Guerra Colonial

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Paul Von Lettow-Vorbeck y la defensa de la colonia del África Oriental Alemana

Paul von Lettow-Vorbeck and the defense of the German East African colony

Ana Galisteo Chico

Universidad Rey Juan Carlos

Recibido: 14/04/2019; Aceptado: 20/05/2019

Resumen

Von Lettow y la defensa de la colonia alemana del África Oriental se han convertido en un mito dentro del estudio de la guerra colonial en África. La proeza de este hecho radica en el reducido número de efectivos con los que contaba Von Lettow en comparación con el numeroso despliegue aliado. Pese a la situación, el general alemán supo hacerse con el control de la guerra y retener el mayor número de fuerzas británicas en suelo africano.

El desarrollo y análisis de esta guerra colonial supone un complicado mosaico en el que es necesario analizar diversos factores.

Palabras clave

Alemania, África Oriental Alemana, Gran Bretaña, Von Lettow, Gran Guerra.

Abstract

Von Lettow and the defense of the German colony of East Africa have become a myth in the study of the colonial war in Africa. The prowess of this fact was the small number of troops that Von Lettow had compared to the numerous Allied deployment. Despite the situation, the German general knew how to take control of the war and retain the largest number of British forces on African soil.

The development and analysis of this colonial war involves a complicated mosaic in which it is necessary to analyze various factors.

Keywords

Germany, German East Africa, United Kindom, Von Lettow, First World War.

1. Introducción

Debemos comenzar haciendo referencia a la colonización de Tanzania, lo que nos ayudará a entender los hechos relacionados con la Primera Guerra Mundial en este espacio, y con uno de los principales personajes de este momento, el coronel alemán Paul Emil Von Lettow. Fue Karl Peters1, el encargado de fundar la Compañía para la colonización alemana tras firmar una serie de tratados en relación al África Oriental con los jefes tribales situados frente a Zanzíbar.

El permiso oficial para ocupar el territorio llegó de mano del gobierno prusiano, el 3 de marzo de 1885. Dicho gobierno concedía a la compañía de Peters el permiso imperial para establecerse en la zona. Así, Peters llegó a la zona del río Rufiji, ubicado al sur de Dar es Salam, y ocupó en el norte Witu y Lamu. La técnica que empleó se basó en la búsqueda de apoyo de los líderes de las tribus africanas para conseguir así el control sobre diferentes territorios. De esta manera, realizó un viaje de Zanzíbar al interior del continente, firmando tratados con los principales líderes tribales, consiguiendo de este modo que el Canciller Otto von Bismarck aprobase su proyecto de adquisición territorial, logrando un apoyo que hasta entonces le había sido negado a Peters.

De esta forma, la zona de África Oriental estuvo sometida durante años a la influencia del sultán de Zanzíbar. Esto llevó a la mediación de Bismarck, quien optó por intervenir mediante la fuerza. El canciller movilizó cinco imponentes buques de guerra, que situó en frente del palacio del Sultán, desembocando en la firma de un tratado de influencias entre alemanes e ingleses, que dividieron África Oriental, alejando a los británicos del Sultán, quien no tuvo otra opción que ceder ante la presión cada vez más fuerte ejercida por los alemanes.

De este modo, en 1886 se produciría la fragmentación de África oriental entre zonas de influencia británica y alemana. Como cabe esperar la frontera trazada hacia el oeste, desde el litoral hasta el Lago Victoria, se planteó sin consultar previamente a la población local o al propio sultán de Zanzíbar.

El control alemán de la zona no contó con gran popularidad y apoyos; pues las severas políticas laborales, la imposición de un impuesto a las cabañas y otras medidas que no hacían otra cosa que empeorar la situación de los nativos, llevaron a un gran descontento de la población. Todo esto se materializó en 1888 en la revuelta de Abushiri, que culminaría con la rebelión Maji Maji (1905-1907), que acabaría arrasando la parte sur del país convirtiéndose en el germen del nacionalismo tanzano. Dicha revuelta de Abushiri comenzó en 1888 y fue sofocada un año más tarde gracias a la ayuda británica; hecho que tuvo como principal consecuencia la cesión en 1890 de la isla de Heligoland por parte de Alemania a Gran Bretaña, al tiempo que quedaban definidas los límites del África Oriental Alemana.

En cualquier caso, pronto los problemas comenzaron de nuevo y, entre 1891 y 1894, se produjo la insurrección de los Hehe quienes, liderados por Mkwawa, pretendían acabar con la expansión germana hacia el interior. La metrópoli optó, como ya habían hecho diversas potencias europeas en África, por trazar diversas alianzas con tribus contrarias al control de los Hehe. Esto supuso una verdadera victoria para Alemania, que vio aumentada su red clientelar al tiempo que socavaba las estructuras de poder local. Finalmente, Mkwawa acabaría suicidándose tras un período de guerrillas, otorgando el control total de la situación a Alemania.

No obstante, el reducido número de colonos alemanes y demás autoridades en la colonia, llevaron a la metrópoli a aliarse con diversos jefes nativos, para poder mantener el orden entre la población.

2. Rebelión Maji-Maji (1905-1907)

Para comenzar a tratar la Rebelión Maji-Maji (1905-1907), debemos tener en cuenta y analizar una serie de aspectos previos que conciernen al tema. De este modo, hay que señalar que esta rebelión tuvo lugar entre tribus ubicadas en el sur de la Colonia, donde la escasez de recursos y la influencia alemana se inició a comienzos de 1890. Esta situación contrasta con la diferente realidad que se venía dando en el norte, zona de gran riqueza y donde la influencia alemana comenzó más tarde, en 1894. La continua pobreza de la región del sur, aumentaba por momentos debido a las insostenibles imposiciones de los alemanes y al sistema de trabajo forzado en explotaciones de algodón de Von Götzen2. A esto se sumó una fuerte sequía en 1905, que acabaría siendo el detonante de la revuelta.

A su vez, debemos analizar tres de los principales principios de la organización de los rebeldes de la colonia alemana y que, extraídos del estudio de Iliffe, serán fundamentales para la comprensión del alzamiento Maji-Maji. En primer lugar, la idea de que los rebeldes pudieron haberse organizado de acuerdo con agrupaciones políticas y culturales anteriores, tal vez formando alianzas entre grupos, como ya habrían hecho durante emergencias anteriores; John Iliffe, calificará este método de organización como principio tribal, «Althoug the word has little meaning in the ethnic confusión of souther Tanzania, this method of organization may be called the ‘tribal’ principle» (Iliffe, 1967: 495-512). En segundo lugar, los rebeldes pudieron haber utilizado un sentimiento común de descontento derivado de las continuas presiones económicas del gobierno alemán para alentar al resto de la población a seguir el levantamiento; de esta forma, la mayor parte de los rebeldes pertenecían al campesinado y estaban sometidos a una gran presión monetaria, por lo que el movimiento también responde a lo que se puede denominar como principio organizativo del campesinado. En tercer lugar, otra manera de movilizar a la población del sur de Tanzania fue el empleo de la religión como principio de organización. De este modo, cómo indica Iliffe, es probable que estos tres principios se utilizaran de forma simultánea durante el levantamiento para conseguir aunar a toda la población contra los alemanes, ya que la acción combinada de las tres tesis conseguía el efecto aglutinador que tanto necesitaban los nativos de acuerdo con la idea de que «it is probable that all three organizational principles were invoked al varius times and places during the rising» (Iliffe, 1967: 495-512).

En este contexto apareció la figura de Kinjikitile Ngwale, un hechicero que acabaría convirtiéndose en el artífice de la rebelión. Ngwale justificaba la rebelión contra los alemanes aduciendo encontrarse poseído por un espíritu que reclamaba la expulsión de la potencia extranjera. De acuerdo a la insostenible situación que se estaba viviendo, cualquiera que aportara una solución contra el control alemán era escuchado, lo que le valió a Ngwale para rápidamente ser nombrando como el «mesías» del movimiento, aglutinando con sus discursos el fervor popular que acabaría animando a los nativos a sublevarse.

Para hacer frente a la visible superioridad alemana, Ngwale proporcionó a los sublevados el maji maji, que acabaría dando nombre al movimiento. Maji significa agua en swahili que, mezclada con mijo, maíz y aceite, componía una supuesta poción mágica que, según Ngwale, volvía invencibles a quienes la tomaban. Esto compensaría la falta de armamento de los nativos, ya que con un escaso ejército mal armado con lazas, piedras y flechas, la victoria sobre la colonia parecía imposible.

En cuanto al comienzo de los levantamientos, hay que señalar la relación que existe entre los principios de organización explicados anteriormente y la expansión geográfica del movimiento. Distinguiendo de este modo diferentes áreas. La rebelión comenzaría la noche del 31 de julio de 1905, fecha en la que se cobrarían las primeras víctimas, por lo que estaríamos hablando de las colinas de Matumbi y, simultáneamente, de la zona de Matamba. De aquí se extendería al norte de Uzaramo, sur de Liwale, noreste de Kilosa, Morogoro y Kisaki. La segunda zona sería el Valle Lukuledi, donde la rebelión se expandió los últimos días de agosto. Paralelamente, el movimiento avanzó por el Valle Kilombero, Mahenge y Uzungwa y finalmente, se movilizaron por Ngindo a Ugondi a principios de septiembre.

Por otro lado, en cuanto a las etnias que participaron en la sublevación, la tribu de Kilwa fue la primera en levantarse. A esta se le fueron uniendo sucesivamente otras, lo que conllevó que en cuestión de semanas el sur de la colonia fuera un enjambre. Tras sucesivos ataques, el incendio de varias granjas y la muerte del obispo de Dar es-Salaam y los misioneros que le acompañaban, el miedo empezó a extenderse sobre la población alemana de la colonia. La metrópoli reaccionó ejecutando a Ngwale, impulsor de la rebelión, pero ya era tarde. Comenzaron a llegar más soldados de la metrópoli y de otras colonias, como Melanesia y Papúa que, junto a los askaris3, fueron dirigidos por el gobernador Gustav Adolf Von Gotzen4. Utilizando la táctica de suelo quemado y la matanza del ganado de los maji maji, Alemania fue recuperando el control de toda la parte sudoccidental de la colonia. Con escasas victorias por parte de los sublevados, como la del río Rufiki, los muertos se sucedían entre los indígenas y con ello su disminuía su confianza en la poción mágica.

Pese a todo, siguieron los ataques por parte de los insurgentes en forma de guerrillas, pero con apenas posibilidad de amenazar los intereses de la metrópoli, casi reducidos tan solo a la zona sur de Tanganika. Así, en agosto de 1907 finalizó el conflicto, dejando una cifra de tan solo 23 alemanes y 289 askaris muertos, mientras que los fallecidos maji maji oscilan entre los 75.000 y 300.000, siendo imposible calcularlo con precisión.

A su vez, es importante destacar las consecuencias que tuvo la rebelión Maji Maji. Por un lado, supuso el fin de las aristocracias tradiciones indígenas, al tiempo que golpeó con fuerza las creencias religiones nativas, debilitadas por la pérdida de la fe en la poción mágica de Ngwale, una vez demostrado el embuste. Al tiempo, el gran número de muertos en la guerra supuso que muchas zonas quedaran prácticamente despobladas. Por su parte, los alemanes remplazarían al gobernador Van Gotzen por Bernard Dernburg, quien supo aplicar en la colonia una serie de medidas que configuraron un nuevo modelo administrativo caracterizado por una serie de actividades más eficientes y cambios en el tratamiento de los nativos. De este modo, entre 1907 y 1914, tanto Bernard Dernburg, como el Conde Bernhard von Bülow, canciller del Imperio Alemán entre 1900 y 1909, aplicaron una serie de cambios en la población, que posiblemente fueran los causantes de la predisposición nativa a cooperar con el bando alemán durante la Primera Guerra Mundial.

3. Primera Guerra Mundial y Von Lettow

En 1914 estallaría la Primera Guerra Mundial entre las principales potencias europeas y, en poco tiempo, la lucha se trasladaría rápidamente a las posesiones coloniales africanas. En el caso alemán, sus posesiones de Togo, Camerún, África Sudoccidental Alemana y África Oriental Alemana se vieron rápidamente amenazadas por los Aliados, que lanzaron sendas campañas para hacerse con su control.

Es importante señalar que estas campañas no implicaron tan solo a combatientes europeos, ya que en ellas se movilizaron importantes contingentes indios, árabes y provenientes de más de una docena de etnias y pueblos africanos, como explica Horacio Cagni al señalar que «combatieron europeos: ingleses, franceses, belgas, alemanes y portugueses. Pero también indios y árabes, además de africanos de una docena de etnias y pueblos, nigerianos, congoleños, zulúes, bantúes y hotentotes, entre otros» (Cagni, 2016: 114). Por todo ello, el estudio acerca de las campañas militares aliadas contra el ejército alemán en el territorio africano requiere una especial atención, dado que el gran número de combatientes de diversas etnias, religiones y condiciones nos obliga a analizar el tema a tratar cuidadosamente. De esta forma, nuestra investigación se centrará concretamente en el estudio de las campañas acontecidas en el África Oriental Alemana, la actual Tanzania.

El África Oriental Alemana, la más rica y grande de las colonias alemanas, al estallar la guerra en 1914 tenía una superficie de 600.000 kilómetros cuadraros y una población de unos 8 millones de habitantes. El poderío militar alemán, toda vez que se movilizó a la práctica totalidad de hombres blancos de origen alemán y austrohúngaro, ascendía a poco más de 3.500 soldados europeos y 12.000 askaris, dotados de escasos recursos alimenticios y armamentísticos pero dirigidos por el oficial alemán Paul Von Lettow.

Hijo de un coronel alemán, Von Lettow, estudió en la escuela de artillería y puede ser considerado el perfecto modelo de oficial germano: inteligente, disciplinado, con carisma y gran capacidad de liderazgo. Lettow estaba destinado a ser un gran líder y oficial dentro del ejército alemán, pues a lo largo de su carrera, pasó gran cantidad de tiempo lejos de su patria, durante el curso de numerosas campañas, como la del Imperio Chino para frenar la rebelión de los bóxers, o diversas expediciones en África. Todo esto le llevó a desarrollar un amplio conocimiento y experiencia tanto en defensa colonial como en el entrenamiento de soldados no regulares. Además, como relata Stratis, poseía una rara habilidad para comprender cómo la esencia de ciertas acciones militares: «additionally, he possessed the rare ability to understand how certain military actions have a cause and effect resulting in planned or Unplanned second and third order effects» (Stratis, 2002: 3). Esta capacidad para comprender el campo de batalla y sus impactos asociados le permitieron planificar operaciones a nivel táctico y estratégico. De este modo, los soldados que estuvieron a las órdenes de Lettow destacaron siempre por superar los estándares establecidos, ya que una de las cosas que más obsesionaba al oficial era un entrenamiento completo e insistente para llegar a la perfección. Todo esto le valió ser asignado por el Alto Mando alemán al África Oriental Alemana, debido a la necesidad de un líder capaz de disciplinar a la fuerza de defensa colonial, que se consideraba inadecuada.

Llegados a este punto, debe puntualizarse que anteriormente Von Lettow había sido destinado a la colonia alemana de África del Sudeste (actual Namibia), donde se enfrentó a la tribu herero5 y a su líder Samuel Maharero. Allí, Von Lettow combatió a las órdenes del general alemán Lothar Von Trotha, obteniendo la vitoria en 1904 tras aplastar la rebelión en la Batalla de Waterberg. Los turbios acontecimientos en torno a la rebelión, los métodos utilizados y la masacre masiva de nativos, han sido calificados sólo recientemente como un genocidio, ya que se llevó a cabo la matanza de gran parte de los hereros supervivientes, provocando casi la extinción de esta tribu. Un resultado similar tuvo lugar con la sublevación de los nama6 poco después, siendo masacrada la tribu casi en su totalidad por las fuerzas coloniales. Posteriormente, durante su estancia en la Baja Sajonia, en 1909, Von Lettow fue ascendido a comandante del 2º Batallón de la Infantería de Marina del Káiser.

Ya en octubre de 1913, Von Lettow regresaría a África, en un primer momento para proteger la colonia de Camerún; pero antes de asumir su nuevo mando, en abril de 1914, sería finalmente transferido al África del Este Alemana, para defender la colonia con un número muy reducido de tropas. Sería en 1914 cuando partieron las tropas británicas que operaban en Sudáfrica para conquistar el África Oriental Alemana. Éstas contaban con la ayuda de tropas belgas del Congo y, tal como explica Cagni, su objetivo radicaba en lograr el control de las estaciones de radio inalámbricas que poseían los alemanes en sus colonias:

«El Almirantazgo británico tenía particular interés en ocupar las colonias alemanas de África, debido a la existencia de grandes estaciones trasmisoras de radio inalámbricas, que le permitían a los germanos comunicarse sin necesidad de cables submarinos con Berlín y Sudamérica, así como con barcos mercantes y de guerra propios en los océanos Atlántico e Indico. Por ejemplo, la estación radiotransmisora de Kamina, en Togo, era entonces una de las más potentes del planeta» (Cagni, 2016: 116).

El hecho de que los británicos tuvieran un gran número de combatientes sudafricanos empeñados en la campaña del África del Sudeste, les obligó a mandar al África Oriental tropas procedentes de la India, a los que se sumaron soldados de colonias contiguas. Con un ejército muy superior al alemán, nada más comenzar la guerra, la estación radiotelegráfica de Dar es Salaam fue destruida.

Por otro lado, en cuanto a Von Lettow, apenas contaba con 260 hombres para formar el cuerpo de oficiales y suboficiales alemanes, que dirigían la tropa de 2.500 guerreros formada por askaris, todos ellos englobados en la Schutztruppe7 (Abbott, 2006, 152). Mientras, el gobernador del África Oriental Alemana, contaba con 65 europeos y 2.150 askaris, que actuarían en caso de invasión formando la Polizeitruppe. El punto más débil de todo el contingente colonial alemán radicaba en su práctica ausencia de unidades de artillería, ya que Von Lettow tan solo contaba con 35 piezas de corto alcance, la mayoría ligeras y de cureña rígida. A esto se sumaba la falta de unidades de caballería y de transporte mediante mulas, debido a que las moscas tsé-tsé imposibilitaban la utilización de todo tipo de animales equinos. Por tanto, el transporte de los aprovisionamientos se llevaba a cabo mediante 250 porteadores nativos por compañía, que cargaban las mercancías a la espalda. Además, los askaris de la colonia alemana se encontraban armados con el anticuado modelo Máuser de 1871, monotiro, cuyos cartuchos todavía empleaban pólvora con humo. Algunas compañías, no obstante, estuvieron dotadas con el siguiente modelo, más moderno, Mauser 98. Para acabar, Von Lettow contaba con 67 ametralladoras Maxim, que en un principio sólo pudieron ser utilizadas por los europeos debido a lo complejo de su manejo, pero tras ser debidamente instruidos también pasaron a ser usadas también por los askaris. Von Lettow decidió suplir todas estas carencias, que sabía que podrían resultar decisivas en batalla, mediante un mayor y más complejo entrenamiento de sus soldados y una fuerte agresividad en el combate pero, sin duda, la medida que mayores réditos le otorgó fue unificar bajo su mando la Schutztruppe y la Polizeitruppe.

Tras el estallido de la guerra en Europa, Von Lettow optó por ignorar las órdenes de mantener la neutralidad en África y, teniendo en cuenta su situación de inferioridad respecto a los Aliados, trató de tomar la iniciativa e iniciar el conflicto. Tras diversas propuestas al gobernador de la colonia, Henrich von Shnee, que fueron rechazadas en todas las ocasiones -como un proyecto de ataque al ferrocarril británico en Uganda-, fue finalmente Gran Bretaña quien tomaría la iniciativa e iniciaría las hostilidades.

Así, los británicos enviaron al general Arthur Aitken, comandando una expedición desde la India formada por 8.000 cipayos y diversos buques de guerra. El principal objetivo de dicha expedición era el puerto de Tanga que, situado al norte de la colonia y próximo a las colonias británicas del norte de África, era el más importante de África Oriental Alemana. Los británicos pretendían hacerse con él e imposibilitar a Berlín el envío de nuevas tropas y suministros, avanzando tras ello sin temor hacia el sur de la colonia alemana.

De esta forma, el 3 de noviembre los británicos iniciaron la ofensiva por la región del Kilimanjaro con 4.000 hombres. Su plan era tomar por el norte la línea férrea del Usumbara, que conducía a Tanga. Para coordinar la operación, el 2 de noviembre, llegaron 40 naves británicas procedentes de la India escoltadas por el crucero HMS Fox y el crucero auxiliar HMAMC Laconia, que transportaban a la Indian Expeditionary Force B8 (Abbott, 2006, 90). Dos brigadas hindúes con artillería y pertrechos, alrededor de 8.000 hombres y 2.000 porteadores, al mando del mayor general Aitken, llegaron al puerto de Tanga. El objetivo era alcanzar el valle de Pangani, cerca del ferrocarril del Usumbara, para encontrarse allí con las tropas aliadas procedentes del norte.

Hay que señalar que, dados los limitados medios con los que contaba la colonia alemana, el puerto de Tanga tan solo estaba protegido por una compañía de fusiles, hecho ignorado por los británicos.

El error táctico de los británicos, confiados de su superioridad y de su inminente victoria, fue no realizar ningún reconocimiento nada más llegar a tierra, pues seguros de su superioridad no concebían otra alternativa que la rendición automática de las tropas alemanas. Así, en un primer momento, las tropas hindúes intentaron desembarcar en una playa cercana al cabo Ras Kasone, pero la resistencia alemana les obligó a hacerlo a unos 1.700 metros al sur de la ciudad mientras la marina bombardeó sistemáticamente la ciudad.

Ante esta situación, Von Lettow reunió un batallón y tres destacamentos independientes de infantería, con un total de 5 compañías de askaris y 3 compañias de reservistas europeos y los condujo desde la frontera hasta el puerto de Tanga. Su siguiente paso fue realizar un reconocimiento de la situación y de las tropas británicas. A través de este, pudo rápidamente cerciorarse de que las tropas inglesas no eran demasiado experimentadas lo que, unido a la pasividad británica, dio a Von Lettow la confianza necesaria para pasar a la acción:

«Situó y desplegó en la linde sur de la ciudad sus escasas ametralladoras, así como varias compañías de fusiles, situándolas entre los escombros y tras el talud del ferrocarril que llevaba hasta el muelle, organizando someramente una posición defensiva con alambradas; constituyó además una reserva de entidad batallón o batallón y medio. Adelantó un par de compañías para escaramuzas en el bosque tropical y entre las altas mieses de los campos próximos a la ciudad, apostándolas en la previsible ruta de aproximación enemiga antes de que entraran en contacto con su improvisada línea de resistencia» (Solá, 2014: 428-430).

El ataque masivo de los alemanes supuso un duro golpe para el ejército británico que, sorprendido, inició la retirada dejando atrás 360 muertos, 487 heridos y centenares de desaparecidos. Al mismo tiempo, debido a la aparatosa huida, los británicos abandonaron seis piezas de artillería, 16 ametralladoras, 455 fusiles y unos 600.000 cartuchos, munición de artillería y una gran cantidad de víveres y bastimentos que fueron aprovechados por el oficial alemán. Por su parte, Von Lettow tan solo había perdido 61 hombres y contaba únicamente con 81 heridos.

Al mismo tiempo, debemos señalar que el tiroteo entre los combatientes provocó que los panales de abejas africanas salieran disparados, atacando sus furiosos enjambres a los soldados británicos. Por ello, muchas fuentes denominan la contienda con el nombre de «La Batalla de las abejas». Será Cagni, quien relate el episodio en torno a los insectos con las siguientes palabras:

«Los africanos locales habitualmente hacían colmenas de madera ahuecada y las colgaban de los árboles, obteniendo abundante miel, un recurso muy apreciado. Los alemanes conocían su disposición, no así los angloindios. Cuando los impactos de las ametralladoras y los fusiles destruyeron los panales, el enjambre de abejas enfurecidas se abatió sobre la tropa. Algunos hombres enloquecieron por los aguijonazos» (Cagni, 2016: 116).

Un dato curioso es que la revista The Times publicó la teoría de que las abejas habían sido adiestradas por los alemanes para atacar a sus enemigos. Hecho que sabemos resulta imposible, ya que el propio contingente alemán sufrió los efectos del ataque de de las abejas, además del hecho indiscutible de que las mismas no pueden domesticarse (Farwell, 1986: 178).

Por otro lado, las causas de la derrota británica hay que buscarlas en la falta de entendimiento entre los mandos navales y el ejército en tierra. Al mismo tiempo, debemos señalar la subestimación de Aitken de las fuerzas alemanas, verdadero motivo del desastre. Además, las tropas británicas, a excepción de las de Lancashire, apenas poseían experiencia, estaban mal adiestradas y no conocían demasiado bien el armamento con el que contaban y su utilización. Todo esto, unido a la no realización de los reconocimientos iniciales, como ya hemos señalado, y al imprevisto ataque de las abejas africanas, llevó a la indubitable derrota británica.

Entre las consecuencias de esta derrota figura la fragua en la mente de Von Lettow de la idea de que con un número muy reducido de hombres y armas podía lograr grandes victorias si adoptaba métodos de guerra no convencionales. Es así como Von Lettow, comenzó una forma de combatir basada en el uso de columnas en continuo movimiento, en contrapartida de las formaciones de masa del frente europeo. Lettow aplicó los principios clásicos de la guerra de columnas, movilidad, sorpresa, autodisciplina, evitar combates frontales y liderazgo fuerte. Las Schutzstruppe fueron entrenadas de tal manera que pudieran aprovechar todo error en los ataques aliados para embestir en el momento más inesperado. Además, tras el desembarco y pese a la victoria inicial alemana, las tropas de la colonia quedaron aisladas de la metrópoli.

Por otro lado, no debemos olvidarnos del escuadrón británico que, procedente de las colonias británicas del norte, fue derrotado en el monte Kilimanjaro al intentar invadir el África Oriental Alemana. Viendo los rápidos e insistentes movimientos británicos, Von Lettow lanzó resueltos ataques por sorpresa contra las principales vías de ferrocarril de las colonias británicas al este de África. Esto supuso un movimiento de columnas y ataques sorpresa por parte de los dos ejércitos que se prolongaría durante todo el año. El plan de Von Lettow era alargar este procedimiento en la zona, a la vez que avanzaba hacia el norte. Su principal objetivo era quitar terreno a los ingleses, que cada vez se acercaban más a la zona de Tanga. Este objetivo acabó siendo imposible para Von Lettow cuando los ingleses llegaron a Jassin, ciudad fronteriza alemana, cercana a Tanga. Allí tuvo lugar la batalla del mismo nombre el 18 de enero de 1915, cuando los británicos volvieron a ser derrotados; en esta ocasión, la victoria alemana no lo fue del todo, debido a la enorme pérdida de vidas que hubo de soportar el ejército alemán africano, incluido el capitán Tom Prince, mano derecha de Lettow, además de otros 27 oficiales y suboficiales.

Tras estos sucesos, Von Lettow retomó la estrategia de columnas sobre el ferrocarril británico. Además, decidió aumentar su plantilla en el ejército, reclutando polizeitruppe askaris, ciudadanos austríacos que vivían en las colonias y militares alemanes jubilados. Muchos de los voluntarios se incorporaron a las compañías de francotiradores que hostigaban al enemigo. Así, a principios del año 1916, las tropas de Von Lettow estaban formadas por 3.000 alemanes y 12.000 askaris, aunque apenas contaban con un adiestramiento básico. Pese a todo, Von Lettow tenía todavía una gran carencia de armamento para defender la colonia; hecho que sería subsanado en parte gracias al hundimiento del crucero alemán Konigsberg. Caring relata como el hundimiento de los ingleses del crucero alemán supuso todo un beneficio para Von Lettow, que sumaría a sus tropas tanto a los supervivientes del hundimiento como la artillería pesada que pudo rescatar del barco.

«El crucero ligero germano Koenigsberg, necesitado de reparaciones, estaba en Dar es Salaam; bloqueado por barcos de guerra ingleses, debió internarse en el río Rufiji. Para dejar fuera de combate al Koenigsberg, los ingleses mandaron dos monitores al delta del Rufiji, donde, con tiro reglado por hidroaviones, terminaron semihundiendo al crucero alemán. La tripulación sobreviviente, más las seis piezas de 105 milímetros y otras cinco del barco, que fueron desmontadas, resultaron de gran utilidad para Lettow. Los cañones menores, unos con montaje fijo y otros sobre ruedas, fueron repartidos a Tanga, Lago Tanganika y Lago Victoria» (Cagni, 2016: 117).

La consecuencia de esto, fue que Von Lettow consiguió unos 300 marineros de la tripulación que, unidos a otros 4.000 porteadores nativos reclutados, permitieron que los ataques alemanes fueran más rápidos y precisos, recrudeciendo los ataques relámpago contra el ferrocarril británico, e intentando acabar por todos los medios con las comunicaciones de sus enemigos.

Finalmente, en 1916 Inglaterra decidió acabar con el África Oriental Alemana y con Von Lettow. Los británicos aprovecharon la caída del África Sudoccidental, para trasladar las tropas sudafricanas que habían quedado disponibles hacia la colonia alemana. Sería el general Jan Smuts al mando de un total de 45.000 hombres el encargado de enfrentarse a Von Lettow. Smuts contó con la ayuda de tropas belgas del Congo y portuguesas de Mozambique, a las que se sumarían posteriormente tropas coloniales de Nigeria, Costa del Oro y del Caribe. Smuts se dio cuenta de que los soldados blancos con los que contaba al inicio de la expedición eran demasiado vulnerables a las enfermedades africanas, movido por esto, trajo las tropas anteriormente mencionadas.

La expedición comandada por Smuts desembarcó en el África del este británica, ya que la intención de los ingleses era atacar a Von Lettow desde el norte. Al mismo tiempo, los belgas iniciaron un ataque por el oeste de la colonia, y más tarde lo harían los portugueses por el sur. En estos momentos, Von Lettow contaba con 2.712 soldados alemanes, 11.367 askaris y 2.531 soldados irregulares9. Un ejército mucho menor al británico, por lo que optó por no entablar batalla abierta y esquivar a sus enemigos esperando el momento preciso para atacar.

El plan de Smuts se centraba en rodear al ejército de Von Lettow y destruirlo, dividiendo las fuerzas alemanas en dos columnas. Sin embargo, su gran error cometido fue subestimar a la mosca tsé-tsé pues, aunque conocía los efectos del insecto sobre los caballos, pensó que podría sobrellevarlos sustituyendo los equinos afectados con los que llegaban de refresco desde Europa. No obstante, el número de pencos que moría era muy superior al que llegaba, lo que supuso otro duro golpe para los británicos.

En enero de 1917, Smuts fue reemplazado por el general sudafricano Jacob Van Deventer quien, al término de la estación de lluvias, se empeñó en el asedio al ferrocarril de la colonia alemana para impedir su aprovisionamiento. Aun así, Von Lettow no se rindió y trazó un nuevo plan que consistía en abandonar Tanga y las demás ciudades importantes para dirigirse hacia el sur. Parecía que la suerte estaba echada para los alemanes, quienes únicamente contaban ya con las posesiones del sur del África Oriental Alemana, al tiempo que los británicos controlaban los puertos y las ciudades más importantes en el norte y centro del África Oriental Alemana, y los belgas en el este. Sin embargo, los británicos sufrieron una serie de pérdidas importantes a raíz de la emboscada preparada por los alemanes a los Royal Fusiliers.

Pese a esta victoria, las bajas en el bando alemán se sucedían a un ritmo apabullante, agravadas por la imposibilidad de suplir pérdidas humanas y materiales. Por eso, la audaz maniobra de Von Lettow de invadir el África Oriental Portuguesa fue totalmente impredecible para los Aliados, rubricando un nuevo y sonoro éxito para el ejército colonial alemán. Cagni relata este suceso al destacar que «con depósitos bien provistos y escasamente defendidos, nativos amistosos y plantaciones llenas de todo tipo de provisiones, resultó un sueño cumplido para las Schutztruppe» (Cagni, 2016: 118).

Sin embargo, a finales de 1917, la situación había empeorado para Von Lettow. Sus tropas estaban arrinconadas y la comunicación con Berlín resultaba casi imposible, de forma que las únicas noticias que se recibían en la metrópoli procedían de enemigos capturados, no siendo demasiado precisas, puesto que casi siempre informaban de una aplastante victoria inglesa. La solución pasaba para Berlín por la construcción de un zeppelín, el L-59, cuyo objetivo sería abastecer a la colonia alemana a través de un único viaje solo de ida; puesto que los hombres que llevaban el dirigible deberían quedarían allí como refuerzo y los materiales de su fuselaje estaban diseñados para ser reutilizados con fines militares, de tal forma que todo sería aprovechado por las fuerzas de Von Lettow. De esta forma, el L-59 fue completado en 16 días, realizando su vuelo inaugural el 25 de octubre. El zeppelín llevaba un cargamento de 13 toneladas y media, compuesto por ayudas médicas, ametralladoras, machetes, binoculares, y demás material para ayudar a la colonia alemana.

«Desde el morro hasta la cola, el L-59 medía 226,47 metros —más de tres veces la longitud de un Boeing 747 Jumbo— y sus 27,7 metros de contorno era más de cuatro veces el del moderno avión de pasajeros. Además de las 13,75 toneladas de suministros, el Zeppelín portaba 21 toneladas de gasolina, tonelada y media de aceite lubricante y nueve toneladas de agua de lastre. Con su tripulación de 22 hombres, la aeronave pesaba a plena carga un poco más de 77,25 toneladas» (En zeppelín a África” en Parte II. Guerreros del cielo, 2014:216-217).

Capitaneado por Bockholt, y con escasa información sobre el actual paradero de Von Lettow, el L-59 tenía órdenes de dirigirse a la zona entre el lago Nyasa y el océano Índico y buscar allí a su compatriota. Si encon­traban tropas alemanas, debía lanzarse un suboficial en paracaídas y establecer contacto con estas para corroborarlo, de ser así, se emitiría una señal y el dirigible descendería.

El L-59 partió desde su base en Bulgaria después del amanecer del día 21 de noviembre. Pese a las altas expectativas y los esfuerzos de la tripulación, las circunstancias no les favorecieron. Llegaban a Berlín informes de radio comunicando que zonas de la colonia que antes se consideraban seguras ahora estaban en manos británicas. Esto, unido a que la información que llegaba acerca del paradero de Von Lettow era nula, acabó desembocando en que el Estado Mayor Imperial enviara la orden de regreso al zeppelín. El mensaje fue: «Cancelen la operación, regresen. El enemigo ha capturado la mayor par­te de las tierras altas Makonde, también Kitangani. Los portugueses están atacando el protectorado por el sur»10.

Dado que el operador del L-59 estaba fuera de servicio, en Berlín no obtuvieron respuesta, por lo que se repitió el mensaje vía radio durante los días siguientes. Finalmente, el dirigible llegó a Jamboli a las 04:30 de la mañana del 25. El vuelo había durado 95 horas y 5 minutos, recorriendo una distancia de 6.759 km. El L-59 no consiguió llevar los suministros a Von Lettow, pero había superado todos los récords existentes en cuanto a distancia y carga.

En esta situación de ventaja para los aliados, lo que acabó debilitando a los británicos fueron las enfermedades. Las numerosas epidemias sufridas por el ejército, hicieron que los ingleses detuvieran su ofensiva por la falta de hombres. Esto, supuso la salvación del ejército alemán, que pudo ganar tiempo para reorganizarse y planear una contraofensiva, pero, a la vez, sufría deserciones de soldados cansados de la larga guerra, disminuyendo el contingente de Von Lettow a apenas 3.000 hombres.

Pese a todo, finalmente los británicos reemplazaron las bajas sufridas y se decidieron a acabar con el ejército de Von Lettow, que defendía su base en Mahiwa. Pese a contar con una visible superioridad numérica, el control de los puertos de Kilwa y Lindi, el apoyo de tropas procedentes del norte de la colonia portuguesa, de Rhodesia y del Congo, los británicos sufrieron una nueva derrota. En un principio, el objetivo aliado era cortar las comunicaciones de Von Lettow, para después aniquilar a sus tropas. Para ello, se enfrentaron las tropas del General Braves, compuestas por unos 6.000 aliados, contra los 1.500 hombres con los que contaba Von Lettow.

De este modo, la columna de refuerzo aliada inició el desplazamiento desde Likigara el 14 de octubre de 1917, llegando a Mahiwa dos días después. Como respuesta, Lettow lanzó un contrataque compuesto por dos compañías al mando del capitán Goering, el cual se vio obligado a enfrentarse a dos batallones aliados. Estos serían obligados a retirarse de forma desordenada y catastrófica, dejando tras de sí numerosas bajas y unos 150.000 cartuchos para fusil. Como consecuencia de la batalla de Mahiwa, los alemanes debieron asumir un total de 95 muertos, 422 heridos y 2 desaparecidos, mientras que los aliados perdieron alrededor de 4.000 hombres. Pese a que esta operación fue todo un éxito para el lado alemán, debemos tener en cuenta que cada vez más reducido número de efectivos, la dificultad y las malas condiciones para atender a los heridos, además de la imposibilidad de suplir las bajas terminaron por medrar los ánimos de la tropa que, pese a su nueva «victoria», todavía debía responder al resto de sus frentes.

Dado lo cual, en noviembre de 1917, motivado por la incesante escasez de medios y de abastecimientos y por la continua presión aliada, Von Lettow decidió reducir sus tropas a tan sólo 2.000 hombres, quedándose únicamente con los más aptos y experimentados, para así conseguir una mejor movilidad. Junto con este ejército cruzó en río Rovuma, derrotó a las tropas portuguesas y tomó Ngomano, consiguiendo un gran número de municiones y suministros. Los ingleses reaccionaron enviando refuerzos a los portugueses e intentando en varias ocasiones atrapar a Von Lettow, pero todos los intentos fueron fallidos, pues el general volvía a tomar la iniciativa. Con la campaña de Mozambique, Von Lettow consiguió no solo numerosas victorias frente a británicos y portugueses, sino también rearmar a su ejército y conseguir tanto alimentos como medicinas.

En julio de 1918, Von Lettow derrotó a la guarnición británica-portuguesa de Namakura, consiguiendo de nuevo un gran número de suministros y armamento. Tras esto, bien armado y sintiéndose capaz de todo, Von Lettow amenazó con conquistar la capital de Mozambique, llevando a británicos y portugueses a replegar sus fuerzas a la capital para defenderla del ejército alemán. Los aliados no fueron conscientes del gran error que cometieron con ello, ya que Von Lettow aprovechó esta situación para avanzar hacia el norte y regresar al África Oriental Alemana a finales de septiembre de 1918. Esto llevó a que los británicos decidieran mover sus tropas desde el norte y el sur, para dejar a Von Lettow acorralado en el centro del país, pero nuevamente consiguió escapar del cerco, avanzando hacia el oeste. Una vez en el oeste, el 13 de noviembre de 1918, tuvo lugar la batalla de Kasama, donde Von Lettow consiguió hacerse con la Rhodesia británica.

De este modo, con un número muy reducido de fuerzas, Von Lettow había logrado su objetivo de mantener un gran contingente de fuerzas aliadas en África. El general sabía que no podía ganar la guerra, sino privar a los británicos del mayor número posible de hombres y armamentos, dado que todo lo que se mandara a África significaba una merma del material de guerra y unidades que se enviarían al frente europeo.

Finalmente, el 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio en Europa, noticia que llegó pocos días después a Von Lettow. Tras hacer las diversas comprobaciones y entablar conversaciones con Van Deveren, el día 25 de noviembre Von Lettow anunciaría su rendición y la de sus tropas en la plaza de Abercorn, Rhodesia. En ese momento, Von Lettow contaba con «20 oficiales, 6 oficiales médicos, un veterinario, 125 europeos, 1156 askaris, 1.598 portadores y un número desconocido de mujeres y niños» (Farwell, 1986: 384).

Tras la firma del armisticio y con las duras condiciones impuestas a Alemania, resultó casi imposible pagar a los askaris que habían combatido en África. En su estudio, Cagni, extrae una frase del propio Von Lettow: «para nosotros era una cuestión de honor conseguir para estos hombres, que con tanta abnegación habían trabajado y combatido por nosotros, lo que les correspondía» (Lettow Vorbeck, 1926: 392). Finalmente, no sería hasta 1964 cuando Alemania pudo pagar a los askaris las deudas de guerra que tenía con ellos.

Tras la rendición, Von Lettow regresó a Alemania, donde fue recibido como un verdadero vencedor, puesto que él se había rendido sólo después de la firma del armisticio y no había sido vencido en combate. Durante años sería recordado como un héroe de la lucha colonial en el África Oriental Alemana, convirtiéndose en un personaje casi mítico por sus asombrosas proezas.

No obstante, pese a su abnegado esfuerzo por preservar para su patria las posesiones africanas, la mayor parte de ellas pasaron a control británico en virtud de un mandato de la Sociedad de Naciones y el África Oriental Alemana pasó a llamarse Tanganica. Gran Bretaña llevó a cabo en la zona una serie de políticas de recuperación económica de posguerra, implantando planes de asentamiento y cultivos obligatorios. Así, los británicos buscaban impedir el desarrollo del sector manufacturero, para abastecer el mercado tanzano con sus propios productos. Por otra parte, Bélgica recibió también el control de una porción de la colonia alemana, en los actuales territorios de Ruanda-Burundi y pasó a ser administrada desde el Congo Belga, así como una pequeña franja del sur que quedó en manos portuguesas.

La situación continuaría de ese modo hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Tanganica se transforme en el Fideicomiso de las Naciones Unidas en 1946. Pese a esto, seguirán siendo los británicos los que controlen el territorio.

4. Conclusiones

Son muchos los aspectos que hemos analizado acerca de la presencia alemana en la colonia del África Oriental y, más en concreto, respecto al desarrollo de las operaciones durante la Primera Guerra Mundial. Por ello, debemos concluir una serie de cuestiones.

En primer lugar, es necesario señalar cómo la presencia alemana desembocaría en una serie de cambios en la vida de los nativos. La presión colonial y el control de la metrópoli en la economía, llevó a que la propia riqueza del territorio no se desarrollara adecuadamente, hecho que es aún hoy en día patente en su escasa producción industrial y su subdesarrollo. En relación con esto, como hemos dicho y explicado a lo largo del trabajo, la colonización obligó a los nativos a renunciar a sus mejores tierras y a especializarse en los productos y materias que demandaban los europeos, dejando a un lado la agricultura de las cosechas más convenientes para sí mismos, en favor de los intereses de los europeos. Además, las distintas guerras a consecuencia de la conquista colonial, sumadas a las numerosas revoluciones locales, llevaron a un gran número de muertos entre los indígenas, lo que también condicionaría la posterior evolución del territorio. Los participantes en las guerras coloniales eran en su mayor parte hombres entre los 18 y los 25 años; la mayoría de los cuales fallecieron, lo que desembocó en un descenso de la natalidad debido a la escasez de hombres jóvenes. También es interesante señalar la pérdida cultural que supuso la llegada de los colonizadores al territorio, dado que los indígenas se vieron obligados a dejar a un lado sus costumbres y su larga herencia cultural en favor de la europea.

Por otro lado, debemos destacar la figura de Paul Von Lettow, quien desde el principio tuco como objetivo no la derrota total de los Aliados, pues era consciente de su imposibilidad debido a la escasez tanto de hombres como de armamentos en su ejército. Por ello, su objetivo se centró en hostigar al enemigo al máximo para agotarle, derrumbarle moralmente, y especialmente, obligarle a distraer sus fuerzas en el teatro africano en detrimento del europeo. Von Lettow consiguió lograr este objetivo sólo relativamente, ya que su inesperada resistencia obligó a los británicos al envío de efectivos en su contra, pero no desde suelo europeo, sino en su mayoría provenientes de las colonias cercanas.

Sin embargo, pese a su gran proeza, la figura del general alemán es hoy en día desconocida para el público en general, mientras que otras figuras, como Lawrence de Arabia, son mucho más laureadas por la cultura popular. La respuesta a ello es sencilla, aunque sus gestas son menos impresionantes, Lawrence de Arabia fue británico, unos de los países ganadores del conflicto, mientras que Von Lettow debía su lealtad a Alemania, la gran perdedora. Y es que la mala costumbre de no recordar a los perdedores, pese a que Von Lettow nunca llegara a ser capturado por los británicos, unido al hecho del desdoro que la supuso para los Aliados que un pequeño contingente alemán resistiese de forma implacable en el África Oriental, son las principales razones de la desmemoria en torno a las grandes proezas de Von Lettow.

Del mismo modo, debemos decir que Von Lettow fue todo un héroe militar, ya que el número de victorias que consiguió con su escaso material armamentístico y con tan sólo un «puñado» de hombres es digno de recordar. Utilizando técnicas no convencionales y con un asombroso ingenio, Von Lettow consiguió desmoralizar a Gran Bretaña durante los cuatro años del trascurso de la guerra. «El alemán que nunca perdió» debería ser un ejemplo de constancia, valía y mucho talento en cuestiones bélicas, no solo para sus compatriotas alemanes, sino también, para el resto del mundo.

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www.guerracolonial.es

  1. Karl Peters (1856-1918): explorador alemán que avanzó en el establecimiento del protectorado alemán de África Oriental. Fue un acérrimo defensor de la filosofía alemana völkisch y del darwinismo social, hechos que se verían reflejados en su labor en África.

  2. Explorador alemán y gobernador del África Oriental Alemana durante la Rebelión Maji-Maji.

  3. Soldados nativos que colaboraron con los gobiernos de las metrópolis.

  4. Aristócrata militar y explorador alemán, primer gobernador del África Oriental Alemana.

  5. Etnia del grupo bantú situada al sur de África.

  6. Rama de la tribu Khoikhoi (llamada “Hotentotes” en Occidente).

  7. La Schutztruppe estaba organizada por 14 compañías. Cada compañía estuvo formada por 3 secciones de 162 askaris más una sección de transmisiones y banda de música, con una veintena de oficiales y suboficiales alemanes. Además, contaban con unos 250 porteadores y disponían de uno o dos cañones de campaña.

  8. La Indian Expeditionary Force B estuvo compuesta por: la 27 brigada, formada por el segundo de Loyal North Lancashire, el 63 de Palemecottah Light Infantry, el 98 de Infantería y el 10 de Granaderos; y la Brigada de Servicio Imperial, conformada por el 13 de Rajputs, el 2 de Rifles de Cachemira, la mitad del 3 de Rifles de Cachemira, la mitad del 3 de Infantería de Gwalior y la 28 batería de montaña de la Royal Artillery.

  9. Ruga-ruga es el término swahili para denominar a unidades de nativos armados y reclutados por los alemanes.

  10. Las comunicaciones recibidas por el L-59 fueron emitidas por los propios británicos en una serie de mensajes falsos haciéndoles creer que la colonia ya se había rendido.