La rivalidad entre islamismo político y nacionalismo árabe en Egipto, desde el liderazgo de la lucha contra el colonialismo hasta la actualidad
The rivalry between political Islamism and Arab nationalism in Egypt, from the leadership of the struggle against colonialism to the present day
Diego José Fernández Nicolás
Madrid, España
diegofn@yahoo.com
Recibido: 10/05/2023
Aceptado: 05/06/2023
DOI: https://doi.org/10.33732/RDGC.12.83
Resumen
Este artículo analiza la génesis del enfrentamiento entre nacionalismo árabe y el islamismo político en Egipto, en su afán por dirigir la lucha contra el colonialismo y posteriormente en conformar su enfoque sobre la identidad y la gobernanza del país.
El enfrentamiento, liderado en ambos polos por el Ejército egipcio y por los Hermanos Musulmanes, ha sido una lucha por el poder que ha evolucionado a lo largo del tiempo. Y debe su importancia a que la evolución y expansión del islamismo en todo Oriente Medio, ha determinado la historia política de la región hasta hoy.
Palabras clave
Nacionalismo, Nacionalismo Árabe, Islamismo, Hermanos Musulmanes, Colonialismo, Egipto
Abstract
The article analyzes the genesis of the confrontation between Arab nationalism and political Islamism in Egypt, in its aim to lead the fight against colonialism and later to shape its approach to the identity and governance of the country.
The confrontation, led at both poles by the Egyptian Army and the Muslim Brotherhood, has been a struggle for power that has evolved over time. And it owes its importance to the fact that the evolution and expansion of Islamism throughout the Middle East has determined the political history of the region until today.
Keywords
Nationalism, Arab Nationalism, Islamism, Muslim Brotherhood, Colonialism, Egypt
INTRODUCCIÓN
El nacionalismo árabe y los Hermanos Musulmanes1 en Egipto, tienen una relación compleja y a menudo conflictiva. En general, el nacionalismo egipcio y la hermandad musulmana surgieron como respuestas a la dominación colonial británica y las políticas secularizadoras del gobierno egipcio.
Nacionalismo e islamismo, son corrientes políticas que tuvieron una evolución paralela, con muchos conflictos y alguna conexión. El nacionalismo egipcio se originó en la primera mitad del siglo XX y se centró en la lucha contra la dominación británica y la construcción de un Estado-nación. Para ello promocionó una identidad egipcia única y la lucha por la independencia del país de la dominación extranjera. Se enfocó en valores seculares y en la modernización de Egipto, pero en ciertos momentos se acercó a los argumentos religiosos e islámicos del islamismo político.
El camino desde la religión hacia la política, nos lleva a definir el término islamismo como la tendencia política que busca en la religión la solución a los problemas de la sociedad. A principios del siglo XX surgió como respuesta a la época colonial, sin embargo con el paso del tiempo se afianzó como oposición a los gobiernos nacionalistas árabes, hasta que sus presupuestos se desvirtuaron de la mano de la violencia yihadista y su falta de prejuicios para alcanzar el poder.
Para el profesor Waleed Saleh Alkhalifa (2007, 1), el auge del islamismo y el paso de algunos grupos islamistas radicales a la acción armada no han hecho más que acrecentar la preocupación de las sociedades, tanto musulmanas como occidentales. El islamismo, como ideología política, surge tras el fracaso de los modelos occidentales para dar respuestas, dentro del marco religioso político, a una sociedad musulmana carente de modelo socio-político-económico tras la descolonización. La mayoría de los países árabes, no consiguieron llevar a sus pueblos a la modernidad. Olivier Roy (1996: 49), aclara que el auge de estas ideologías se produjo en segmentos de la población de reciente urbanización. La sociedad árabe ya no tenía nada que ver con el entorno rural, ni con los tradicionales bazares. Son respuestas religiosas a los problemas sociales, a fin de conseguir la instauración de un Estado islámico a través de la islamización de la sociedad (Roy, 2003: 33).
Estos tres conceptos, Islam, islamismo y sociedad, es decir Estado islámico, nos dan una idea del concepto a definir. Islamismo es una ideología política que emerge como respuesta a una crisis multi variable, que como explica Hrair Dejmejan (1995, 5), se da en la totalidad de las sociedades de los países musulmanes. Para Ignacio de la Torre (2005, 80), es el activismo político que reconoce en el Corán y la Sunna, mensajes importantes sobre el sistema político musulmán e intenta aplicarlo. El islamista es aquella persona, grupo, organización o partido que ve en el Islam una doctrina política de guía que significa y motiva una acción colectiva que parte de esa doctrina.
La modernización y el cambio socio-económico de finales del siglo pasado, junto a la tendencia laicista propia de sociedades ilustradas, han dado como reacción a una rebelión que pretende sacar a la religión de su posición marginal por medio de actos violentos. Lacomba (2000, 83), explica que el fundamentalismo tiene su origen etimológico en el Cristianismo, explicación extendida por Karen Armstrong (2004, 22), quién puntualiza que su aplicación puede ampliarse a las otras dos grandes religiones monoteístas. Una corriente teológica nacida en EE.UU. de origen protestante, basada en la literalidad de los textos sagrados como única fuente de inspiración. Refrendado por Lionel Caplan (1987, 20) y Bassam Tibi (1998, 13), el fundamentalismo es una ideología política basada sobre una igualmente selectiva y arbitraria politización de la religión.
La islamización toma cronológicamente el relevo de los grupos marxistas en el cuestionamiento de los valores fundamentales del orden social, en palabras de Gilles Kepel (2005, 37). Ahora bien, el fundamentalismo es un paso más allá de la participación en procesos y estructuras sociales. Es indiferente a la cuestión social, quiere someter el conjunto de los actos y comportamientos humanos a la norma, en este caso islámica. Sin admitir el concepto de ideología islámica como dice el islamismo político. Es decir, como dice Roy (2003, 138), negándose a que la totalidad de los actos humanos adopte categorías occidentales surgidos de las ciencias humanas. Esta es la principal diferencia entre el islamismo y el fundamentalismo. Por lo tanto, este último, es un sistema político, al que Roy (1996, 17), denomina totalizador. Todos los aspectos de la vida social deben estar bajo un orden ideológico, remitiéndose a una vuelta a los valores iniciales del Islam, salafismo y un rechazo de toda influencia occidental.
Las distintas corrientes islamistas, aunque en último término compartan fines más o menos similares, difieren en la concreción de sus objetivos políticos y de los medios para alcanzarlos. Para Jordán (2004, 39), el islamismo pretende la revitalización del Islam en las personas y en las sociedades. El fundamentalismo islámico supera el cuestionamiento del poder político, para pasar a buscar un nuevo orden social y político basado en la violencia y la yihad y teniendo como fin la expansión del credo musulmán y la protección de la Umma ante amenazas externas a través de la aplicación de La Sharía, concluye Reinares (2003, 88). Con la aparición de Al Qaeda irrumpen organizaciones supraestatales con discursos que asumen una dimensión modernizadora sobre unos estrictos valores ligados a una concepción integrista del Islam, según el profesor Elorza (2002, 153). Se ha aprovechado de la creciente inestabilidad social en el mundo árabe y el bajo nivel económico y de desarrollo de estos países, para construir una teoría salafista que aglutine el descontento de amplias capas de la sociedad ofreciendo soluciones a su frustración, por medio de un Islam, que paradójicamente combina elementos arcaicos del Islam glorioso de las batallas ganadas, con elementos modernos.
NACIONALISMO ÁRABE Y LA FORMACIÓN DEL LIDERAZGO ISLAMISTA EN EGIPTO
A finales del siglo XVIII, la desventaja con occidente era demasiado grande para tratar de paliarla importando armas y técnicas de guerra. Al Islam le hacían falta cuatrocientos años de reformas político-sociales. La sociedad europea ya no tenía nada que ver con la musulmana. No se debió a una incompetencia del Islam, sino al fin de un modelo político superado por otro. Según explican los profesores Lewis y Kennedy, el dominio europeo se consolidó, tanto en la guerra como en el comercio, por dos hábitos occidentales: La cooperación y la competencia (Lewis, 2003: 73). La sociedad agraria tenía una vida limitada y simplemente llegó a su final inevitable (Kennedy, 2004: 38). En cierta medida podría decirse que este proceso fue la consecuencia natural de los anteriores éxitos turcos. El Ejército Otomano, por muy bien administrado que estuviera, no podía seguir expandiéndose sin un coste enorme de hombres y dinero. Y a diferencia de los posteriores imperios español, holandés e inglés, no produjo mucho en el terreno económico. La hiperextensión estratégica no dejaba ningún flanco tranquilo.
DEL COLONIALISMO AL NACIONALISMO
En la época colonial, Francia e Inglaterra se repartieron el Magreb y Oriente Medio (De Arístegui, 2004: 138), partiendo del Pacto Sykes-Picot y la traición a la Nación Árabe, a los que utilizaron para echar a los turcos del “Levante Fértil” y abonar el caldo de cultivo de lo que sería el resentimiento árabe hacia todo lo que venía impuesto de occidente. Los árabes se sometieron una vez más a fórmulas importadas de Europa, que si bien en su momento fomentaron un nacionalismo panárabe, se demostraron inútiles a la hora de aglutinar a las naciones árabes bajo el Islam. Ya que los intereses nacionales chocaban con el panislamismo, la umma.
Una legión de nuevos partidos radicales, cuyo espectro ideológico abarcaba desde el ideario islamista de los HHMM, a las posiciones de los grupos comunistas, rivalizaba por conseguir la lealtad de la nueva generación de islamistas (Rogan, 2012: 431). Esa ideología se había abierto paso desde el simple rechazo a los invasores coloniales, fundamentándose como la ideología política preponderante en la década de 1940. Egipto era sin duda el centro y motor de estas ideasen aquella época. La universidad y las mezquitas eran el epicentro de las protestas, espoleadas por el reciente fracaso de los árabes en 1948 en Palestina2.
En 1950, las nuevas elecciones en Egipto, marcadas por este clima tenso y el asesinato del primer ministro Mahmud Fahni an-Nukrashi, dieron la victoria al Partido Wafd (الوَفد حِزب), Partido de la delegación en árabe, cuya primera decisión fue tratar de negociar la independencia con el Gobierno Británico. Conversaciones que fracasaron, ante lo cual y dado el clima de violencia que se vivía en el país, optaron por retirarse a las riberas del Canal de Suez y acantonarse allí a la espera de acontecimientos. Por entonces el Wafd, ya comenzaba a reclutar jóvenes exaltados, sobre todo pertenecientes a los HHMM, con el objetivo de llevar las negociaciones por otro camino más violento. Las protestas no se hicieron esperar y miles de manifestantes tomaban las calles de El Cairo, haciendo blanco de sus iras, a los intereses occidentales, a quienes culpaban de todos los males que afligían a los árabes. El Rey Faruk, tratando de poner orden, disolvió el Gobierno de Mustafá al-Nahas, nombrando al frente del mismo a políticos leales a la corona y disolvió el parlamento en un intento de centralizar el poder en su persona, nos sigue explicando el profesor Rogan (2012, 438).
Un grupo de oficiales, llamados a sí mismos, “Oficiales Libres”, liderados por el joven Coronel Gamal Abdel Nasser, estaban en contra del poder arbitrario que ejercía la corona supeditando los recursos del país a los intereses extranjeros. La tensa relación entre el Rey y este grupo de oficiales, derivó el 23 de julio de 1952 en un golpe de Estado. Esta revolución supuso el ascenso de una nueva generación a los puestos de poder en Egipto y el comienzo del Estado moderno egipcio. La mayoría de los Oficiales Libres habían entrado en la Academia Militar tras el Tratado de 19363. Se organizaron desde los primeros años de su vida militar para acercarse a cualquier organización, política o no, y aprender sus técnicas y objetivos. Un momento importante explicado por Lufti y Marsot (2008, 139), fue cuando Nasser y Sadat se unieron a los HHMM, mientras otros compañeros se unían a partidos de izquierdas. Según Javier Martín (2011, 30), el propio Hasan Al Banna se ofreció para mediar entre el Ejército y un puñado de oficiales descontentos entre los que se encontraba Anwar el Sadat.
Una de las primeras decisiones que tomaron fue la de eliminar la influencia turca en los modos y títulos de la aristocracia egipcia. Una declaración de intenciones nacionalista. Seguido de una reforma agraria que les diera apoyo popular, restándole privilegios a los latifundistas. Mientras el Gobierno de Naguib trataba de paliar las deficiencias de una economía egipcia lastrada por la dependencia de la agricultura y el subdesarrollo de la industria, Nasser le daba prioridad a conseguir la retirada total de los británicos de territorio egipcio. Tras la revolución egipcia de 1952, el 19 de octubre de 1954, los dos gobiernos sellarían un acuerdo, auspiciado por EEUU, y que llevaría la rivalidad entre Naguib y Nasser al máximo. Se firmaba la definitiva independencia de Egipto. Nasser comenzó una serie de políticas transformadoras y proyectos sociales que cambiarían Egipto para siempre (Osman, 2013: 49).
En 1949, el asesinato del fundador de los HHMM, al Banna, daba una primera muestra de la rivalidad entre el nacionalismo militar egipcio y los islamistas. Su sucesor, al Hudaybi suavizó las relaciones con el poder, intentando dar una vertiente legal a la cofradía. Bajo su autoridad aún no asentada, siguen el proceso de aceleración política y social. (Vázquez Martí, 2017: 81). El 26 de octubre de 1954, un miembro de la Sociedad, Mohamed Abd al-Latif, intentó asesinar a Nasser mientras daba un discurso sin conseguirlo. El militar salió reforzado y con las manos libres para afianzar su posición política y quitarse dos enemigos de en medio. Naguib y los HHMM. Nos vuelve a decir Martín (2011, 33), que sería la época de consolidación y posterior caída del islamismo de los HHMM. (Rogan, 2012: 448), cuenta que seis miembros de la Cofradía fueron ahorcados por participar en el intento de magnicidio. Castaño Riaño (2013, 36), acaba explicando que el Guía Supremo de los HHMM también sería encarcelado tras conmutarse su pena de muerte. La rivalidad entre el Presidente de Egipto y Al-Hudaybi, era más que manifiesta. Lufti y Marsot (2008, 139), concluyen que Nasser presidiría Egipto, desde finales de 1954 hasta su muerte en 1970. Por primera vez en dos mil años, desde la época de los faraones, Egipto estaba gobernado por egipcios.
El Presidente Nasser, inició entonces conversaciones con el Primer Ministro de Israel, Ben Gurión. Nasser sabía que las limitaciones técnicas de su ejército no le permitían llevar a cabo la política exterior que pretendía, pero tampoco aceptaba que en los acuerdos con occidente, se incluyeran cláusulas para tomar partido por uno de los dos bloques en que el mundo comenzaba a dividirse. La época de la Guerra Fría, no hizo sino crear un clientelismo entre las superpotencias y sus aliados en África y Oriente Medio. El mundo se dividió en dos bandos y cada uno de ellos trató de aglutinar en una determinada forma de gobierno político-económica, a su área de influencia. Ninguno de los dos modelos sirvió en el mundo árabe. Tras las descolonización y la independencia de las potencias europeas, los nuevos Estados árabes quedaron a merced de gobernantes apoyados por las grandes potencias, que no llegaron a promover la justicia social tan añorada por el pueblo árabe. Rogan (2012, 461), explica que así Nasser se volvió hacia los árabes y de forma indirecta hacia el lado comunista. Por aquel entonces ya había contactado con el Movimiento de Países no Alineados, tratando de hacer un doble juego y mostrar que no tomaba partido por nadie, cuando en realidad intentaba comprar armas a la URSS por medio de China4.
Esta acción, distanció a Egipto de EE.UU. Reino Unido veía peligrar su dominio del Canal de Suez y Francia temía una revuelta en su área de acción africana, inspirada en el ejemplo egipcio. La conjura de todos ellos acabó con el fracaso de lo que en occidente se conocería como la “Crisis del Canal de Suez”, pero al que los árabes llamarían la “agresión tripartita” (Rogan, 2012: 463). La nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto, acabaría en la Guerra del Sinaí y la segunda derrota de Egipto ante Israel. Pero las consecuencias fueron distintas para ambos, el nacionalismo egipcio ganó prestigio entre los árabes.
Nasser comenzaba a ocupar un lugar destacado dentro del nacionalismo árabe debido a su antiimperialismo y a su enfrentamiento con Israel, lo que le llevó a ser ejemplo e inspiración para todo el mundo árabe. Tras la petición del gobierno sirio, se creó la República Árabe Unida (RAU) el 1 de febrero de 1958, marcando la fecha de una etapa revolucionaria para el nacionalismo árabe, obteniendo un gran respaldo en todos los países, tanto del pueblo como de algunos de sus gobernantes.
Líbano, Irak y Jordania fueron tres de los estados árabes que no se acercaron al nasserismo, aunque sus ciudadanos veían al líder egipcio como líder de todos los árabes. Líbano fue un campo de batalla experimental en donde las facciones cristianas y musulmanas mantenían un pulso por el gobierno del país, a ambos lados de la Doctrina Eisenhower5. En Irak, la monarquía pro británica cayó en un golpe de Estado de los auto denominados “Oficiales Libres”, a imagen del golpe de Nasser en Egipto. Y en Jordania, viendo el ejemplo de su vecino iraquí, el Rey Hachemí prefirió acercarse a Reino Unido y a EE.UU., como había hecho el Primer Ministro Chaumon en el Líbano. La convulsa década de 1950 en Oriente Medio que impulsó el nacionalismo árabe, dio paso a la inevitable influencia de la Guerra Fría y los bandos enfrentados alrededor del conflicto árabe-israelí.
La década de 1970 no fue igualmente buena ni para Nasser, ni para Egipto. Las expectativas de la RAU comenzaron a diluirse debido a la forma de gobernar del líder egipcio, más inclinado ahora hacia el pan socialismo árabe de influencia soviética, personalizado en él6. El gobierno egipcio aceleró las reformas de nacionalización de las empresas, con el objeto de crear una economía dirigida por el Estado7. Se confiaba la dirección ideológica del país al partido estatal oficial, La Unión Nacional, modificándose su nombre para convertirlo en la Unión Árabe Socialista. Nasser se convertiría en el azote de lo que él llamaba los “señores feudales” de los gobiernos árabes en Oriente Medio. Pero su error de cálculo, fue descuidar la carrera armamentística que se venía dando en torno al Canal de Suez en los últimos años. Israel y sus vecinos árabes se preparaban para el próximo conflicto. Una expresión de la Guerra Fría en Oriente Medio:
- EE.UU. proporcionaba ayuda militar a Israel, superando a la ayuda francesa.
- Reino Unido proporcionaba armas a Jordania.
- Los soviéticos apoyaban con armamento y asesores a Siria y Egipto.
Internamente, el socialismo panarabista comenzaba a mostrar signos de agotamiento. Para Javier Martín (2011, 72), se trataba de un cambio generacional, que unido al alto paro, no satisfacían a los jóvenes ni a las nuevas clases urbanizadas, donde el islamismo halló una válvula de escape. Rogan (2012, 522), explica que Nasser se había convertido en esclavo de su éxito y de su propio discurso nacionalista.
La derrota de 1967 echó por tierra las vías de negociación abiertas entre Egipto y Jordania con Israel para recuperar los territorios perdidos en Palestina. La Resolución 242 de naciones Unidas, únicamente aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 22 de noviembre de 1967, se constituía en el marco legal para una solución del conflicto árabe-israelí basada en la fórmula de paz por territorios8. Nasser trató de hacer ver el fracaso en la guerra como una injerencia de occidente, presentó su dimisión, pero no fue aceptada por los egipcios. El desencanto de la población árabe se traduciría en los tres noes de la Conferencia de Jartum9 y en 1969-70 con protestas y golpes de Estado en regímenes como Libia, Irak, Sudán y Siria. La política se hizo más radical hacia Israel, occidente y a favor del pueblo palestino. La derrota de los árabes en la Guerra de los Seis Días (1967) y el declive del nacionalismo árabe, asentó los cimientos sobre los que se reconstruyó, tanto el islamismo, como los HHMM, explica Javier Martín (2011, 73). La ruptura cultural era considerable entonces con la élite política que se había hecho con el poder tras la descolonización. Nasser en Egipto o Burguiba en Argelia se habían distanciado de la legitimación tradicional islámica. (Kepel, 2020: 25).
DEL NACIONALISMO AL ISLAMISMO
El sucesor de Nasser iba a ser su vicepresidente Anwar al Sadat. Hombre menos carismático y con menos dotes de mando, se encontró con una guerra de desgaste en la que Israel seguía teniendo superioridad. La sección clandestina de los HHMM percibió la flaqueza del Ejército y adquirieron una nueva legitimación por los escritos de Sayyid Qutb, quién haría una gran labor de proselitismo en las cárceles, como nos explica Martín (2011, 74). Sergio Castaño (2013, 115), explica que los HHMM recomponían sus estructuras, sobre todo en espacios públicos como la universidad. Sadat, empezó su gobierno intentando recuperar la iniciativa perdida tras la muerte de su antecesor en el cargo. Buscaron una coexistencia pacífica con los con el poder, en una nueva sintonía con el nacionalismo no tan exacerbado. (Vázquez Martí, 2017: 121-122).
Sadat adquirió material bélico soviético, intentando provocar la involucración de los EE.UU., acercándose a la URSS. Un juego a dos bandas que Sadat supo controlar. El acercamiento entre los generales sirios y egipcios se produjo en secreto, con el fin de coordinar sus fuerzas en intentar recuperar los territorios perdidos. La otra parte del acuerdo consistía en la labor diplomática que debía hacer el presidente egipcio, para convencer a los saudíes de que utilizara una nueva arma económica: el petróleo. Punto importante explicado por Lorca y Escribano (1998, 43).
La fecha elegida fue el sábado 6 de octubre de 1973. Poco después de las dos de la tarde, los ejércitos sirio y egipcio irrumpieron al mismo tiempo en territorio israelí. El factor sorpresa favoreció a los atacantes árabes durante las primeras horas de la ofensiva. Tras una semana de guerra, los dos bandos empezaron a recibir aprovisionamientos tanto de EE.UU. como de la URSS, con lo cual Israel salió beneficiado al tener material más moderno y esto se notó en el campo de batalla desde el primer momento. Israel derrotó primero a los sirios y luego se volvió hacia los egipcios a quienes envolvió en la orilla occidental del Canal de Suez. Fue entonces cuando pusieron en práctica un plan alternativo, usar el arma del petróleo. El 16 de octubre de 1973, se reunieron en Kuwait los ministros con competencias sobre el petróleo de los países árabes. El alza en los precios del petróleo supondría castigar a los países industrializados que apoyaban a Israel.
El 22 de octubre de 1973 se negoció un alto el fuego a través del Consejo de Seguridad de la ONU. Ese mismo día se aprobó la Resolución 33810, en la que se confirmaban los puntos expresados en la anterior Resolución 24211, donde se pedía la organización de una conferencia internacional de paz como la resolución de la confrontación entre israelíes y árabes, mediante la ya conocida fórmula de cambiar paz por territorios. La ONU convocó una conferencia en Ginebra en diciembre de 1973, auspiciada por EE.UU. y la URSS, que al final resultó un fracaso porque ninguno de los dos bandos, israelíes y palestinos, pretendía cumplir las resoluciones anteriormente citadas.
Tras el fracaso de la conferencia, la iniciativa corrió a cargo del Secretario de Estado de los EE.UU., Henry Kissinger, quien inició una gira por Oriente Medio que terminarían el 18 de enero de 1974, en unos acuerdos entre las tres partes enfrentadas, en los que Egipto recuperaría la orilla occidental del canal de Suez y Siria una pequeña franja de los Altos del Golán, aunque incluyendo una franja de seguridad controlada por la ONU. Llegado el acuerdo, los países productores de crudo declararon el 18 de marzo de 1974, el fin del embargo de petróleo.
La situación de Egipto, tras la guerra no era fácil. La economía estaba cada vez peor y Sadat se vio obligado a subir los impuestos y reducir subsidios básicos para los egipcios. No tenía las mismas habilidades sociales de su antecesor, así que no era fácil cambiar la situación y hacer que terminaran las violentas protestas contra las medidas del gobierno. Así que Sadat empezó a tomar medidas desesperadas, acercándose a quienes habían sido los enemigos de Egipto y eran el blanco de toda la animadversión del pueblo: EE.UU. e Israel. Necesitaba las inversiones americanas, también en armamento para el ejército, y una paz con Israel que le devolviera al liderazgo del nacionalismo árabe.
Del lado israelí, Menájem Beguin12, autorizó la creación de asentamientos en los territorios ocupados a los palestinos en la Guerra de los Seis Días. La visita de Sadat a Israel, acompañado de Butros Ghali13, puso en marcha el primer intento serio de conseguir un tratado de paz. Sadat pedía la retirada de Israel de los territorios ocupados tras la guerra de 1967 y el establecimiento de un Estado palestino. Los israelíes estaban dispuestos a devolver territorios a Siria y Egipto, pero nunca se plantearon hacer concesiones a los palestinos. Sadat estaba solo, enfrentado a los israelíes y a los árabes, que no veían con buenos ojos su acercamiento a Israel. Cambió el rumbo de Egipto y del mundo árabe al firmar la paz con Israel. Para Javier Martín (2011, 77-78), alentó el resurgimiento del islamismo, para luchar contra el Comunismo y el nacionalismo.
Sin embargo sería el presidente americano, Jimmy Carter, en septiembre de 1978, quién lograría llegar a un acuerdo con ambas partes tras reunirse con ellos en su residencia de Camp David, en Maryland, EE.UU. Tras trece días y veintidós borradores se llegó a un acuerdo. Beguin se retiraría del Sinaí pero no reconocería el derecho de autodeterminación de los palestinos. Habría un proceso de elecciones libres y autogobierno palestino en Gaza y Cisjordania, pero dejaba sin definir su estatus político final. El acuerdo se firmó el 17 de septiembre de 1978 en la Casa Blanca, en EE.UU. Todos ellos volverían allí el 26 de marzo de 1979 para firmar el tratado de paz entre Egipto e Israel.
A partir de esa fecha, los países árabes, decepcionados con la postura egipcia, comenzaron a darle la espalda a Sadat14. Para Eugene Rogan (2012, 613), sin Egipto, los árabes jamás lograrían dominar a Israel. En enero de 1979 la Revolución Iraní vino a complicar un poco más el tenso panorama de Oriente Medio, no sólo por el ascenso del chiísmo a nivel estatal en su larga trayectoria de confrontación con el sunismo de Arabia Saudí, sino porque los dirigentes árabes comenzaron a observar, con creciente preocupación, la presencia de los partidos políticos y asociaciones islamistas, que dentro de sus fronteras iban creciendo en apoyo popular.
El 6 de octubre de 1981, en un desfile de las Fuerzas Armadas Egipcias, en el aniversario de la Guerra del Yom Kipur, presidido por Anwar al Sadat y su vicepresidente Hosni Mubarak, ambos fueron tiroteados en la tribuna presidencial por un soldado llamado Khalid al-Islambuli al grito de, “he matado al faraón”. El asesinato de Sadat, el mandatario más poderoso de Oriente Medio, había sido llevado a cabo por la nueva amenaza islamista, extendida por todos los países árabes.
El procedimiento institucionalizado por el que el vicepresidente era el candidato único, según Azaola (2008, 123), hizo que Mubarak subiera al poder, bajo un panorama económico demasiado liberal y en medio de un caos político propio del magnicidio cometido contra Sadat (Lufti y Marsot, 2008, 184). El talante de Mubarak dio un giro pro occidental de rechazo a las relaciones con la URSS y acercamiento a EE.UU. y a los Acuerdos de Camp David, buscando una mejor relación comercial y apoyo militar por parte de la potencia americana, a pesar de la oposición interna y del distanciamiento con Israel. Ello devolvió a Egipto a la diplomacia de los países árabes, volviendo a la Liga Árabe en 1989 y retornando su sede a El Cairo un año más tarde. Pero sobre todo se dispuso a reconciliarse con dos actores muy importantes: Los últimos nacionalistas nasseristas apartados por Sadat y el islamismo no violento. (Vázquez Martí, 2017:152).
Internamente trató de reforzar el papel del Estado y frenar el islamismo buscando legalizar aquellas opciones más moderadas y controlables por parte del poder. Así pretendía aislar a los sectores más radicales, sobre todo a los HHMM. Todo ello se pudo comprobar en las elecciones de 1984 y 1987, cuando en la ley electoral se cambia el criterio de mayoritario por el de proporcionalidad y los candidatos individuales pasan a formar listas. La consecuencia fue la acusación de la oposición de fraude y la repetición de las elecciones en 1987, que benefició al islamismo de los HHMM, quienes recurrieron a la llamada religiosa y a su famoso eslogan “El Islam es la solución”.
Aunque el Gobierno de Mubarak intentó derogar las reformas y volver a la tradición electoral egipcia en cuanto a la proporcionalidad y las candidaturas individuales, el avance del islamismo era imparable y la negligencia de la Administración del Estado, le hacía perder presencia social y pública que rápidamente fue aprovechada por los islamistas.
Dos hechos importantes explican el avance del islamismo en Egipto y en Oriente Medio. Fueron la invasión iraquí de Kuwait y el papel de Bosnia en la guerra civil yugoslava. La invasión de Kuwait cambió la política exterior de Mubarak. La división en el mundo árabe se hizo patente con la admisión por parte de Arabia Saudí del despliegue de tropas occidentales (infieles) en el Hiyaz, es decir en tierra sagrada cercana a las ciudades de La Meca y Medina. Libia, Jordania, Yemen, Palestina, Sudán y Túnez, se opusieron al despliegue de la coalición anti Sadam. Todo ello fue un apoyo para el auge de las motivaciones anti occidentales e islamistas, tanto en Egipto como en el mundo musulmán. Durante la Guerra de Yugoslavia, Bosnia fue el único país que sufrió un bloqueo para evitar su rearme y la indecisión europea y occidental ante la crudeza de la guerra, hizo que los movimientos islamistas se volcaran en la ayuda a los musulmanes de Bosnia. Los HHMM aprovecharon de nuevo la oportunidad para ganar presencia internacional e influencia entre los egipcios, quienes veían el errático giro liberal económico de Mubarak como causa de la corrupción y las desigualdades sociales.
Mubarak, no sólo hizo caso omiso de las presiones internacionales para que democratizara realmente el país, sino que intensificó la presión sobre los periodistas y los islamistas. Los atentados yihadistas de los años noventa agravaron la crisis de seguridad interna de Egipto, incrementando la represión del Estado sobre una población harta de la corrupción y de los problemas económicos. El cambio se cimentaba sobre el descontento popular y el creciente incremento de organizaciones sociales que se oponían al Gobierno, que comenzaba a cuestionar que la sucesión de Mubarak en nombre de su hijo Jamal, haría que todo siguiera igual. Ahí es donde las organizaciones islamistas como los HHMM, tenían su principal fuente de reclutamiento. Y siguieron avanzando en sus apoyos preparándose para lo que estaba por llegar.
DEL ISLAMISMO A LA “PRIMAVERA ÁRABE”
El asesinato de Sadat por los islamistas y su gobierno laico, símbolo de los apóstatas dedicados a promover el predominio de la ley humana sobre los mandamientos divinos, daba paso a un impulso islamista que defendía la Ley de Dios para gobernar a todas las sociedades musulmanas.
En todos los Estados de Oriente Medio, salvo quizás los más conservadores de la Península Arábiga y el Golfo Pérsico, el pueblo prefería la modernidad y el laicismo occidental. La libertad y el progreso eran señas de identidad del nacionalismo árabe. Sin embargo, había una parte de la población que colmaba sus frustradas aspiraciones socio-económicas con unos valores culturales y religiosos que les eran propios. Se produjo entonces un nuevo choque entre ambas formas de concebir la sociedad en los estados árabes. Por un lado el estado laico y pro occidental, trataba de desautorizar los valores del islamismo. Mientras, moviéndose en la clandestinidad y fortalecidos por la represión, grupos islamistas como los HHMM, estaban decididos a combatir la secularización y fomentar el islamismo.
Otro de las causas de la división entre los árabes y argumento del islamismo político y no político, es el conflicto palestino-israelí. Arafat no estaba en una situación fácil. Tras una intifada de éxito más mediático que efectivo, se vio obligado a ir a unas negociaciones en Oslo, después de que los países del golfo le cortaran las ayudas por su apoyo a Sadam Hussein tras la invasión de Kuwait. Los Acuerdos de Oslo no fueron totalmente buenos para los palestinos. Aunque preveían la creación de una Autoridad provisional palestina en la Franja de Gaza y el enclave que rodeaba a la ciudad de Jericó en Cisjordania. Se firmó el 13 de septiembre de 1993 con una declaración de principios en la Casa Blanca, Rogan (2012, 735). No se abordaba en el acuerdo el problema de Jerusalén, los refugiados o la seguridad. Todo quedaba emplazado para una futura reunión sin concretar. A los israelíes no les importaba retirarse de territorios sin valor estratégico, pero no contemplaban ceder en seguridad.
En septiembre de 1994, Arafat y Rabin regresaron a la Casa Blanca para firmar Oslo II. Los israelíes gozarían de una aceptación sin precedentes en el mundo árabe, Rogan (2012, 736), lo que llevó a que cada uno de los estados árabes tuviera libertad para establecer con Israel las relaciones que estimara conveniente sin traicionar a los palestinos. Los cambios se aproximaban en Oriente Medio, otra generación había llegado, no sólo a los dirigentes sino también a los pueblos árabes.
Mubarak intentó alejar a los HHMM de posiciones extremas, pero su discurso y decisiones eran ambiguos. El gobierno toleraba sus actividades a la vez que limitaba su presencia en la vida pública, Castaño (2013, 121). Los HHMM eran consentidos pero ilegales, Martín (2011, 89). Desde 1960 hasta la década de 1990, el islamismo inspirado por la Hermandad creada por Hassan al Banna, se expandía como fuerza opositora en Egipto, pero también por Oriente Medio, poniendo en marcha una lucha armada, ya fuera para hacer caer a los dirigentes árabes apóstatas o para luchar contra una invasión extranjera, militar o cultural:
- En Egipto, una rama escindida de los HHMM, asesinó a Anwar el Sadat.
- En Siria, los HHMM habían encabezado la oposición contra el gobierno baazista de Hafez al Assad.
- En Líbano, la organización chií pro iraní Hizbulá, luchaba contra EE.UU. e Israel.
- En Palestina, Los islamistas abogaban por librar una yihad contra el Estado Judío.
Mubarak inició la misma táctica que su predecesor, un perfil religioso que fomentó las prácticas religiosas para impulsar una imagen de líder piadoso, pero su preocupación por la ascensión del islamismo era creciente. No en vano, ahora debía luchar con dos escisiones de los HHMM que habían optado por la vía de la yihad: La Yihad Islámica15 y Gamaa al Islamiya. Así que, volvió a retomar los métodos coercitivos, Martín (2011, 113), la represión policial contra la oposición, sobre todo los islamistas de los HHMM. La poca o nula fiabilidad de la limpieza de los comicios y la preparación y proximidad al poder de su hijo Jamal Mubarak para dar el salto a la presidencia, unido a la corrupción económica del país, sembró el caldo de cultivo que desembocaría en la continuación de las revoluciones iniciadas en Túnez en el año 2011 y que pondrían a la población árabe y al islamismo político en el mapa de la geopolítica mundial.
CONCLUSIONES
Desde 1922, año en el que Egipto se independiza de los británicos, el país ha pasado por distintos regímenes políticos y sus gobernantes han evolucionado en clave de política local y en consonancia con la coyuntura internacional. Paralelamente se ha dado una evolución política del islamismo de los HHMM, que le ha llevado a constantes cambios en su relación con el poder. En 1928, unos años después de la independencia del país, Al Banna estableció los principios del futuro islamismo político que influiría y trascendería después en Oriente Medio, siendo una de las bases de la identidad política de los musulmanes. Los HHMM han sido la organización islamista más exitosa de la Historia de Egipto y Oriente Medio. Tolerados, perseguidos, reinventados y supervivientes, como podemos comprobar en el siguiente cuadro.
En la época colonial y poscolonial, el discurso nacionalista fue la ideología dominante, y en la zona árabe del mundo islámico se manifestó como panarabismo. Fue el intento de superar el Estado diseñado por el colonialismo tras la caída del Imperio Otomano. Tras la humillación de la Nackba16 y la fundación del Estado de Israel en 1948, hizo resurgir el apoyo popular y el detonante del principal postulado nacionalista árabe, al añadir a los judíos como elemento distorsionador del mundo árabe. (Kepel, 2020: 27).
Hasta 1956, las potencias dominantes occidentales en Oriente Medio, habían sido Francia y reino Unido, quienes se apoyaban en Israel. Pero tras esta fecha, tanto EE.UU. como la URSS, embarcadas en plena Guerra Fría, ejercieron su influencia continuamente en Oriente Medio tratando de llevar a los Estados árabes a sus respectivos bandos.
Nasser es la figura central y pionera, del nacionalismo egipcio y árabe en la región. Su optimismo renovable y recurrente, le daba un gran carisma entre los árabes, tratando de unirse con Siria en la República Árabe Unida. Experiencia política nacionalista árabe que duró sólo hasta 1961. Este fracaso político, unido a las derrotas frente a Israel en 1948 (Independencia de Israel) y 1967 (Guerra de los Seis Días), junto con la derrota en 1973 (Guerra del Yom Kipur), hicieron que el nacionalismo árabe fuera perdiendo prestigio e influencia en favor de la religión musulmana que mostraba su proyecto político.
El desarrollo ideológico del cuerpo doctrinal de los HHMM ha sido transcendente en la concepción política y en cuanto a su relación con el poder. Tanto Hassan al Banna como Sayyid Qutb, miembros de la hermandad y principales ideólogos de la misma, han desarrollado diferentes ideas sobre el acceso al poder del islamismo político en Egipto y en todo el mundo musulmán. El primero, al Banna, fundó la cofradía desde una identidad política que hacía referencia a la cultura musulmana frente a ideologías importadas. Así surgieron los HHMM, como respuesta al colonialismo y la relajación de las tradiciones propias que comenzaban a sustituirse por otras costumbres. La creación de esa identidad política musulmana sería la respuesta en la que millones de egipcios se verían reflejados y ello impulsaría a la cofradía hasta el poder, traduciendo ese apoyo en votos.
Con la aparición del otro principal ideólogo de los HHMM, Sayyid Qutb, quién escribió su obra en la cárcel, se produce una evolución del pensamiento del islamismo político, no en su base sino en su concepción del poder. Qutb asume el bagaje ideológico de la hermandad pero desarrolla la forma en que deben acceder al poder, contemplando la posibilidad de optar por un camino violento para conseguir el gobierno. Es decir que legitima el uso de la violencia en ese camino hasta alcanzar el poder como una opción válida, lo que ha llegado a convertirse en fuente de inspiración para grupos yihadistas en Egipto, como La Gamaa al Islamyya, o en el mundo como Al Qaeda o el ISIS.
La hermandad siempre ha confiado y seguido la metodología de su fundador al Banna, incluso en los primeros momentos en que surgió una sección clandestina relacionada con actos violentos a lo largo de la Historia de los HHMM y Egipto. Esta elección ha derivado en un enfoque social de la organización, tratando de sustituir al Estado allí donde no llegaba y por ello islamizando a la sociedad desde la base. Un proselitismo que ha superado la asistencia social y ha llegado a expandirse por universidades, colegios profesionales, sindicatos y empresas, tejiendo una red que abarca todos los estamentos en Egipto. En sus diferentes etapas y cambios legales, la hermandad ha optado por trasladar esa red al exterior, trascendiendo las fronteras egipcias e implicándose en la lucha islamista en distintos países de Oriente Medio, pero también en Europa. La hermandad en Siria, Palestina o Jordania, ha evolucionado de forma distinta en cada lugar, dependiendo de su relación con el poder a lo largo de los años, con la particularidad de que siempre han sido oposición política. Dicha implantación internacional se ha declarado como fundamental a la hora de mantener las comunicaciones y relaciones entre hermanos durante la clandestinidad, como sucede en la actualidad. Y todo ello en el marco de sucesivas guerras de los árabes con Israel. Una cuestión fundamental en la identidad de los HHMM, defensores de la causa palestina. Egipto siempre ha sido fundamental en la geopolítica de Oriente Medio. Sin Egipto los árabes no derrotarían a Israel y el factor egipcio se desactivó con los Acuerdos de Camp David.
La situación a día de hoy en Egipto no difiere en las líneas fundamentales de lo que han sido las relaciones entre el Ejército egipcio y los HHMM. Los HHMM son una organización con mucha experiencia y tras el golpe de Estado de al Sisi, han flexibilizado su presencia y su actividad, como ya lo hicieron antes con Nasser, Sadat o Mubarak. Los miembros de la cofradía ya han estado antes en la clandestinidad, han creado una red y sistema de comunicaciones que no es el clásico orden jerárquico de cualquier organización. Su transversalidad basado en los lazos de sangre entre hermanos en la cadena de mando es una ventaja sobre sus perseguidores. Las bases de los HHMM en Turquía y Europa, alejadas del alcance de los servicios secretos egipcios, hacen que la hermandad, aunque clandestina, siga funcionando.
Verdaderamente se produjo un enfrentamiento entre los HHMM y el Ejército egipcio por controlar el Estado, por lo tanto su fidelidad a su ideario durante 84 años les dio la oportunidad de presentarse a las primeras elecciones democráticas de la Historia de Egipto, con garantías de ser la organización más preparada para ascender al poder. Y así ocurrió. Si bien es cierto que la rivalidad entre el nacionalismo del ejército y el islamismo de los HHMM, tuvo una tercera vía dentro del islamismo en las monarquías del Golfo, más reaccionarias. Dichos guardianes del Islam, quisieron desnaturalizar a un rival como los HHMM y tratar de erradicar su raíz de Egipto. (Kepel, 2021:131)
Las petro-monarquías del Golfo, que acrecentaron su presencia en la zona y en la esfera pública, para luchar contra ideologías importadas de occidente, como el nacionalismo, marxismo o socialismo. Los poderes más conservadores reivindicaron la fuerza de la religión como oficial y única vía para enfrentarse a los problemas socio-económicos en Oriente Medio. Pero la defensa nacionalista fue llevar a cabo la misma estrategia y tratar de renovar su discurso introduciendo variables religiosas que les aportaran una renovada legitimidad frente a las descontentas sociedades árabe musulmana. Su uso político era mínimo y se remitía a la tradición y al ámbito simbólico, pero nunca como fuente de legitimidad política. Porque este fue el principal argumento del Islam oficial, para diferenciarse del nacionalismo y recuperar influencia en la sociedad. Se presentaban como custodios de los santos lugares y descendientes del Profeta, proyectando una imagen de verdaderos guardianes de la esencia religiosa y la tradición frente a ideologías importadas. Y en un segundo lugar, los movimientos islamistas proselitistas, que desde abajo pretendían ganar influencia y cambiar la sociedad. En muchos aspectos sociales y culturales de la religión, no se diferenciaban mucho del Islam oficial, sin embargo ambas vertientes pro religiosas mantenían diferencias y rivalidades en materia política principalmente.
La revolución iraní en 1979, supuso un vuelco en esta dinámica a tres bandas. En primer lugar institucionalizó el Islam político en un país de mayoría musulmana y persa, aunque fuera la rama chií, minoritaria en el Islam, además era consecuencia de un cambio radical, de una revolución. Ello supuso que el nacionalismo se sintiera amenazado por la revolución en Irán y el ejemplo que ello podía ser para el resto de la sociedad árabe-musulmana en Oriente Medio. Una parte del salafismo derivó en contra del nacionalismo y el Islam oficial, hacia la violencia.
El islamismo era consecuencia de la decepción política que supuso la experiencia presidencial de los gobiernos nacionalistas. Pero también de la rivalidad entre conservadores y nacionalistas por dominar la influencia religiosa. A esto hay que añadir causas políticas y hasta económicas. El fracaso de la modernidad tenía una vinculación directa con el autoritarismo. Unos Estados rentistas dependientes del petróleo eran incapaces de salir del subdesarrollo y la sociedad iba viendo cómo unas élites cercanas al poder se enriquecían mientras la mayoría de los ciudadanos no veían colmadas sus aspiraciones mínimas. Ambos modelos, el nacionalista y el del islam oficial, compartieron cierto paternalismo benefactor que configuró un pasto social aceptado por todos, en el que de un lado el Estado proveía de servicios y productos de primera necesidad, y del otro, la ciudadanía consentía y legitimaba.
Dicho acto no se pudo mantener al bajar los precios del petróleo al final de la Guerra Fría y aumentar la dependencia de las economías de los Estados árabe-musulmanes de una economía mundial cada vez más globalizada. El resultado fue que al carecer de los suficientes recursos que necesitaba la población, y al sentirse estos excluidos del sistema, comenzaron a mostrar su descontento. Todo ello acompañado de unos recién llegados del campo a la ciudad, que no podían acceder a una vivienda digna, precariedad laboral, escasa representación política, problemas de integración social…
En realidad esta era la sociedad tradicional en proceso de transformación hacia la modernización, en el que amplios sectores de la población tuvieron una relación traumática y frustrante con dichos cambios. Sólo los círculos asociados al poder se beneficiaban de los beneficios derivados de su nuevos estatus socio-económico. El resto de la gente, contenida mediante una moral tradicional y religiosa, a su vez brindara legitimidad a ese mismo poder.
La modernización no equivalía a occidentalizarse. Esta es una de las principales fortalezas del islamismo en su perfil político e ideológico. Dada su historia y el escenario en el que se desarrolla, el islamismo no es percibido como una ideología de importación por poderes externos e identificados con el pasado colonial y el presente de marginación y subordinación en la escena mundial. El islamismo goza de mayor prestigio por su independencia intelectual respecto de occidente, por intentar preservar su identidad cultural y por actuar desde ésta, aunque sea de forma renovadora. El islamismo no logró articularse con éxito hasta que las otras dos experiencias políticas, nacionalismo, liberalismo y socialismo. En algunos aspectos guarda similitudes con el panarabismo, por su naturaleza trasnacional, umma, por dotar de un sentimiento de dignidad y por reconfortar la autoestima colectiva.
Pero también existen diferencias por su marcado carácter moral, por rebasar el marco árabe del panarabismo, extendiéndose hacia todo el espacio islámico y por hacer de la tradición religiosa, no de la etnia, uno de los núcleos centrales de su identidad. No se ciñe simplemente al ámbito político y estratégico, sino también al económico, auto definiéndose como única vía para conseguir la tan ansiada por sus fieles, justicia social. El islamismo practica la asistencia social en los márgenes del Estado. Allí donde las autoridades gubernamentales no pueden o no quieren llegar, el islamismo hace una labor de asistencia y proselitismo, arrebatando el apoyo de grandes sectores sociales menos favorecidos.
Surgieron para dotar a la población egipcia de una identidad religiosa de retorno a los orígenes culturales del Islam, curtidos en la oposición al nacionalismo de Nasser y Sadat, mantuvieron su originalidad y su esencia hasta la oportunidad que les brindó la Primavera Árabe en 2011. Se desarrolló como oposición al poder nacionalista y ahí es donde recayó su éxito, conquistando posiciones entre los más desfavorecidos, aunque con una transversalidad que les llevó a las universidades, colegios profesionales y hasta el parlamento, bajo el Gobierno de Mubarak. El “islamismo total”, que al Banna no llegó a imaginar alcanzó el poder en las elecciones de 2012, tras la caída del penúltimo oportunista nacionalista, Hosni Mubarak. La Historia les devolvió al punto de partida tras el golpe de Estado del General al Sisi en 2013, transcurrido apenas un año de gobierno. El nacionalismo de los militares egipcios les ha vuelto a llevar a la clandestinidad conocida de la época de Nasser, a comenzar de nuevo mientras transcurre su periodo “mihna”17. Hasta que vuelva a surgir otra oportunidad, porque la ideología sigue intacta.
BIBLIOGRAFÍA
Armstrong, Karen. Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Barcelona. Tusquets Editores. 2004.
Azaola Plaza, Bárbara. Historia del Egipto contemporáneo. Madrid. Catarata. 2008.
Caplan, Lionel. Studies in religious fundamentalism. London. Ed. McMillan Press. 1987.
Castaño Riaño, Sergio. Los Hermanos Musulmanes. Madrid. Ed. Síntesis. 2013.
De Arístegui, Gustavo. El islamismo contra el Islam. Barcelona. Ediciones B. 2004.
De la Torre, Ignacio. Islamismo. El radicalismo desvelado. Madrid. Dilema. 2005.
Dejmejian, Hrair. Islam in revolution. Fundamentalism in the Arab world. Syracuse, Nueva York, USA. Syracuse University Press. 1995.
Elorza, Antonio. Umma, el integrismo en el Islam. Madrid. Editorial Alianza. 2002.
Jordán, Javier. Profetas del miedo. Pamplona. Eunsa. 2004.
Kennedy, Paul. Auge y caída de las grandes potencias. Barcelona. Random House Mondadori. 2004.
Kepel, Gilles. La revancha de Dios. Madrid. Alianza Editorial. 2005.
Kepel, Gilles. Salir del caos. La crisis en el Mediterráneo y Oriente Medio. Madrid. Alianza Editorial. 2020.
Kepel, Gilles. El profeta y la pandemia. De Oriente Medio al yihadismo de atmósfera. Madrid. Alianza editorial. 2021.
Lacomba, Juan. Emergencia del islamismo en el Magreb. Barcelona. Catarata. 2000.
Lewis, Bernard. La crisis del Islam. Guerra Santa y terrorismo. Barcelona. Ediciones B. 2003.
Lorca, Alejandro y Escribano, Gonzalo. “Las economías del Magreb. Opciones para el siglo XXI”. Madrid. Editorial Pirámide. 1998.
Lufti, Afaf y Marsot al-Sayyid. Historia de Egipto. De la conquista árabe al presente. Madrid. Ediciones Akal. 2008.
Martín, Javier. Los Hermanos Musulmanes. Madrid. Ed. Catarata. 2011.
Osman, Tarek. Egypt on the brink. From Nasser to the Muslim Brotherhood. New Haven. Yale University Press. 2013.
Reinares, Fernando. Terrorismo global. Madrid. Editorial Taurus. 2003.
Rogan, Eugene. Los Árabes. Barcelona. Ed. Crítica. 2012.
Roy, Olivier. Genealogía del islamismo. Barcelona. Ediciones Bellaterra. 1996.
Roy, Olivier. El Islam mundializado. Los musulmanes en la era de la globalización. Barcelona. Ediciones Bellaterra. (2003).
Saleh Alkhalifa, Waleed. El ala radical del Islam. Madrid. Siglo XXI. 2007.
Tibi, Bassam. The challenge of fundamentalism. Oakland. Univ. Of California Press. 1998.
_______________________________
1 A partir de aquí HHMM.
2 El 15 de mayo de 1948, Israel declara unilateralmente su independencia y proclama la creación del Estado judío de Israel, inmediatamente reconocido por EE.UU. Los países árabes limítrofes invadieron el recién creado Estado, con la intención de crear un único Estado árabe en Palestina, en contra de la Resolución 181 de la ONU, que abogaba por la creación de dos estados.
3 En 1936 Egipto y Gran Bretaña firmaron un tratado bilateral por el cuál, los británicos retiraban sus tropas del territorio egipcio, excepto las fuerzas necesarias para proteger el Canal de Suez y alrededores.
4 En 1955 Egipto compró a Checoslovaquia 275 unidades del carro T34 modernizado y 200 aviones tipo MIG15, MIG17 y bombarderos Ilyshin28.
5 La Doctrina Eisenhower (Enero 1957), se trataba de una iniciativa política concebida para frenar a la URSS en Oriente Medio. EE.UU. proporcionaría ayuda al desarrollo y asesoramiento militar, a fin de contribuir a la defensa de la independencia nacional de dichas naciones.
6 El problema más obvio de la RAU, fue que Egipto había gobernado de un modo casi imperial a los sirios. La oposición de los latifundistas y potentados sirios, hizo imposible el nivel de reforma social suficiente como para implementar un plan de unión árabe tan ambicioso.
7 La Carta Nacional de 1962 en Egipto, era un proyecto coherente con el Islam, el nacionalismo árabe y el socialismo.
8 Hacía un llamamiento en favor de la retirada de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados durante el reciente conflicto. Retirada que debía comprender la soberanía, integridad territorial y la independencia política de todos los Estados de la zona, así como su derecho a vivir en paz en unas fronteras seguras y reconocidas. La Resolución 242 ha sido desde entonces la base de todas las iniciativas posteriores que, basadas en la idea de “paz por territorios”, hayan venido a tratar de solucionar el conflicto árabe-israelí.
9 En la reunión de Jefes de Estado árabes de Sudán en 1967, se acordó una posición más dura con Israel.
10 Resolución 338 de la ONU de 22 de octubre de 1973. Se instaba a las partes a que cesaran el fuego y mantuvieran las posiciones a esa fecha, aplicando de forma inmediata la Resolución 242 de la ONU de 1967 e iniciaran inmediatamente las conversaciones para entablar un proceso de paz.
11 Resolución 242 de la ONU de 22 de noviembre de 1967. Se instaba a Israel a la retirada de todos los territorios ocupados, el mutuo reconocimiento de ambos Estados y llamaba al respeto del derecho a existir dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas.
12 Primer Ministro de Israel de 1977 a 1983. Negoció los Acuerdos de paz de Camp David con el presidente egipcio Muhammad Anwar Al-Sadat, por los que recibieron conjuntamente el Premio Nobel de la Paz en 1978.
13 Diplomático egipcio de origen cristiano copto casado con una judía egipcia. Gran negociador y con las cualidades necesarias para conseguir un acuerdo. Secretario General de la ONU entre enero de 1992 y diciembre de 1996.
14 La Liga Árabe trasladó su sede de El Cairo a Túnez de 1979 a 1989.
15 El líder de Al Qaeda, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, lideró esta organización hasta su fusión con la organización creada por Bin Laden.
16 En árabe significa catástrofe o tragedia y recuerda la derrota de los palestinos en la primera guerra árabe-israelí en 1948. A los que siguió la independencia de Israel ese mismo año.
17 En árabe, espera, resignación, paciencia, ante la persecución.