Cultura, etnia y religión como ejes vertebradores de las Relaciones Internacionales
Culture, ethnicity and religion as the backbone of international relations
Dr. Alfredo Crespo Alcázar
Universidad Antonio de Nebrija, Madrid.
Miembro del grupo de investigación EG-VIU Estudios Globales
Dra. Teresa Sánchez González
Universidad CEU-Fernando III, Sevilla
Recibido: 7/11/2024
Aceptado: 10/11/2024
DOI: https://doi.org/10.33732/RDGC.15.117
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PRÓLOGO
En el siguiente monográfico titulado, Cultura, etnia y religión como ejes vertebradores de las Relaciones Internacionales, el lector encontrará cinco artículos en los que especialistas procedentes de diversas disciplinas (ciencia política, historia, derecho, relaciones internacionales…) abordan desde el rigor científico una serie de conceptos, ciertamente polisémicos, como cultura, etnia y religión, y su capacidad para influir el panorama internacional. Este último rasgo, plenamente observable en la actualidad, no constituye un fenómeno nuevo. Por el contrario, goza de profundas raíces históricas, mostrando capacidad para aparecer, adaptarse y condicionar enclaves geográficos y geopolíticos distintos y distantes.
Al respecto, el profesor Pedro Ramos propone en el artículo Estados Unidos en Filipinas: las consecuencias de una ocupación, un análisis de cómo Estados Unidos evolucionó de potencia continental americana, a potencia colonial mundial, a raiz de la ocupación de Filipinas (1898 y 1946). Junto a esta cuestión, explica los esfuerzos colonizadores norteamericanos en Cuba, Puerto Rico y Guam. De este modo, el autor va desgranando lo que significó la victoria americana sobre España en 1898. Por un lado, la importancia geoestratégica, dándole una profundidad a Estados Unidos que iba más allá de sus límites continentales y que se extendía por sus colonias en el Caribe y en el Pacífico. Por otro lado, la relevancia política, que pivotaba en la idea de la “obligación norteamericana” de extender la democracia por todos los rincones del mundo. En consecuencia, la “República moral”, abandonaba en la recta final del siglo XIX el aislacionismo y neutralidad que hasta entonces había caracterizado su desarrollo como nación.
El Doctor Pedro Ramos profundiza en un hecho distintivo y diferenciador en lo referente a la expansión continental de Estados Unidos: ahora su objetivo se centraba en poblaciones muy diferentes a las americanas, tanto social como racialmente. Este hecho constituía un elemento nuevo. En palabras del autor, “supuso un gran esfuerzo a Estados Unidos y cambiaría para siempre su forma de verse y de comprender su papel en el mundo”. En este sentido, el artículo permite interconectar el colonialismo en Filipinas y lo que implicó para Estados Unidos, en relación con sus esfuerzos de pacificación, contrainsurgencia y promoción de la democracia, con lo que luego sucedería en Irak y Afganistán a comienzos del siglo XXI dentro de la denominada “guerra contra el terrorismo”. Como se desprende de este artículo, las lecciones aprendidas en 1898 no siempre se han tenido en cuenta.
Por su parte, el profesor Jordi Feo hace un riguroso repaso por la historia de Haití. En este sentido, la conocida como “perla de las Antillas”, país de enorme potencial económico y cultural y rico en caña de azúcar, café y cacao, se ha convertido, actualmente, en el más pobre de América. Ante esto, la pregunta que surge es evidente: ¿a qué factores obedece este hecho? Con el objetivo de dar respuesta a esta interrogación, el autor va recorriendo sus antecedentes, su historia, la dependencia extranjera o el color de la piel, entre otros, buscando articular una respuesta que englobe los principales elementos que la contienen. En consecuencia, traza una trayectoria que va desde el origen de Haití, retrotrayendo el relato al descubrimiento de la isla La Española por Colón, y que fue dividida en dos partes: una dominada por los españoles y otra, por los franceses, situación que se mantuvo hasta que, en 1793, el control pasó a Francia.
Sin duda, un hecho marcará el destino de Haití: su independencia y el nacimiento de la primera República negra de la historia el día 1 de enero de 1804. Sin embargo, este hito no estará libre de conflictos. Como bien explica el Doctor Feo Valero, nadie quedó contento con la situación. La población negra deseaba una reforma agraria que le permitiera ser propietaria de sus tierras, mientras que la clase dirigente mulata temía perder lo que habían adquirido gracias a una política de hechos consumados.
La convulsa historia de Haití no dejará de intensificarse, mientras también lo hacían los conflictos y la división entre negros y mulatos. Baste como ejemplo, el año 1843. Como indica el autor, “durante este periodo se aprobaron ocho Constituciones, siendo el tiempo medio de mandato de los cuatro presidentes de la República inferior al año”. Por tanto, un artículo que permite profundizar en la situación haitiana y que resulta imprescindible para entender el presente y proyectar el futuro del país.
El sudeste asiático constituye una región que puede describirse con vocablos como exotismo, lejanía, potencialidad en lo relativo a recursos naturales y, sobre todo, desconocimiento. Este último rasgo queda subsanado con el artículo que nos presenta la Doctora Sara Álvarez Quintáns quien nos acerca tres realidades, en principio diferentes, como son Myanmar, Tailandia e India, en las cuales se produce un choque entre identidad nacional versus identidad local. Esto, a su vez, pone de manifiesto las deficiencias tangibles en el proceso de construcción estatal que se detectan en este enclave geográfico.
Se trata de tres Estados en cuyo interior se libran conflictos en los que etnia, cultura y religión son los grandes protagonistas. El resultado de esta contienda, además de menoscabar las posibilidades de desarrollo los tres países, nos ilustra otras características que la autora explica detalladamente. En efecto, en Myanmar hallamos 135 etnias y más de un centenar de lenguas. Esta heterogeneidad, fuente inestimable de riqueza cultural, tiene sin embargo otra traducción más preocupante en forma de guerra civil, a la que la comunidad internacional no presta la necesaria atención, obviando de este modo que las repercusiones (inmigración, refugiados, violaciones de derechos humanos…) trascienden el marco estrictamente local.
Por su parte, en Tailandia, los musulmanes malayos, aunque no constituyen la única minoría, sí que es una de las más conflictivas. Como subraya la autora, “se sitúa en el centro de un movimiento insurgente que lleva activo —eso sí, de distintas formas— desde hace décadas, y representa una de las principales amenazas para la seguridad interna del país”. Ante esta amenaza derivada de un actor no estatal, el gobierno tailandés no ha elaborado una estrategia integral capaz de derrotarlo, apelando a un enfoque reduccionista y escasamente efectivo basado en la respuesta policial y militar.
Finalmente, en lo que atañe a la India, la etnia Naga, a pesar de su carácter minoritario, lleva desde la independencia del país reivindicando el derecho de autodeterminación. Tampoco el Estado ha logrado una solución satisfactoria; por el contrario, la tensión persiste y como expone la autora, “determinadas facciones, como el Consejo Nacional Socialista de Nagaland de Isak Muivah participan en conversaciones recurrentes con el gobierno de cara a alcanzar un acuerdo; sin embargo, el tráfico de armamento y la extorsión a civiles siguen estando presentes allí donde la insurgencia continúa sus esfuerzos armados”. Este hecho constituye un obstáculo interno de calado para un país, India, con evidentes pretensiones de liderazgo regional y protagonismo global.
La profesora Yolanda Alonso, en su capítulo titulado El creciente protagonismo del factor religioso en las Relaciones Internacionales. La destacada presencia de la iglesia católica, aborda de manera exhaustiva cómo el factor religioso ya no queda postergado a una esfera estrictamente teológica, sino que forma parte del engranaje de las Relaciones Internacionales, a pesar de los intentos de secularización de las sociedades occidentales, en el que el aspecto religioso parece que no tenía cabida.
Así, la autora va trazando un interesante relato para explicar cómo en el siglo XX y principios del siglo XXI, se ha puesto de manifiesto un papel más preponderante de la religión, que ha sido canalizado por las Relaciones Internacionales a la vez que se ha escenificado como un desafío para la cultura occidental. Además, resulta de relevancia el análisis que hace del binomio religión y fundamentalismo que nos muestra, en estos momentos, la escena completa del orden internacional actual. Obviar el papel de los actores religiosos en relaciones de diplomacia, en la acción humanitaria o en la construcción de procesos de paz sería no tener en cuenta gran parte de la labor y la fundamentación con la que la religión influye en el presente.
Ante este panorama internacional, la profesora Yolanda Alonso vertebra su trabajo en relación con dos elementos: de una parte, la presencia del factor religioso en la esfera internacional, y, de otro, la consideración especial de la situación atípica en la que se encuentra la Santa Sede dentro de la diplomacia internacional. Con todo ello, este capítulo recalca la importancia de tener en cuenta, en muchos elementos, a los agentes religiosos, ya que la religión debe ser entendida como un objeto de libertad, que puede participar y mediar en los conflictos y tener un papel igual de preponderante que el sistema de Derechos Humanos, contribuyendo de esta manera a las Relaciones Internacionales y a la configuración del nuevo orden internacional.
En cuanto al artículo que nos ofrece el Doctor Aitor Díaz Maroto, Una aproximación al terrorismo de extrema derecha en la actualidad: etnicidad, nacionalismo y religión, parte de una premisa fundamental, reflejada con acierto en el título: religión, etnia y nación constituyen tres elementos que están presentes en el terrorismo de extrema derecha actual. En el desarrollo de su trabajo, el autor maneja con rigor dos planos temporales diferentes, aunque no antagónicos. Por un lado, lo que podríamos denominar el “el viejo terrorismo de extrema derecha”, propio de los años de la guerra fría y en el que el componente “anti-comunista” orientó la mayoría de sus acciones liberticidas. Por otro lado, el más actual, cuyos ataques han aumentado en los últimos tiempos, tal y como refleja EUROPOL y el OIET (Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo), caracterizado por su naturaleza transnacional, presencia de actores solitarios y manejo sobresaliente de las nuevas tecnologías de la comunicación y redes sociales, a través de las cuales no sólo proyecta en tiempo real sus atentados, sino que difunde una imagen apocalíptica del mundo, cuya salvación sólo resulta posible mediante la creación de un “etno-estado blanco”.
Cuando hablamos de terrorismo de extrema derecha en el presente, debemos tener en cuenta un concepto que el profesor Díaz Maroto desarrolla de forma extensa en su artículo: el aceleracionismo, entendiendo por tal “una tipología de violencia y acciones terroristas que buscan acelerar la descomposición del Estado y que esta situación genere un enfrentamiento étnico, religioso, de género e identitario donde la población blanca, heterosexual y cristiana vuelva a imponerse sobre el resto”. Como se aprecia, el supremacismo racial no es un componente menor para este terrorismo de extrema derecha, que, a su vez, admira del yihadismo su concepción de occidente como sociedad corrompida.
En definitiva, esperamos que el monográfico sirva como soporte académico para investigadores y profesores. La pluralidad de temas que aborda va envuelta en una estructura ordenada y una pulcritud científica que reivindica las trayectorias profesionales de quienes han tomado parte como autores, cuya generosidad intelectual queremos reiterar y agradecer con estas líneas.