Gold, Finance and Imperialism in South Africa, 1887-1902. A view from the Stock Exchange (Palgrave Macmillan, 2024), de Mariusz Lukasiewicz
Mikel Gómez Gastiasoro
Investigador predoctoral en formación en la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko
Unibertsitatea
mikel.gomez@ehu.eus
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El libro Gold, Finance and Imperialism in South Africa, 1887-1902. A View form the Stock Exchange, publicado en 2024, es la última obra de la colección de la universidad de Cambridge dedicada a los estudios imperiales y poscoloniales. Su autor, Mariusz Lukasiewics, es investigador en la universidad de Leipzig. Su trabajo ha estado orientado al estudio de la historia económica del África subsahariana, con un especial interés en África del sur. Su tesis de máster, Integrating the South African economy into The British Empire: South African Gold on the Witwatersrand and its Imperial Consequences. 1886-1899, y su tesis de doctorado, Gold, Finance and Speculation: The making of the Johannesburg Stock Exchange, 1887-1899, constituyen, de hecho, los antecedentes lógicos de este texto, que podemos considerar la versión más pulida de su trabajo de investigación doctoral. Si bien ha desempeñado su carrera investigadora en diferentes instituciones europeas, Lukasiewicz, criado en Sudáfrica, no duda en mostrar en el prefacio de la obra la cercanía con la que aborda el objeto de su investigación y la relevancia que considera que tiene para el país africano.
A lo largo de las páginas del libro podremos observar una combinación hábil de los enfoques cuantitativo y cualitativo. El lenguaje empleado es asequible y redactado de manera clara y concisa. Por tanto, es apto para un público internacional con un dominio no nativo del inglés. En cualquier caso, dado lo específico del tema de estudio y su interacción con diferentes obras dedicadas a la investigación del imperialismo y la histórica económica africana, podemos concluir que se dirige a un público no general. El objetivo fundamental del trabajo es desentrañar el papel jugado por la bolsa de Johannesburgo en el impulso al diseño de la política imperial británica en Sudáfrica y, en específico, sobre las repúblicas bóeres de Transvaal y Orange. Cabe advertir que este trabajo no es una historia institucional del mencionado mercado de valores, sino un análisis del conjunto de intereses que unieron las aspiraciones de empresarios mineros y agentes imperiales a través del mismo. Todo ello siguiendo un claro hilo cronológico desde la creación de la bolsa en 1887 hasta el final de la segunda guerra anglo-bóer en 1902. El autor se ha valido documentos procedentes de trece archivos en cuatro países distintos y veintiún periódicos. Además, se recurre a un interesante conjunto de obras históricas y económicas publicadas durante el período de estudio. La obra se divide en ocho capítulos y cada uno tiene una extensión aproximada de entre veinticinco y treinta páginas.
El primer capítulo sirve de introducción. En él se esboza la expansión imperial británica en Sudáfrica y se narra el descubrimiento de los primeros yacimientos de oro en la actual provincia de Gauteng. De manera sintética se presenta el contexto histórico-económico en el que se desarrollan los siguientes capítulos. Además, se aclara cuál es el objetivo del libro y los principales argumentos para sostener su hipótesis.
El segundo capítulo está dedicado al origen de la bolsa de Johannesburgo como institución. En él se tratan las dificultades operativas para el triunfo de esta bolsa, incluyendo un primer fracaso a manos del magnate Cecil Rhodes. La escasa productividad de las empresas mineras, en su gran mayoría rudimentarias, y la falta de infraestructuras limitaron el atractivo internacional de Johannesburgo. Finalmente, se hace hincapié en los escasos requerimientos y la informalidad de la bolsa en un contexto de especulación. A la postre, esta combinación logró atraer la atención de los principales centros bursátiles del mundo.
El tercer capítulo aborda el funcionamiento interno de la bolsa desde su creación. Se realiza un análisis de su organización social, prestando atención a sus principales administradores, como el magnate Barney Barnato. Sin incidir demasiado en la explicación de las primeras reglas y regulaciones, se muestra el efecto llamada que la aparición de la bolsa tuvo para la creación de empresas mineras en Transvaal. El autor desliza también en este capítulo las tensiones existentes entre una sociedad fruto del asentamiento colonial afrikáner y la llegada cada vez mayor de británicos en busca de un rápido éxito vinculado al oro, los llamados Uitlanders. Por último, este asentamiento y protagonismo creciente de la bolsa dio lugar a un enfrentamiento latente con el gobierno de Pretoria, que auspició intentos para crear instituciones que disputaran el poder financiero a la bolsa y a los nuevos colonos británicos.
El cuarto capítulo está dedicado al análisis de la Chamber of Mines, surgida, igual que la bolsa, en 1887. Esta institución fue creada como una agrupación de empresarios mineros dedicados a la regulación del trabajo de la población nativa en las minas y a la organización de la presión institucional contra Pretoria. De hecho, a pesar de no contar con el reconocimiento oficial del gobierno de Transvaal, la Chamber of Mines quiso aplicar su propia regulación al funcionamiento del sector minero. La Chamber of Mines y sus dirigentes estuvieron, además, ligados al desarrollo de la prensa en Johannesburgo, demostrando un apoyo constante a los intereses británicos.
El quinto capítulo se centra el profundo cambio productivo y financiero que supuso la crisis bursátil de 1889/1890, fruto de la especulación temprana y la regulación laxa de la bolsa. Este evento dio lugar al cierre de las empresas menos productivas y descapitalizadas. Este capítulo está estrechamente relacionado con el desarrollo capitalista y tecnológico de las explotaciones auríferas del Rand, la extensión de terreno con yacimientos de oro a las afueras de Johannesburgo. Este evento también conllevó el desembarco de grandes capitales extranjeros. Entre ellos británicos y, como aporte novedoso de la investigación, puede constatarse que también franceses.
Los capítulos sexto y séptimo abordan la llamada Jameson Raid (1895-1896), la segunda guerra anglo-bóer (1899-1902) y su relación con la bolsa de Johannesburgo. En ellos, Lukasiewicz muestra de la manera más clara el apoyo de los grandes empresarios mineros y financistas de Johannesburgo, estrechamente vinculados con los de la Colonia del Cabo, a la política imperialista británica en Sudáfrica a través de acciones tales como el apoyo a la agitación popular, la introducción clandestina de armas y el sabotaje.
A pesar de que cada capítulo cuenta con un apartado dedicado a las conclusiones, el último de ellos, el octavo, supone un repaso general a todas ellas. Este capítulo, lejos de resultar redundante, ayuda al lector a retomar las cuestiones principales de cada parte y contribuye a un resultado más redondo y metódico.
Dentro del libro destaca el diálogo que el autor es capaz de mantener con diferentes obras de referencia sobre el imperialismo. Su interacción con las teorías del imperialismo informal y gentlemanly capitalism resulta precisa y sugerente. Al mismo tiempo, el propio autor considera que sería naive pretender hacer ver que la bolsa de Johannesburgo diseñó la absorción de las repúblicas bóer. No obstante, resuelve con solvencia la cuestión de la implicación de sus miembros y el estímulo que estos dieron a la caída final de estas en manos del imperio británico.
La confrontación entre los empresarios mineros del Rand, la extensión aurífera a las afueras de Johannesburgo, procedentes en gran medida del Reino Unido, y el gobierno de Pretoria no es explicada con gran profundidad. El deseo de los empresarios y financistas por deshacerse del presidente Kruger, a pesar de contar con el poder económico dentro de Transvaal, aparece en varias ocasiones descrito como la consecuencia del odio al “republicanismo” del segundo. Cabría preguntarse los motivos por los que los dueños de las explotaciones auríferas pretendían un cambio de régimen si la bolsa de Johannesburgo era capaz de captar capitales internacionales y, al mismo tiempo, la Chamber of Mines era capaz de garantizar el trabajo de la población nativa.
En cualquier caso, este libro supone la aportación más completa hasta la fecha para el estudio de la relación entre los intereses financieros y la expansión imperial en el sur de África. Supone, también, una perspectiva completa y más original sobre un conflicto que ha acaparado tanto interés dentro de la historiografía anglosajona sobre el imperialismo en África.