Guerra Colonial

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La guerra de Ucrania. Los 100 días que cambiaron Europa

The war in Ukraine. The 100 days that changed Europe Guillem Colom Piella (ed.)

Alberto Guerrero Martín
UNED, Madrid, España

El 24 de febrero de 2022 Rusia sorprendió al mundo con la invasión de Ucrania. Europa no había conocido un conflicto de estas dimensiones desde la Segunda Guerra Mundial. La caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el 25 de diciembre de 1991 había alejado la amenaza de un gran conflicto convencional o nuclear en suelo europeo. Sin embargo, los recientes acontecimientos en Ucrania han demostrado que esta amenaza seguía latente; motivo más que suficiente para dar a los estudios estratégicos la importancia que merecen, ya que nos ayudan a prepararnos para afrontar los retos futuros desde una mejor posición, a pesar de que, como afirmó Heltmut von Moltke: «Ningún plan resiste al contacto con el enemigo». Pero la guerra de Ucrania no es solo el primer gran conflicto en suelo europeo en décadas, también lo es a nivel global. Para encontrar una guerra convencional de estas características hay que remontarse a la invasión de Irak de 2003, si bien sus peculiaridades y objetivos fueron diferentes.

La invasión rusa de Ucrania ha sorprendido al mundo tanto por lo ambicioso de sus objetivos como por la enorme movilización de las fuerzas rusas en pos de los mismos; unas Fuerzas Armadas que volvían a intervenir en Ucrania, pero a una escala muy superior a la de la anexión de Crimea o al papel secundario que emplearon en el intento de secesión del Donbás (2022: 5-6). Sin embargo, esta vez han demostrado a propios y extraños las graves carencias de su maquinaria militar. A pesar de haber experimentado una serie de reformas que se remontan a 2008 y una mejora de su situación general que quedó patente en la anexión de Crimea y la guerra de Siria, esa supuesta superioridad parece ahora muy alejada de la realidad.

El fin de la Guerra fría significó el triunfo de las democracias liberales, con Estados Unidos (EE.UU.) a la cabeza. Sin embargo, los vaivenes en el escenario internacional demostraron también que no se estaba ante el fin de la historia anunciado por Francis Fukuyama, sino que los conflictos entre grandes potencias no han cesado de estar presentes. Es más, el antiguo orden bipolar ha dado lugar a uno multipolar en el que hay aún más probabilidades de conflicto, como bien indicó John J. Mearsheimer. De la noche a la mañana, Europa y el mundo han despertado de ese letargo estratégico en el que se sumieron tras el fin de la Guerra Fría y que no es sino otro ejemplo más de que la caída de la URSS ha dado paso a un mundo dominado por una fuerte competición entre las potencias (2022: 6) y a un dilema de seguridad que, como ya apuntó Mearsheimer, es imposible de resolver.

Con estos mimbres y sin haber finalizado la pugna entre Ucrania y Rusia, se publica la obra editada por Guillem Colom Piella, La guerra de Ucrania. Los 100 días que cambiaron Europa, cuyo objetivo es explicar los cien primeros días del conflicto y al que seguirá otra serie que describirá los acontecimientos más importantes de esta terrible guerra. Se parte de la consideración de que esta denominada «operación especial» se concibió inicialmente como un golpe de mano destinado a eliminar el gobierno de Volodímir Zelenski, derrotar rápidamente a sus Fuerzas Armadas, consideradas como inferiores, aunque han demostrado todo lo contrario, y ocupar el país (2022: 5). No obstante, esta rápida operación se tornó en una guerra que ya va por su noveno mes y que parece no tener fin a corto plazo. Lo que sí ha quedado patente es el importante revés militar que el conflicto está siendo para Moscú, que contempla impotente como su maquinaria militar se consume con rapidez sin haber logrado los objetivos planteados y se ve obligada a restringir sus objetivos estratégicos por la inesperada resistencia y resilencia de las Fuerzas Armadas ucranianas. Sin embargo, no sería justo omitir que esto ha sido posible gracias al apoyo occidental en forma de armamentos e inteligencia, entre otras ayudas, jugando un papel relevante países como EE.UU., Reino Unido, Polonia o Alemania.

El libro se estructura en cinco capítulos. El primero, escrito por Josep Baqués Quesada, lleva por título «De la geopolítica a la reconfiguración del orden mundial», y aborda la importancia de la geopolítica, ya que la influencia de la geografía es clave para entender la política exterior de un Estado. Como es lógico, en esta ocasión se centrará en el valor de la geopolítica adaptada al conflicto ucraniano. No olvida la importancia de la disuasión y cómo esta falló, y describe asimismo los posibles escenarios estratégicos de ambos contendientes. El segundo capítulo se titula «Crónica de un fracaso estratégico», y ha sido elaborado por Christian D. Villanueva López, quien analiza pormenorizadamente el desarrollo de los combates durante estos primeros cien días de conflicto, quedando patente cómo un conflicto que se concibió para ser solucionado en un corto periodo se ha alargado en el tiempo, suponiendo un descalabro estratégico para Rusia. El tercero se debe al coronel José Luis Calvo Albero, quien bajo el título de «Primeras impresiones militares» hace un acertado análisis de las lecciones militares que esta guerra deja. Si bien la contienda aún no ha finalizado, del estudio de este capítulo se desprende la importancia que aún tienen conceptos como el de movilización general y el empleo de las unidades de reserva o defensa del territorio, que Ucrania ha sabido aprovechar con maestría. Pero también han quedado patentes la importancia de los vehículos autónomos, la ciberguerra o la comunicación pública (2022: 65-66), demostrando que el siglo XXI ha traído nuevos cambios a las guerras, que han modificado profundamente la forma de conducir las operaciones. El cuarto capítulo, «La respuesta europea: hablando el lenguaje del poder», viene de la mano de Beatriz Cózar y analiza cómo esta guerra ha logrado un despertar estratégico dentro de la Unión Europea (UE) y qué medidas está tomando para lograr una autonomía estratégica que hasta la fecha era inexistente. El último capítulo es obra de Guillem Colom, el editor de este libro, y se titula «La defensa española tras Ucrania», donde se analizan las implicaciones que el conflicto pueden tener para la defensa española, que se han traducido hasta la fecha en el anuncio de un aumento de los gastos de defensa y un aparente mayor interés por los temas de defensa dentro de la agenda política.

La presente obra se erige como un esfuerzo necesario presidido por el rigor científico de sus autores por analizar los primeros cien días del conflicto. Aborda con pericia el análisis de los aspectos estratégicos y militares de estos primeros cien días de guerra y las enseñanzas derivadas. Asimismo, no descuidan, por su importancia, las consecuencias que la guerra está teniendo para la UE y España, y cuáles serán sus implicaciones en la política de defensa de la UE. Además, muchas de las lecciones identificadas en el libro sirven para ratificar los acalorados debates académicos sobre las guerras del futuro. Supone, por tanto, una obra que va llamada a convertirse en referencia de todos los estudiosos de esta guerra y de aquellos conscientes de la necesidad de potenciar los estudios estratégicos. Por todo esto, La guerra de Ucrania. Los 100 días que cambiaron Europa es casi de lectura obligada para todos los que deseen entender un conflicto que ha venido a poner fin al orden internacional liberal emanado del fin de la Guerra Fría.