido, las reuniones de Kim Jong Un con los presidentes de China, Rusia y EE.UU han sido hechos históricos hábilmente empleados por el régimen para fortalecer el sentimiento nacionalista de una Corea del Norte que trata de “tu a tu” a las grandes potencias, tanto a las amigas como al eterno gran enemigo, los EE.UU y despreciando al otro enemigo, Japón.
A nuestro juicio, y como reflexión final, intuimos que Corea del Norte progresivamente seguirá diluyendo los conceptos ideológicos para ir adaptándose a cada circunstancia política, exterior o económica que en el futuro haya e irá fortaleciendo el sentimiento nacionalista, de una RPDC única e inexpugnable, para consumo interno de la ciudadanía y cohesión de la misma, pero también ad extra, frente a los restantes países, que parecen haber asumido tras más de 70 años de vigencia de la República norcoreana que esta ha sobrevivido a los cambios en el bloque socialista europeo y asiático, que la tercera saga de la familia liderada por Kim Jong Un se ha consolidado y que muy posiblemente la Corea del Norte nuclear ha llegado para quedarse. Coincidimos por ello con Kang (2007), que la fuerza esencial para la supervivencia y resiliencia de la RPDC no es la ideología política, sino la fuerza ideológica del nacionalismo, basado en una larga historia de sufrimiento, un nacionalismo que se creó antes de 1945, se transformó a partir de 1948 y ha llegado al siglo XXI con unas características muy propias que hacen extraordinariamente interesante su estudio.
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1 Hemos optado al referirnos a los nombres coreanos de la zona Norte por la grafía oficial que impone Pyongyang, separando el apellido de los nombres (Kim Il Sung), frente al modelo del Sur, que agrupa el nombre propio y posición en familiar con un símbolo “-“ (Kim Il-sung).
2 Según el relato oficial, Kim Il Sung nació en 1912 y falleció en 1994. Su hijo, Kim Jong IL, nació en 1942 y falleció en diciembre de 2011. Se desconoce el año de nacimiento del hijo del anterior, Kim Jong Un, aunque aproximadamente data de 1984.
3 Marx y Lenin ya no tenían ninguna presencia en Corea del Norte en el 2008, excepto sus imágenes en la Plaza Kim Il Sung de Pyongyang, comprobado in situ por este autor. En el 2012, las imágenes habían desaparecido, sin que conste en ningún documento la razón ni quien tomó la decisión.
Mientras, Corea del Norte parece ser que había construido –entre 1948 y 2011- unas 35.000 estatuas en honor de Kim Il Sung antes del fallecimiento de su hijo en ese último año, según datos del servicio de inteligencia surcoreano. Ninguna estatua existía en honor de él y sólo se han erigido tras su deceso. No existe estatua alguna, por tanto, en honor de Kim Jong Un, por estar vivo. En la simbología norcoreana, sólo los grandes líderes fallecidos pueden poseer una estatua. No hemos podido localizar estatuas en Corea del Norte dedicadas a otras personalidades en vida ni tampoco fallecidas –escritores, filósofos, etc.-aunque parece ser que sí existen a un nivel reducido –por ejemplo, en el Cementerio de Recuerdo a los Mártires de Corea, en Pyongyang-. La esposa de Kim Il Sung Kim Jong Suk, fallecida en 1946, sí mantiene un relativo culto a su personalidad a lo largo del territorio, con estatuas, bustos y cuadros en su honor.
4 HONG Jin-hyok, “Preserving Juche caracter and national identity is fundamental principle for implementing socialist cause” (periódico Rodong Sinmun, 20-6-2020).
5 El discurso clave es el de Kim Il Sung “Sobre la eliminación del dogmatismo y del formalismo y el establecimiento del Juche en la labor ideológica” (28-12-1955) donde señaló que “estudiamos la historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, la de la Revolución china o los principios universales del marxismo-leninismo, lo hacemos siempre con el propósito de llevar a cabo acertadamente nuestra revolución”.
6http://www.naenara.com.kp/sp/news/news_view.php?0+94912; última visita, 1-4-2022
7 El Partido del Trabajo de Corea ejerce, en la práctica, como partido único, aunque existan formalmente otros dos partidos políticos, de los que se desconoce cualquier tipo de actividad política.
8https://www.wilsoncenter.org/program/north-korea-international-documentation-project; en concreto, una inmensa cantidad de documentos publicados en el marco del “North Korea International Documentation Project”.
9 El discurso oficial nunca asume el término occidental de “Corea del Norte”. Sólo acepta el de “Corea del Sur”. No obstante, la expresión “Corea del Norte” no es considerada despectiva en el uso por parte del visitante extranjero.
10 El mito de Tangun es uno de los ejemplos más significativos de la mitología coreana asumida como una realidad por el régimen de Corea del Norte. Tangun (o Dangun) fue el fundador del primer Reino de Corea, Gojoseon. La mitología afirma que es el “nieto de los cielos” y que fundó el Reino en el 2333 a.c. Pese a ser un ser mitológico, el régimen afirma que localizó su tumba cerca de Pyongyang y construyó allí un Mausoleo. Las dos Coreas celebran el día de Dangun (Gaecheonjeol) en el mes de octubre. La ligazón entre Tangun y Kim Il Sung es importante porque al ser el primer emperador coreano, circa 2333 a.c., sería anterior al propio Cristo. Su leyenda tiene muchas versiones, aunque coinciden en que Tangun fue el primer humano que gobernó Corea, el ancestro del pueblo coreano y la persona que dio a Corea el nombre, Choson (“la tierra de las mañanas tranquilas”) y, por consiguiente, el origen de la familia Kim.
11 Declaración publicada en Uriminzokkiri web de la Agencia Central de Noticias de la RPDC; última consulta, 1-3-2023.
12 Los Diez Principios son un documento aprobado en 1974 y reformado en 2013, que fija las reglas del régimen norcoreano y en donde fundamentalmente establece la preeminencia de Corea y el liderazgo único y omnipresente del Partido, así como de sus máximos dirigentes, tanto Kim Il Sung (1974) como Kim Jong il (tras su fallecimiento) y que atribuyen a Kim Jong Un la función rectora del pueblo norcoreano.
13 Con Kim Jong Un, el recuerdo a la historia de 5000 años es constante, así en el Editorial del periódico órgano de prensa del Partido del Trabajo DPRK is a great powerful country which is dignified by independence and rapidly develops for itself (11-9-2019) se destaca que la República norcoreana es por vez primera un Estado coreano independiente y soberano, si bien “La RPDC (…) es una gran victoria que se registrará especialmente en la historia de la nación que abarca 5000 años”. Fijando como uno de los grandes hitos de esta historia de cinco milenios, el 7º y 8º Congreso del Partido según afirma el propio líder en el discurso inaugural del 8ª Congreso (2021).
14 Entrevista con un desertor norcoreano, de unos veinte años, en Seúl, junio de 2013, realizada por Steven Denney (2016).
15 Así define el nacionalismo norcoreano el investigador surcoreano Kim Kwang-cheol, en sus tesis doctoral “The Political Strategies of Kim Il Sung nationalism: a critical analysis”.
16 Editorial, Rodong Sinmun (10-11-2018).
17 Art.41, Constitución RPDC
18 Art.42, Constitución RPDC.
19 Art.52, Constitución RPDC.
20 La única etnia lingüísticamente significativa, con apenas 180 mil hablantes, es la de ciudadanos de origen chino en la frontera del Norte y una minoría de habla rusa, en torno a la zona circundante a la frontera con Rusia; Joshua Project (www.legacy.jushuaproject.net; última consulta, 11-4-2023).
21 Art.169, Constitución RPDC.
22 En el comentario “Venerando al benefactor de la liberación, héroe de la nación”, se proclamaba que Pyongyang ostenta una antigüedad de 4000 años. En realidad, consta como capital del Reino de Koguryo entorno al 427 DC y en 1890 poseía unos 40 mil habitantes. De hecho, en 1945 fue asumida como capital provisional, a la espera de lograr que la auténtica capital, Seúl, pasara a serlo en una Corea socialista unificada.
23 La Ley de 4 de diciembre de 2020 asume como objetivo prevenir y perseguir los elementos culturales –libros, videos, CD, etc.- con origen en Corea del Sur, Japón y EE.UU, fundamentalmente.
24 Decebalo fue un rey de los dacios, entre 87 y 106 DC. Luchó contra el Imperio romano y nunca fue vencido. Mirce cel Batran, fue Rey de Valaquia entre 1386 y 1418, desde el siglo XIX la historiografía rumana lo denomina Mircea el Grande. Ceausescu buscó ser heredero directo de Decebalo, siguiendo el ejemplo de Kim Il Sung y Tangun, un mito legendario de la historia de Corea que hoy en día el régimen de Pyongyang considera
25 Yugoslavia fue un ejemplo de nacionalismos enfrentados en un mismo país; también hubo enfrentamientos territoriales o étnicos entre presuntos amigos y aliados –Bulgaria con la Macedonia yugoslava, Albania con el Kosovo yugoslavo, checos y eslovacos entre sí o lituanos, letones y estonios frente a la presencia de minorías –muy amplias- rusas.
26 Como críticas sorprendentes y actuales, vid., publicada bajo la firma de un desconocido analista Jong Phil, criticando a los medios de comunicación chinos por interferir en el programa nuclear norcoreano, considerados un “acto arrogante dirigido a la interferencia en el tema interno de la nación coreana”, a quienes acusan de interferir entre el Norte y el Sur de Corea también y afirmando que tal actitud “recuerda a uno de los esos tipos malvados mirando por encima de la valla de un banquete del anfitrión”, calificando de “despreciable” la interferencia china, comparándolos con Donald Trump y el primer ministro japonés Abe. Rodong Sinmun, 10 de febrero de 2018.
27 La expresión “tiranía de los débiles” es un concepto usado, en cuanto a Corea del Norte, por Charles Amstrong en su muy cuestionada monografía –por sus citas falsificadas-, “Tiranny of the weak, North Korea and the World, 1950-1952”. Cornell University Press, 2013.
28 Discurso del miembro del Politburó RI Il Hwan, en la sesión de 10 de enero de 2021 (8º Congreso de Partido del Trabajo de Corea, 2021).
29 Esta concepción, que defiende Steven Denney, la compartimos plenamente. En nuestras visitas a Corea del Norte, la presencia de Kim Il Sung sigue siendo constante en todos los ámbitos de la vida. A ellos se une Kim Jong il, especialmente tras su fallecimiento, y por supuesto Kim Jong Un. En este sentido el linaje familiar de la familia Kim supone un elemento nuclear del sentimiento nacionalista norcoreano.