Amanecer Zulú: Iklwas, Martini-Henrys y celuloide
Zulú Dawn: Iklwas, Martini-Henrys and celluloid
Julio A. Alfonso González
Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, España
Recibido: 04/10/2017; Aceptado: 09/11/2017
Resumen
En la guerra colonial, en la que se han dado cientos de batallas y se han enfrentado decenas de Estados a lo largo del siglo XIX y XX, existe una batalla sin la que probablemente no podrían entenderse este tipo de conflictos: la batalla de Isandlwana.
No fue la mayor y más clara derrota de un ejército moderno a manos de uno nativo pero su leyenda y fama han transcurrido por los lustros como si así lo fuese. En este trabajo se tratará de poner de manifiesto cómo la legendaria batalla de Isandlwana ha sido tratada por el imaginario colectivo y como la particular visión de su director la ha legado a la gran pantalla con un análisis desde el punto de vista militar de la película Amanecer Zulú
Palabras clave
Isandlwana, Zulú, Ulundi, Chelsmford, Martini-Henry, Durnford.
Abstract
During the colonial war, in which hundreds of battles have taken place and dozens of states have fought against each other throughout the 19th and 20th centuries, there is a battle without which this type of conflict could probably not be understood: the battle of Isandlwana.
It was not the biggest and clearest defeat of a modern army at the hands of a native one, but its legend and fame have passed through the decades as if it were. In this work we will try to show how the legendary battle of Isandlwana has been treated by the collective imagination and how the particular vision of its director has bequeathed to the big screen. An analysis about Zulu Down film from military point of view.
Keywords
Isandlwana, Zulú, Ulundi, Chelsmford, Durnford.
1. Introducción
El 22 de enero de 1879, en un paraje de la actual República de Sudáfrica, a los pies de una solitaria colina, se produjo una de las batallas más icónicas y recordadas de la historia militar. A pesar de librarse en un lugar apartado de los grandes escenarios mundiales de enfrentamiento de su época, este choque, enmarcado dentro de la que pasaría a la historia como Guerra Zulú o Anglo-Zulú, aún concita interés y debate. Aquella colina se llamaba y se llama Isandlwana y ese es el nombre que llevará para siempre la batalla librada a su sombra.
Como es habitual en muchos otros acontecimientos bélicos que se han producido a lo largo de la historia, la industria del cine se fijó en ella y quiso recrearla en una película, titulada Zulú Dawn, Amanecer Zulú1 en castellano. Fue rodada y estrenada en 1979, de producción británica, pero con gasto de superproducción hollywoodiense, con lo que no se escatimó en número de extras o escenarios. Además, en aquel momento la película tenía otra característica peculiar, su guionista, Cy Enfield, que era el mismo de la otra gran película de la historia del cine ambientada en la Guerra Anglo-zulú, la producción de 1964, Zulú, con la que saltó a la fama Michael Caine. En esta última se relataba el hecho bélico que sucedió en las horas siguientes al desastre de Isandlwana, la defensa por parte de un reducido grupo de soldados británicos de la misión situada en el vado de Rorke´s Drift y que se convirtió en la acción militar británica en la que más Cruces Victoria, la máxima condecoración al valor, se concedieron en un mismo día.
Pero en este artículo no se va a realizar una crítica cinematográfica al uso, sino que se valorará la fidelidad, desde el punto de vista de la historia militar, entre lo que nos muestra el filme y lo que realmente sucedió en la batalla de Isandlwana.
2. Vestuario, maquillaje y fotografía
En 1979 aún no se podían recrear ejércitos gigantescos por medio de caros y sofisticados programas informáticos, era necesario reunir miles de extras y proporcionarles los uniformes, equipos y réplicas de armas que correspondieran a los hechos y época relatada en la película. Eso concede más mérito a la fidelidad histórica que se pudiese conseguir y más cuando fundamentalmente en el bando británico existían cuerpos distintos, cada uno con sus propias reglas de uniformidad.
Es innegable un esfuerzo real por intentar mostrar a todas las fuerzas presentes, al menos del lado británico, con más dejadez del lado zulú, ignorando que el color de sus escudos, indicaba cuál era su regimiento y su antigüedad.
En Isandlwana participaron dos unidades de la Artillería Real británica, la 11ª Batería de la 7ª Brigada, equipada con tres rampas de lanzamiento para cohetes Hale de 9 libras y la batería N de la 5ª Brigada armada con dos cañones de montaña, Mark IV de 7 libras, pero montados sobre cureñas de campaña, para poder ser arrastrados por tiros de caballos (Knight, 2002: 49). Ambas unidades aparecen en la película, la batería N/5 es mostrada correctamente uniformada de azul, con los correajes blancos propios de la artillería y vivos rojos en el pantalón y la casaca, y cascos blancos teñidos exprofeso para la campaña. Incluso se puede apreciar a un oficial que no ha retirado en campaña el pincho de latón de su casco y este está rematado por una bola, en lugar de acabar en punta, algo también distintivo del arma de artillería. Por su parte la batería 11/7 equipada con cohetes, carecía de suficiente personal artillero y estaba integrada en su mayor parte por soldados de infantería del 24º regimiento, bajo mando artillero. Es muy interesante comprobar como este detalle de los soldados con casacas rojas manejando las rampas para lanzamiento de cohetes es perfectamente recreado en la película, mostrando mucho interés en respetar los hechos y a sus protagonistas. Donde se produce un error histórico es en el tipo de piezas de artillería, ya que las mostradas no son de 7 sino de 9 libras. Estas estuvieron presentes en la guerra, pero no aquel día en Isandlwana, error que salta a la vista por la longitud de los cañones, que en el caso de los de 7 libras son de tubo corto, algo propio de las piezas de montaña, categoría a la que pertenecían, pero montados en cureñas de campaña del tipo denominado Kaffrarianas, siendo los de 9 libras de tubo largo (Knight, 1994: 29).
La Caballería Nativa de Natal, agrupaba bajo ese término a cinco tropas de nativos a caballo. Tres de estas tropas eran conocidas como Caballería Shikali, por el nombre de su jefe tribal; otra era llamada Hlubi también por el nombre de su líder, compuesta por basothos; y una última tropa, formada por negros cristianos de Edendale, asunto también citado en la película. Todas estas fuerzas vestían uniformes similares, ropa europea de tonos pardos y marrones, cananas cruzadas al pecho y se cubrían con sombreros de ala ancha, en los cuales llevaban atado un pañuelo rojo, que les servía como identificación de tropas nativas al servicio británico. Iban equipados con carabinas Swinburne-Henry y muchos de ellos además portaban en la montura un carcaj con varias lanzas arrojadizas, assegais. Igualmente, algunos de ellos preferían montar descalzos. La película respeta bastante fielmente su apariencia, aunque no les muestra con las lanzas arrojadizas en la montura ni representa a jinetes descalzos. Estas unidades estaban siempre mandadas por un cuadro de oficiales y suboficiales blancos normalmente reclutados entre la población europea de la colonia de Natal (Roca, 2004: 105). Este personal tenía cierta libertad a la hora de uniformarse aunque fue común que se vistieran con un uniforme azul claro, con guerrera adornada con alamares negros y un sombrero marrón de ala ancha alrededor de cuya copa ataban un pañuelo rojo, para distinguirse como personal al mando de tropas negras.
En Isandlwana también estuvieron presentes tropas del denominado Contingente Nativo de Natal, tropas nativas a pie, equipadas con sus armas tradicionales salvo uno de cada diez hombres que fue dotado de un rifle y cinco cartuchos por los británicos, temerosos de equipar demasiado bien a la población negra de Natal, y sin uniformar, más allá de un pañuelo rojo atado a la cabeza, para evitar ser confundidos con los zulúes, etnia a la que pertenecía una parte de ellos. En la batalla estuvieron presentes las compañías D y E del 1º Batallón del 1º Regimiento, las 6ª y 9ª del 1º Batallón del 3º Regimiento y las compañías 4ª y 5ª del 2º Batallón del 3º Regimiento (Knight, 2002: 49). Los oficiales del CNN usaron los mismos uniformes que los que comandaban unidades negras montadas. En la película se respeta su apariencia incluso con el detalle de ver que los nativos equipados con rifle, efectivamente solo llevan cinco cargas en sus cananas (Knight y Castle, 1994: 25), otro detalle que la película no pasa por alto.
Otro cuerpo compuesto por nativos y presente en la acción fue la Compañía Nº1 de Pioneros Nativos de Natal, una fuerza también mandada por oficiales blancos, para realizar trabajos de zapadores, que al contrario que las del Contingente Nativo de Natal, si fueron uniformados con casacas rojas británicas, aunque de modelos más antiguos, pantalones blancos y gorras de visera azules, pero no son mostrados durante la película. Aunque si vemos a personal negro realizando trabajos de zapa, estos no están uniformados como esta unidad y por tanto pueden tratarse de auxiliares o trabajadores nativos.
El núcleo de las fuerzas imperiales en la batalla, cómo en cualquier campaña victoriana, fue la infantería regular británica, magníficos soldados profesionales que eran el elemento alrededor del cual se cohesionaban siempre el resto de fuerzas en las campañas de aquella época. Aquel día de enero, participaron en la batalla las compañías A,C,E,F y H del 1º Batallón del 24º Regimiento de Infantería de Línea (2º de Warwickshire) y la compañía G del 2º Batallón del mismo Regimiento. La uniformidad y el equipo de estos hombres es perfectamente recreado y los actores portan los mismos uniformes con divisas, correajes o distintivos del regimiento, que los verdaderos protagonistas de Isandlwana. A destacar de nuevo un detalle que demuestra la gran tarea de documentación realizada por el personal del filme, y es que se puede observar perfectamente en las primeras escenas de la película, mientras realizan la instrucción los soldados del 24º regimiento, que todos llevan un casco perfectamente blanco con una gran placa con el número del regimiento en el frontal. Esta combinación hacía muy visibles a gran distancia a los soldados y pronto adoptaron la costumbre de retirar el emblema del casco de servicio en el extranjero y además teñir este de manera improvisada con te, café o cualquier sustancia que oscureciera el blanco original (Knight y Castle, 1994: 18). Aunque los regimientos británicos de infantería de línea compartían la mayor parte de su uniformidad, cada uno tenía pequeñas particularidades que le diferenciaban de los demás. En este caso, aparte de la placa con el número en el frontal del casco, el 24º se distinguía por llevar una esfinge como emblema en ambos lados del cuello de sus casacas, recuerdo de su participación en las campañas egipcias durante las guerras napoleónicas. Además en cuellos y puños llevaban una parte en color verde, como color distintivo de la unidad (Knight, 1994, 16). Por último, en las hombreras tenían bordado el número 24, el propio de su cuerpo. Todos estos detalles se observan perfectamente en Amanecer Zulú, igualmente como hemos comentado los correajes, cantimploras o cartucheras son las correctas. Además, a lo largo del metraje podemos ver otras prendas que también eran parte de la uniformidad reglamentaria de la infantería de línea británica, hay varios ejemplos: vemos a oficiales llevando la casaca azul de servicio en lugar de la roja, privilegio sólo de los oficiales; también en servicios de instrucción vemos a oficiales o suboficiales llevar la gorra de visera azul que también era reglamentaria; e igualmente podemos observar a soldados fuera de servicio tocados con la gorra azul escocesa. También los distintivos de grado e incluso los de antigüedad en el servicio son los históricos. Por otro lado, dentro de los regimientos existía una cantidad importante de músicos, ya sean tambores, que solían ser niños, y cornetas, más una banda de música militar. Estos hombres eran utilizados como camilleros o para tareas logísticas cuando se producían batallas y tenían algunas características propias en sus uniformes. En el caso del 24º la principal eran las hombreras en la casaca, que permitía distinguirles a distancia. En la versión doblada al castellano, el oficial de intendencia del I Batallón del 24º, de apellido Bloomfield, que es responsable de la logística del batallón, lleva una combinación de uniforme que no cuadra con su grado, ya que durante la película, le llaman «cabo» y hay que irse a la versión original para escuchar su verdadera graduación, quatermaster, es decir oficial responsable de la intendencia y logística del batallón, con ese dato cobra sentido su aspecto y uniforme. Los quatermaster eran personal de tropa con muchos años de servicio que habían llegado a sargentos mayores y como culmen a su carrera eran ascendidos a este puesto equiparado al de teniente. Por ello Bloomfield lleva una casaca azul propia de los oficiales, con una gorra de visera azul, y porta en su manga derecha cuatro sardinetas blancas que indican que lleva un mínimo de 16 años de servicio como soldado. Igualmente era costumbre que alféreces y tenientes no llevasen sus distintivos de grado en la casaca de servicio y por ello este personaje no lleva ningún distintivo de grado. De nuevo, el rodaje ha cuidado este interesante detalle militar sobre el vestuario. Respecto a la infantería de línea sólo podemos citar un error que se puede observar en profundidad más adelante y es que en muchas escenas de batalla, los soldados portan carabinas Martini-Henry en lugar de rifles Martini-Henry, error seguramente producto de cuestiones presupuestarias, pero que resta realismo a las principales escenas de batalla. También a la hora de las escenas en que británicos y zulúes combaten cuerpo a cuerpo no se refleja el detalle que los suboficiales imperiales, llevaban sable bayoneta en lugar de la bayoneta sencilla de la tropa (Knight, 1994: 23).
Otro grupo de unidades con mucha participación, tanto en la película como en la batalla real, son las unidades montadas de colonos blancos que, a falta de caballería regular, fueron levantadas en la colonia de Natal. En concreto en Isandlwana participaron la Policía Montada de Natal, los Carabineros de Natal, los Rifles Montados de Newcastle y la Guardia Fronteriza de Buffalo (Castle, 2003: 17-20), cada unidad se uniformaba a su gusto o con lo que tenían a mano en ese momento. En distintas escenas pueden observarse uniformes de todas estas unidades, aunque hay una particularidad en el filme, y es que se ve a varios hombres portando cascos negros, hecho sobre el que no se ha encontrado referencia alguna en la bibliografía disponible, y que sólo puede explicarse en una posible costumbre, al igual que en la infantería, de teñir los cascos con algún producto para ser menos visibles en el veld sudafricano. Nuevamente es un detalle magnífico el molestarse en mostrar los distintos uniformes de estas pequeñas unidades, algo que no es habitual que se produzca en muchas otras películas.
Sólo hay constancia de una unidad de combate que estuvo en Isandlwana y que no aparece en la película, se trata del escuadrón Nº1 de la Infantería Montada, esta unidad se trataba de una improvisación de campaña por parte del mando británico. Ante la ausencia de fuerzas regulares de caballería en las colonias del sur de África, se improvisaron fuerzas a caballo utilizando soldados de los regimientos de infantería regular que supieran montar. Estos hombres conservaban sus uniformes propios de la infantería, con la excepción del cambio de los pantalones y botas, por calzones de montar de color ante y botas de caballería y con la lógica sustitución de los correajes para el equipo de infantería por una cartuchera cruzada sobre el pecho, y también cambiaron sus rifles Martini-Henry por carabinas del mismo modelo.
Existían varios cuerpos y destinos, que no pertenecían estrictamente a lo que denominamos tropas de combate, pero que en el desarrollo de una batalla como la de Isandlwana, también tuvieron que echar mano de sus armas para defender sus vidas. Se refiere el texto al personal del Estado Mayor y Cuartel General, el Cuerpo de Servicios del Ejército, el Cuerpo de Hospitales del Ejército y de varios oficiales pertenecientes a la 5ª Compañía de los Ingenieros Reales. En todos estos casos se trataba de una pequeña cantidad de hombres con tareas específicas y uniformes particulares, que en el caso de la película no creyó necesario mostrar posiblemente por su escasa importancia numérica.
Por último, respecto a las fuerzas imperiales, y aunque los cálculos varían, es posible que en el desastre se vieran implicados cerca de cuatrocientos conductores y ayudantes civiles, encargados principalmente de conducir las carretas de intendencia contratados por el gobierno y también como guías o traductores (Knight y Castle, 1994: 22). En esta categoría entran muchos colonos blancos, en general de origen boer y sus sirvientes negros. Cada uno viste a su manera, normalmente en, el caso del personal de origen europeo, las típicas prendas en tonos pardos y marrones, y sombreros de ala ancha. En la película se puede observar perfectamente a estos hombres, teniendo especial relevancia la pareja formada por un veterano boer y su sobrino, que son mostrados intentando aconsejar en vano, desde su experiencia personal, a los altaneros oficiales británicos sobre cuáles son las tácticas zulúes y cómo pueden contrarrestarse.
El ejército zulú, al contrario de lo que se pensaba en Europa, que no eran más que una muchedumbre desorganizada de guerreros, estaba perfectamente estructurado, siendo sus unidades básicas los amabutho, ibutho en singular, equivalentes a los regimientos, estos a su vez se dividían en alas formadas por compañías, iviyos, y por el contrario para formar unidades mayores formaban cuerpos de ejército que se organizaban en combate dentro de la táctica zulú más característica, el impondo zankomo2 que traducido viene a significar «los cuernos de la res» (Mcbride, 1994: 26). Esta disposición en el campo de batalla supone dividir a las fuerzas en cuatro bloques, el principal o central, que correspondería a la testuz del búfalo, las alas derecha e izquierda, llamadas cuernos y la reserva, equivalente al lomo del animal. Ese día de enero, los regimientos zulúes presentes fueron los siguientes: en el centro estaban los uNokhenke, uKhamdempemvu (también llamado uMcijo) y uMbonambi; en el cuerno derecho, los uDududu, iMbube, uNodwengu e iSangqu; en el cuerno izquierdo, los uVe e iNgobamakoshi; y en la reserva, los iNdluyengwe, uThulwana, uDloko, e iNdlondlo. También hay constancia de que en la batalla estuvieron presentes partes de los regimientos uMxapho y uMkhulutshane (Knight, 2002: 49).
Igual que en general se ha podido comprobar que se hizo un gran esfuerzo para reproducir fielmente a las fuerzas británicas, tipos de unidades, formas de despliegue o mentalidades de los protagonistas, no puede afirmarse que en la película se hiciera un esfuerzo equivalente con sus contrapartes zulúes. Salvo unos momentos del rey Cesthwayo al principio de la película y el asunto de los falsos prisioneros como plan zulú para despistar a los británicos, no se vuelve a ver ni a los generales zulúes, los indunas, ni ningún otro tipo de referencia a sus planes o dirección de los distintos sucesos de la batalla, ni siquiera se hace referencia al famoso impondo zankomo, la táctica de guerra utilizada en la batalla y la más generalizada entre los ejércitos de esta nación. Se presenta al ejército zulú, como una masa amorfa, compuesta por multitud de guerreros, que corren valientemente y sin orden alguno, en pos de los británicos. En 1979 se conocía de sobra como eran las tácticas y la organización de un ejército zulú de la época e igualmente ocurría con su uniformidad o armamento.
Cada regimiento zulú, poseía una uniformidad propia, concedida por el propio rey al formar la unidad, en relación a los colores de las plumas y pieles que les asignaba y que se reflejaban en los escudos, que además eran la única parte de la panoplia del guerrero que pertenecía al Estado y no al individuo (Knight y Castle, 1994: 32). Además, con los años, estos colores iban variando desde ser completamente negros para los regimientos más jóvenes a ir progresivamente teniendo más partes blancas según aumentaba la veteranía, llegando a ser prácticamente blancos en los años finales del servicio. Este hecho de la uniformidad zulú, muy fácil de reconocer por un elemento tan visible cómo el escudo, no se respeta en absoluto en las escenas dónde aparecen los combatientes zulúes y dentro de las caóticas cargas que se dan durante el enfrentamiento, vemos constantemente una mezcla sin criterio alguno de escudos de diferentes colores. Por tanto, la película no muestra en la misma medida a un bando y otro, especialmente desde la perspectiva militar.
Aunque el traje o uniforme completo de un guerrero zulú incluía un gran tocado de plumas y toda una serie de adornos especialmente en brazos y piernas, no es así como marchaban a la batalla. Al ir al combate, un guerrero zulú en Isandlwana llevaba normalmente una espesa banda de piel de animal en torno a su cabeza, adornos de cola de vaca en brazos y piernas y un cinturón de cuero con flecos de piel colgando (Knight y Castle, 1994: 32). En general el aspecto real en batalla no se respeta y no solo por la mezcla de regimientos, sino porque hay un exceso de zulúes portando plumas decorativas blancas, más propias del traje ceremonial, que no aparecen relatadas por los testigos de la batalla. A su vez, apenas se muestran hombres con los adornos de brazos y piernas o con la banda de piel de animal, generalmente leopardo, en torno a la cabeza. Por tanto tampoco se observa a zulúes con el aspecto que mayoritariamente llevaron ese día de enero de 1879.
Respecto a sus armas hay fidelidad en las blancas, pero no en las de fuego. El equipo normalizado en batalla era el escudo, isihlangu y la lanza corta de acometida, para el combate cuerpo a cuerpo. Fue la gran aportación de Shaka, el primer gran rey zulú y el arma que cambio para siempre su forma de combatir, el iklwa. Estos dos elementos son correctamente mostrados (Roca, 2004: 46-48).
Además existían varias armas opcionales que también son mostradas en la película. Por un lado las lanzas arrojadizas, assegais, que muchas hombres portaban como arma auxiliar, generalmente dos o tres y por otro lado, menos común pero también utilizada por muchos guerreros, era la maza de combate de madera, el knekberrie. Estas dos armas menos comunes también pueden observarse perfectamente en la película. La adición nueva a la panoplia zulú fueron las armas de fuego, las cuales se habían popularizado mucho y en los últimos años se había hecho bastante esfuerzo por parte del reino para adquirir grandes cantidades. Gracias especialmente a sus enfrentamientos con los boers, que en la mayoría de los casos se saldaron con sangrientas derrotas contra grupos muy inferiores en número de blancos, fueron siendo conscientes de que necesitaban reequilibrar la balanza armamentística. Aunque en una sociedad dónde el militarismo era el centro de su vida, costaba mucho cambiar elementos propios de esa cultura y los zulúes, a pesar de incorporar las armas de fuego, siempre las consideraron auxiliares respecto a las verdaderas armas imprescindibles para un guerrero, el iklwa y el isihlangu. No hay cifras definitivas acerca de cuantas armas de pólvora fueron usadas en la batalla de Isandlwana, pero si tenemos una referencia muy interesante y significativa: al día siguiente, cuando los británicos recogieron a los zulúes muertos en la batalla de Rorke´s Drift, de 350 cuerpos, 114 portaban un arma de fuego, prácticamente uno de cada tres (Roca, 2004: 52). Esta referencia es fundamental, ya que se trataba de una parte del mismo ejército zulú presente el día anterior. Aunque el filme muestra en varias ocasiones a zulúes disparando con rifles o mosquetes, son una cantidad mínima de guerreros los que son mostrados portando algún tipo de mosquete o rifle. Por otro lado, casi todas las armas adquiridas eran viejos mosquetes británicos de chispa y ánima lisa, los legendarios Brown Bess, y los pocos zulúes mostrados disparando portan rifles Martini-Henry, escasos entre las filas de Cesthwayo al menos hasta el final de la batalla, momento en el que se hicieron con un botín de centenares de ellos.
3. Adaptación al guión y fidelidad histórica
Ya se ha señalado que en general el tono del largometraje busca de manera bastante fiel recrear el suceso histórico del inicio de la guerra aunque con el evidente sesgo etnocéntrico y los sucesos que conducen directamente al desastre de las tropas de la reina Victoria en una perdida colina en medio del país de los zulúes.
La película se inicia con una escena en Ulundi, la capital zulú, centrada primero en unas escenas en las que tiene lugar la llegada de distintos regimientos, concentrándose allí a la llamada de su rey. Le sigue una escena con el sacrificio ritual de un toro, ceremonia previa a la entrada en guerra propia de la tradición religiosa zulú y a una boda, que refleja muy bien el sistema militar zulú, en el que a un regimiento entero de hombres veteranos ejecuta el baile ritual con un regimiento de mujeres jóvenes, concertándose así los desposorios según la tradición: una cuestión de estado, no de individuos. Hubiese sido un buen momento para que la película reflejara que precisamente el rechazo de varias jóvenes a casarse con hombres a los que no querían y su huida y posterior captura y ejecución por orden de Cesthwayo, el rey zulú, sirvieron cómo una de las excusas de Bartle Frere, el Alto Comisionado británico para África del Sur, para mandar su ultimátum a los zulúes. Ultimátum que al principio del filme puede observarse redactar a Bartle Frere y a Lord Chelsmford, interpretados respectivamente por John Mills y Peter O´Toole, escena que muestra perfectamente que la propuesta británica está diseñada claramente a provocar una guerra, ya que una parte de las condiciones de aquel ultimátum exigían el desarme del reino zulú, desmontando su sistema militar, lo que implicaba hacer desaparecer la propia organización estatal zulú. También se refleja que no eran esas las órdenes dictadas desde Londres, reacio a un conflicto y que por tanto fueron estos funcionarios británicos, actuando por su cuenta, los que provocarían la guerra. Por otro lado, un guerrero zulú, exiliado en Natal por pertenecer a uno de las bandos derrotados en la previa guerra civil zulú, lleva en persona la misiva al rey Cesthwayo y este último lo rechaza argumentando que él no tenía ninguna intención de invadir Natal y que por supuesto no iba a desarmar a su ejército mientras los británicos precisamente le amenazaban con invadirle.
En estos inicios de la película también se asiste a la concentración de tropas imperiales en su lado de la frontera, con vistas a la futura campaña, donde ya se muestra a muchas de las unidades participantes realizando la instrucción o practicando. Aquí hay algunas escenas muy interesantes: por un lado cómo es rápidamente aceptado como oficial de tropas negras un joven hacendado inglés de alta alcurnia, el señor Vereker, papel interpretado por Simon Ward, al que sólo se le exige mostrar su pericia montando y disparando para ser incorporado como oficial y convertirse en el teniente Vereker. También se muestra una unidad del Cuerpo Nativo de Natal, siendo instruida por europeos, tanto suboficiales profesionales como colonos alistados para la campaña y que iban a constituir el cuadro de mando de estas unidades. En esta escena que se repetirá más adelante, queda patente el racismo presente hacia los propios aliados nativos por parte de los británicos, racismo que aparte de los insultos, puede observarse en otro término desde el punto de vista militar y es que en lugar de aprovechar la forma de combatir en que estos hombres eran expertos, similares a los zulúes, se les está dando una instrucción similar al de las tropas británicas regulares, despreciando por completo el verdadero valor de estas gentes. Igualmente en esta larga escena de entrenamiento, se puede apreciar perfectamente el correaje y equipo de campaña de los soldados de infantería regular, con el añadido de ver a oficiales y suboficiales portando la gorra azul de visera habitual fuera de campaña e incluso en el personaje del sargento portaestandarte del 24º Regimiento, que interpreta Bob Hoskins, como lleva puesta la banda de gala del uniforme, prenda usada únicamente para desfiles. Que este detalle sea un error es discutible ya que es una falta de uniformidad, pero también puede ser el típico gesto propio de la vida militar que suelen tener los veteranos en cuestiones de uniformidad para distinguirse de los noveles, de modo que puede ser perfectamente factible. Es interesante en esta larga escena, asistir a la llegada del teniente coronel Anthony Durnford, interpretado por el famoso actor Burt Lancaster, uno de los grandes protagonistas de la batalla al frente de los jinetes de la caballería Nativa de Natal, momento aprovechado para mostrar la magnífica instrucción de estos nativos a caballo. Como curiosidad también se presentan imágenes de la zona de cocineros, donde se prepara el rancho de la tropa y también la llegada de un buhonero, pudiendo observarse que la primera mercancía solicitada por los soldados es la ginebra. Por último, el ejemplo de los dos voluntarios boers, tío y sobrino, veteranos de la lucha contra los zulúes, que llegan para alistarse y cuya utilidad es rápidamente advertida por un veterano suboficial.
Muy interesante, para ver la mentalidad de clase del cuerpo de oficiales británico, es la presentación del teniente Vereker, en el comedor de oficiales, por un lado vemos claramente la enorme diferencia que existía entre las condiciones de vida de oficiales y tropa, y además se asiste implícitamente, mostrado por la costumbre de que el nuevo paga la bebida de sus compañeros, cómo existe una clara exigencia de poder acreditar y mantener un nivel de vida acorde con lo que entonces se consideraba propio de un caballero y que en muchos casos exigía ingresos que iban mucho más allá del sueldo de oficial, lo que implicaba la necesidad de tener una importante hacienda propia. Sólo habían pasado ocho años desde que en el ejército británico, en concreto en las armas de infantería y caballería, se había abolido el sistema de compra de nombramientos de oficial, que básicamente consistía en que uno adquiría su puesto como oficial en el regimiento que quisiera, pagando. La reforma del ministro Cardwell, había puesto fin a esta práctica, pasándose a ascender exclusivamente en función de méritos y antigüedad (Roca, 2004: 73). Pero en tan poco tiempo, la impronta de un sistema de siglos no había desaparecido ni mucho menos.
A continuación, tiene lugar una escena en la que se muestra la vida de la alta sociedad colonial y militar blanca, mediante una fiesta de gala. En esta escena se puede apreciar la relación extramatrimonial entre un casado teniente coronel Durnford y la hija del obispo Colenso, motivo de gran escándalo en la sociedad colonial de la época (Roca, 2006: 34). De esta manera y por el desprecio a su condición de ingeniero militar, que escuchamos varias veces en boca de oficiales de infantería, o sus simpatías por los indígenas, vemos buena parte de la explicación histórica de por qué en buena parte de las fuentes británicas contemporáneas él acaba siendo el «cabeza de turco» de la derrota, en lugar de Lord Chelsmford. También se aprecia cierto debate sobre la moralidad de la intervención que existió realmente y fue encabezado por el obispo Colenso, al igual que en la película. Opinión que la propia escena muestra claramente cómo muy minoritaria al ver cómo la declaración de guerra es acogida con gran entusiasmo por la inmensa mayoría de la alta sociedad colonial presente en la recepción.
En la siguiente escena ocurre la partida de madrugada de las tropas británicas desde sus acantonamientos en la ciudad de Pietermaritzburg, camino de la frontera con Zululandia y se puede apreciar un error en la conversación de dos tenientes de infantería británicos refiriéndose a las compañías que pasan del 24º Regimiento, por su número, algo incorrecto ya que las compañías británicas se identificaban por letras (Roca, 2006: 67). Por otra parte Chelsmford da instrucciones a Durnford para que se encargue con su columna de vigilar que los zulúes no crucen la frontera hacia Natal, dejándole fuera de la acción ofensiva, algo que no sienta nada bien al teniente coronel, tal y como sucedió en la campaña real (Knight y Castle, 1994: 9).
Al asistir al cruce del río Buffalo, frontera entre la colonia británica de Natal y el reino zulú, se da una escena magnífica en la que se muestran desde los transbordadores utilizados para el cruce hasta la dificultad para usar los vados disponibles. El caos queda muy bien reflejado y se saca una impresión clara tanto de la dificultad de la acción cómo de las enormes complejidades logísticas que se deben afrontar al invadir un país sin caminos o posibilidades de abastecimiento para una fuerza invasora, como era el caso, más aún cuando la mayoría de las carretas van tiradas por bueyes, animales que requieren grandes cuidados y son muy lentos. Es cierto que varios nativos se ahogaron durante el cruce y eso da pie a una escena realmente brutal, por la forma tan realista en que demuestra el desprecio de los blancos o la mayoría de ellos hacia sus soldados nativos. Junto al cuerpo ahogado de un soldado del Contingente Nativo de Natal vemos que, en lugar de lamentar su muerte, la preocupación es hacia que los cartuchos que portaba, los cinco de Martini-Henry con los que únicamente se les había armado, estaban estropeados por el agua. A continuación tiene lugar una escena grotesca pero real (Roca, 2004: 116), el momento en que a gritos, desde lejos, un emisario zulú pregunta a los británicos qué vienen a hacer a la tierra de los zulúes y estos, a voz en grito y demostrando de manera resumida y clara cuál era la mentalidad imperialista de la época responden: «Venimos aquí por orden de la reina Victoria, reina de toda África». Argumento que explica muy bien cuál era la mentalidad blanca en el reparto y saqueo de África. Inmediatamente se produce una pequeña escaramuza, en la que ya puede observarse que los zulúes no van a ser un rival tan fácil para las modernas tropas británicas. Se muestra bien el despliegue en orden abierto de una compañía de infantería regular para avanzar sobre el terreno irregular en el que se encuentran los zulúes.
A través del personaje del corresponsal de guerra, se revela que todo lo que escribiera sería revisado antes por los propios militares para censurar su contenido.
En la siguiente escena, de manera breve, se muestra al rey Cesthwayo, arengando a sus guerreros pero lo más importante radica en el contenido de su discurso, fiel a la realidad histórica, en el que se aprecia claramente que los zulúes no son los agresores y que los británicos han esperado a lanzar su ataque justo en la época de la cosecha en Zululandia con la intención de aprovechar esa debilidad.
La siguiente escena toma como base un suceso real, en el que un comerciante blanco se encuentra con una gran fuerza zulú y da informe de ello al mando británico dando lugar a parte de la confusión real británica sobre dónde estaba realmente el ejército zulú. Esta escena y sus consecuencias si son una fantasía del guión, siendo curiosamente la única parte en la que se ve una capacidad de obrar militarmente a los zulúes, más allá de lanzarse a la carga una y otra vez contra los británicos. Mediante el engaño de dejarse capturar como prisioneros por soldados ingleses, varios guerreros hacen ver que sometidos a tortura por los soldados informan sobre la posición real del ejército zulú y por eso Chelsmford parte al día siguiente en dirección equivocada.
A estas alturas del largometraje, las fuerzas imperiales avistan la colina de Isandlwana y acampan a sus pies. Muy interesante, tanto por la divergencia histórica, cómo por la importancia del hecho concreto en la batalla, es ver cómo en la película Durnford se presenta en Isandlwana por iniciativa propia en lugar de obedeciendo órdenes directas de Chelsmford como ocurrió en realidad (Knight y Castle, 1994: 35). Este encuentro entre ambos oficiales británicos nunca se produjo pero en este caso la licencia cinematográfica es evidente, con la clara intención de poder unir en una escena importante a los dos veteranos y magníficos actores Peter O´Toole y Burt Lancaster. Al hilo de la llegada de las tropas de Durnford al campamento de Isandlwana, se muestra cómo funciona el sistema de piquetes avanzados británicos, que además, al igual que en los hechos reales, se muestran nerviosos y en un estado de tensión notable. Importante, porque uno de los factores decisivos en la batalla fue que el propio Chelsmford decide no fortificar el campamento ni hacer un círculo de carretas a pesar de las recomendaciones de los veteranos boers. Esto es también fiel a la realidad, con la particularidad de que el propio general británico decidió no cumplir las propias normas de fortificación de campamentos que el mismo había dictado para la campaña (Knight y Castle, 1994: 36).
En la mañana del 22 de enero Lord Chelsmford, con parte de las tropas, se dirige en busca de los zulúes, movimiento que sucedió en la realidad (Mcbride, 1994: 16 y 17) y cuya imprudencia muestra la película a través de la conversación del corresponsal de guerra Norris Newman, interpretado por Ronald Lacey con el jefe de estado mayor del general Chelsmford, el coronel Crealock, interpretado por Michael Jayston. En esta conversación el primero le plantea al segundo, si es prudente dividir las tropas ante la presencia del enemigo, a lo que Crealock responde alegando que ante un enemigo europeo lo sería, pero no ante un ejército anticuado como los zulúes. Pero la película no cuenta el verdadero motivo del movimiento de Chelsmford, que se produce en realidad porque el día anterior habían enviado una parte importante de las fuerzas del Contingente Nativo de Natal en esa dirección y habían entrado en contacto con enemigos zulúes. Es por ello que el general parte en su ayuda, pensando que es allí dónde está el impi, el ejército principal zulú. Por ello además tomó la medida de pedir a Durnford que reforzara con sus tropas el campamento de Isandlwana, que había dejado al mando del teniente coronel Pulleine, interpretado por Delholm Elliot.
Mientras, en Isandlwana, las fuerzas montadas al mando del personaje del teniente Vereker, que existió en realidad y murió en la batalla, parten en busca de posibles enemigos en las colinas cercanas. Realmente estas fuerzas estaban bajo el mando del teniente Raw (Knight y Castle, 1994: 40), que también aparece en la película en un papel secundario. Es esta fuerza la que al igual que en los hechos históricos, encuentra una partida zulú con ganado y al iniciar su persecución se topa en el fondo de una donga, barranco típico de la zona provocado por las lluvias torrenciales, con el auténtico impi zulú, cuyos guerreros reaccionan instintivamente al ver al enemigo invasor y comienzan su avance sobre los británicos sin esperar órdenes superiores.
En este momento de comienzo de la batalla, Vereker envía un mensajero a caballo de vuelta al campamento, poniendo en alerta a Pulleine que inicia los preparativos defensivos. El despliegue mostrado en la película es muy similar al histórico, con las limitaciones propias del número de extras, pero se ve perfectamente a las compañías de infantería británica alineadas en doble fila, con espacios entre ellas, por delante del campamento, con unidades de nativos de Natal incluidas en el despliegue y con las dos piezas de 7 libras intercaladas entre las filas (Roca, 2006: 36). A la derecha de la línea británica se situaban las fuerzas montadas de Durnford y la batería de cohetes que le acompañaba, avanzando hasta tomar contacto con los zulúes, dónde la batería es aniquilada al ser sorprendida en campo abierto. Esta acción de Durnford no es exacta, ya que la maniobra del teniente coronel de ingenieros reales es anterior al inicio de la batalla y no consecuencia del mismo.
La película muestra magníficamente la importancia del terreno, en especial las dongas que lo atraviesan, que permiten cubrirse a los zulúes y poder acercarse a corta distancia de las líneas británicas sin sufrir el devastador fuego de fusilería. En estos primeros momentos de despliegue británico se pueden observar varios detalles militares muy interesantes: por ejemplo la escena en que un soldado y un joven tambor del 24º, reciben la orden de colocar un par de estacas cada 100 yardas, por delante del despliegue de su compañía, con la intención de que sus compañeros puedan ir graduando el alza de sus Martini-Henry y así hacer más eficaz y preciso su fuego. También se muestra la presencia de soldados muy veteranos en las filas, mezclados con otros muy jóvenes, otra consecuencia de las reformas de Cardwell (Knight, 1994: 11), que redujeron el tiempo de servicio de la tropa a la mitad, lo que rejuveneció notablemente las filas del ejército. También está muy bien reflejada la posición de los oficiales, detrás de las filas de infantes y dirigiendo el fuego por secciones.
En la batalla real, es la retirada al ser incapaces de mantener por más tiempo su posición de los hombres que comanda Durnford, la que provoca el colapso de la línea británica que hasta el momento había conseguido frenar el asalto zulú. Por el contrario en la película, el asalto zulú es único y no consigue ser frenado en ningún momento hasta que la ola de guerreros rompe la delgada línea británica y arrolla el campamento. En realidad, las tropas británicas siguieron combatiendo en retirada, intentando reorganizarse dentro del campamento en una posición más fuerte, pero no tuvieron tiempo. Durante muchos años el fallo en el suministro de munición se señaló cómo una de las causas de la derrota achacándose este a la dificultad para abrir las cajas que guardaban la munición (Knight, 1994: 23). La película recoge este hecho pero lo achaca más al rígido ordenancismo del oficial de intendencia Bloomfield, interpretado por Peter Vaughan, que reparte la munición con extremada lentitud, que al tema de la apertura de cajas, que en la propia película vemos claramente en una de las escenas finales, cómo al igual que en las cajas realmente presentes aquel día en Isandlwana, si había prisa se podían abrir fácilmente de un golpe sin necesidad de aflojar los tornillos con herramientas.
Durante el desarrollo de la batalla, hay varias escenas que muestran a las tropas bajo el mando de Lord Chelsmford acampadas y descansando, mientras por dos veces llegan correos desde Isandlwana pidiendo ayuda y advirtiendo de que la situación es urgente. Esto no ocurrió realmente, de hecho como se muestra en una escena del campamento del general, este decide durante la mañana pedir a Pulleine que se le una con sus fuerzas. Este mensaje si le llego al teniente coronel al mando en Isandlwana, cuando ya conocía de la existencia del impi zulú en su posición, pero se limitó a contestar que de momento aún no podía reunirse con él.
Hay detalles interesantes que muestran cómo las fuerzas montadas a caballo de nativos o colonos se bajan de estos para disparar a los guerreros zulúes, viéndose claramente su función como infantería montada. También cómo un oficial de la Marina Real, agregado al cuartel general, utiliza su telescopio para ver el campamento de Isandlwana desde la posición de Chelsmford, único ejemplo sobre la participación naval en la campaña, que fue mayor especialmente en la columna que avanzaba por la costa.
Finalmente, las escenas de las distintas resistencias heroicas y muertes de los grupos o individuos que van quedando aislados, intentando defender el campamento son bastante similares a las que en verdad se produjeron, siendo histórico el momento, que también se muestra en la película, en el que el cuerno derecho zulú aparece por detrás de los británicos que intentaban organizar su última resistencia tras haber rodeado la colina de Isandlwana.
La película pretende mostrar una acción muy apreciada y ensalzada en su momento por la prensa victoriana como fue el intento de los tenientes Melvill y Coghill, interpretados por James Faulkner y Christopher Cazenove, de salvar la bandera del 24º Regimiento de caer en manos enemigas (Roca, 2004: 146-148). Acción real en la que los dos tenientes murieron a manos zulúes intentando huir por el cauce de un arroyo cercano, aunque en la película se añade al teniente Vereker en su fracasado intento. Para ser más exactos, si consiguieron que la bandera no quedara en manos zulúes, ya que fue arrastrada por la corriente del río y encontrada más tarde por soldados británicos. Hoy quizá no pueda entenderse la importancia de salvar la bandera del regimiento, pero es un hecho recurrente en toda la historia militar la importancia de las banderas o las águilas ya en tiempos de Roma para los hombres que luchan bajo ellas.
En la última escena, al igual que en la historia, el espectador puede ver a las tropas de Chelsmford entrando de noche en los restos del campo británico en Isandlwana, con un guiño importante al otro gran momento de la guerra y por extensión del cine bélico colonial, cuando el coronel Crealock le dice que el cielo está rojo por las llamas en dirección a Rorke´s Drift.
Finalmente, a los créditos se acompaña la imagen del victorioso ejército zulú, de vuelta a su capital Ulundi, arrastrando los cañones capturados en Isandlwana como trofeo de guerra, circunstancia que sucedió realmente.
4. Conclusiones
Desde el punto de vista comercial esta cinta fue un fracaso y no consiguió revalidar el éxito de la otra gran película dedicada a esta guerra, Zulú. Todo ello a pesar de gastarse ocho millones de libras en su presupuesto, frente a los 2,5 de Zulú (Roca, 2006: 63 y 64). Pero desde el planteamiento de este artículo si consideramos que este largometraje es un intento serio de recrear la batalla y a quienes participaron en ella. Cierto es que existen algunos errores de uniformidad o armamento, pero queda de manifiesto un verdadero esfuerzo por parecerse lo máximo al hecho histórico pese a algunas licencias que se entienden perfectamente en un guión cinematográfico.
Bibliografía
Castle, Ian, Zulu War – Volunteers, Irregulars & Auxiliaries. Great Britain, Osprey, 2003.
Knight, Ian y Castle, Ian, Guerra Zulú 1879. El crepúsculo de una nación de guerreros. Del Prado, 1994.
Knight, Ian, Fuerzas Británicas en Zululandia. Great Britain, Osprey, 1994.
Knight, Ian, Isandlwana 1879: the great Zulu victory. Great Britain, Osprey, 2002.
Mcbride, Angus, The Zulu War. Great Britain, Osprey, 1994.
Roca, Carlos, Zulu, La batalla de Isandlwana. Barcelona, Inédita, 2004.
Roca, Carlos, Isandlwana. Amarga victoria Zulú. Valladolid, Quirón, 2006.
Filmografía
Kohn, N., Faulkner, J. (Productores) y Hickox, D. (Director). (1979). Amanecer Zulú (Cinta cinematográfica). Reino Unido.: American Cinema Releasing.
www.guerracolonial.es