Haití: la primera república negra de la historia1
Haiti: the first black republic in history
Jordi Feo Valero
VIU, Valencia, España
jordifeo@gmail.com
Recibido: 26/06/2024
Aceptado: 07/10/2024
DOI: https://doi.org/10.33732/RDGC.15.105
Resumen
Haití, otrora la perla de las Antillas, no solo es el país más pobre de América, sino que se encuentra sumido en una crisis institucional que ha marcado sus relaciones internacionales desde que lograra su independencia de Francia en 1804. Teniendo en cuenta elementos como su historia, el vudú, la dependencia extranjera o el color de la piel, este artículo analiza las circunstancias que le permitieron alcanzar su emancipación, así como las razones por las que hubieron de pasar 186 años hasta que se celebraran las primeras elecciones democráticas libres reconocidas por la comunidad internacional.
Palabras clave
Haití, Vudú, Ocupación, Dictadura, Independencia, Aislamiento.
Abstract
Haiti, once known as the pearl of the Antilles, is not only the poorest country in the Americas but also finds itself mired in an institutional crisis that has marked its international relations since gaining independence from France in 1804. Taking into account elements such as history, voodoo, dictatorships, foreign dependence, and skin color, this article analyzes the circumstances that allowed Haiti to achieve its emancipation, as well as the reasons why were needed 186 years for the first internationally recognized free democratic elections to be held.
Keywords
Haiti, Voodoo, Occupation, Dictatorship, Independence, Isolation.
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0. CC BY
INTRODUCCIÓN
Haití, otrora conocida como la “perla de las Antillas”, tiene el honor de ser la primera República negra de esclavos libres de la historia. Erigida como un paradigma de libertad para los esclavos negros, su emancipación colonial de Francia constituyó una importante fuente de inquietud para las potencias coloniales del S. XIX. El hecho de adelantarse al proceso de independencia colonial que se consolidaría más adelante, en vez de suponer un estímulo, supuso un obstáculo para su desarrollo debido al hecho de que las potencias coloniales se negaron a reconocer su independencia por temor a que sus colonias emprendieran un proceso similar que les privara de mano de obra gratis. El ostracismo al que fue sometido Haití durante años influyó de forma muy negativa tanto en su desarrollo como en su estabilidad económica y social, convirtiéndose en un lastre que perdura en la actualidad.
De cara a la realización del presente artículo la hipótesis principal del mismo consiste en probar si, tal y como sostiene este autor, la incapacidad institucional de Haití para consolidar un sistema democrático basado en la alternancia política puede tener sus raíces en la inestabilidad congénita que se deriva de su agitada historia.
En aras de arrojar luz sobre la cuestión planteada, se ha llevado a cabo una investigación desde una doble perspectiva cronológica y temática acerca de las diferentes actuaciones y decisiones que condujeron a este país hasta la celebración de las primeras elecciones libres de su historia. El estudio propuesto se realiza a través del análisis de la principal literatura histórica sobre Haití en el contexto histórico abordado en cada momento, así como de las fuentes de derecho positivo, convencional y textos de “soft law” relevantes.
ANTECEDENTES
El 6 de diciembre de 1492 Cristóbal Colón desembarcaba por primera vez en la isla de «La Española», concretamente en el puerto de San Nicolao. Unos días más tarde, el almirante partió con sus naves a conocer al cacique local Guacanagari. Esa noche, el destino quiso que mientras descansaba la tripulación la nave Santa María encallase y se hundiese (Colón, 1492). En concreto, el historiador y político italiano Paolo Emilio Tavani, en su obra Los viajes de Colón. El gran descubrimiento localiza el accidente en la actual República de Haití (Taviani, 1989: 98).
Antes de volver a España en 1493, Colón2 dejó a cargo del fuerte construido con los restos del naufragio a treinta y nueve hidalgos que fueron asesinados mientras dormían por un cacique local (Roupert, 2011: 23). Tras la destrucción del fuerte construido, el almirante decidió establecerse en otro lugar situado más al este de la isla, en territorio de la actual República Dominicana.
Fue durante su segundo viaje, en concreto el 6 de enero de 1494, cuando se fundó la primera ciudad del Nuevo Mundo. Se la llamó La Isabela (Polanco, 1994: 423), y fue durante siete años la única capital europea de este nuevo territorio. La segunda ciudad de la isla fue fundada por Bartolomé Colón el 4 de agosto de 1496 y se llamó Nueva Isabela.
Esta circunstancia es de una gran relevancia histórica, ya que la ciudad, establecida en la orilla oriental del río Ozama, desplazó la influencia española a este lado de la isla. El asentamiento, germen de la futura ciudad de Santo Domingo, sería capital para la futura división de «La Española» en dos territorios. Uno situado en el tercio occidental de la isla y dominado por los franceses, y otro dominado por los españoles.
LA PERLA DE LAS ANTILLAS: EL DOMINIO FRANCÉS DE SAINT DOMINGUE (1697-1804)
Frente a la costa noreste de Haití hay una isla que ha alimentado el imaginario colectivo con sus historias de piratas y corsarios. Se trata de la isla de «La Tortuga». Con 180 kilómetros cuadrados aproximadamente, esta pequeña extensión de tierra fue refugio de piratas franceses, ingleses y holandeses durante sus incursiones contra la monarquía española. Este hecho aparentemente insignificante, cobró una relevancia histórica capital en el devenir de Haití. Como curiosidad cabe destacar que, en la famosa novela La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson (1883), sus protagonistas navegan en la goleta «Hispaniola» a una misteriosa isla llamada «Isla Tortuga», situada en la «América Española».
Ante las operaciones llevadas a cabo por parte de las tropas españolas, los colonos que se habían ido asentando desde esta pequeña isla a La Española, se replegaron nuevamente a La Tortuga. Sin embargo, los españoles no fueron capaces de mantener una presencia permanente en esta zona de la isla debido a que decidieron concentrarse en el área de Santo Domingo.
La Tortuga fue cambiando de manos a lo largo de los años hasta que en 1638 fue retomada por los españoles, para luego pasar a ser dominio inglés y acabar en manos francesas. A partir del año 1640 la balanza se inclinó definitivamente del lado francés al enviar Philippe de Longvilliers de Poincy, «Lieutenant général pour le Roi des Iles d’Amérique», a François Le Vasseur a tomar posesión de la isla Tortuga en nombre del rey de Francia Luis XIII (Moreau de Saint-Mery, 1753).
Lo que en un principio no fueron más que pequeñas incursiones a la isla grande, pasó a convertirse, ante la dejadez del imperio español, en asentamientos permanentes. Poco a poco los franceses fueron extendiendo su influencia en la parte occidental de la isla, llegando a gobernarla de facto. A pesar de que los españoles seguían nominalmente siendo la potencia colonial de la isla, sin embargo, los franceses eran los dueños de lo que hoy se conoce como Haití.
En 1670, los franceses fundan su primera capital en La Española con el nombre de Cap Français, antecesora de la actual Cap Haitien. Ante esta situación, tolerada de facto por los españoles, Francia y España oficializan la cesión de la parte occidental de la isla a través del Tratado de Ryswick (20 de septiembre de 1697), naciendo así la colonia francesa de Haití (Rodríguez Demorizi, 1954: 127-132).
Ya en el año 1698, la «Compagnie de Saint Louis» obtiene una concesión por 30 años para desbrozar tierras, llevar a cabo un comercio de contrabando con las colonias españolas en América y para enviar a la colonia a 1.500 hombres blancos y 2.500 negros (Malo, 1825: 95-96).
Muy pronto la colonia se convirtió en una gran productora de caña de azúcar, café y cacao. La prosperidad se instaló en la isla. A mediados del S. XVIII se contabilizaban un total de 102.417 plantaciones entre cacao, caña de azúcar e índigo. La población en esa fecha ascendía a «14.000 habitantes blancos, cerca de 4.000 mulatos libres y 172.000 negros»(Malo, C., op. cit.: 98).
Jacques Houdaille (1973), investigador del Instituto de Estudios Demográficos de Francia en los años 70, en el artículo «Quelques données sur la population de Saint-Domingue au XVIIIe siècle» habla de una cifra de 406.000 esclavos en vísperas de la revolución.
Métraux (2003: 19), en su libro «Le vaudou haïtien», nos indica que los esclavos llevados a Haití provenían de la región del golfo de Benin, también conocido como la «costa de los esclavos». A través de la documentación de los barcos negreros y una comparación entre el vudú haitiano y el vudú que se practica en esa zona de África, el autor concluye que los esclavos provenían principalmente de Dahomey y de Nigeria, sin olvidar otros países como el Congo, Angola, Senegal, Guinea o Togo.
Estos datos nos permiten hacernos una idea sobre la prosperidad económica de la isla y del comercio que generaba. Una actividad económica de esta índole no podía mantenerse sin un flujo constante de mano de obra. En 1685, el rey Luis XIV publica el «Code Noir». Se trata de un decreto por el cual se pretende legislar sobre los esclavos de las islas de América. En su articulado se puede apreciar una regulación minuciosa de los esclavos en tanto que bienes muebles. Entre otros aspectos, se establece la necesidad de que sean bautizados e instruidos en la fe católica, se regula cuando puede realizarse el «mercadeo de negros», la obligación de alimentarlos o los casos en los que se les puede condenar a muerte (Code Noir, 1685: 81-101).
Dada la actividad económica generada en la isla, los gobiernos de Francia y España deciden abordar el trazado de fronteras entre ambas potencias coloniales. De este modo, el 3 de junio de 1777 firman en Aranjuez el «Tratado de límites en la isla de Santo Domingo, entre los reyes de España y Francia». Como complemento al mismo se firma el «Tratado entre los reyes de España y Francia sobre varios puntos de política y buena vecindad, entre los respectivos súbditos habitantes en la isla de Santo Domingo».
En este texto (Cantillo, A., 1843) se menciona el problema que representan para ambas potencias los negros cimarrones3. En este sentido, se acuerda la realización de batidas en las zonas montañosas y la entrega a la justicia de la nación que los capture (art. 7).
En la historia haitiana, el cimarrón François Makandal simboliza la lucha del esclavo africano contra la opresión francesa gracias a la guerra de guerrillas que sostuvo contra la potencia colonial (Boyce Davies, 2008: 645-646). Conocido como «El Mesías Negro», llevó a cabo una insurrección contra el poder blanco establecido que algunos consideran el preludio de la gran revuelta de esclavos de 1791 (Davis, 1997). La historia de este mito haitiano acabó de forma trágica en 1758 al ser quemado vivo en un acto público en Cap Français. Alejo Carpentier (2003), en su obra «El reino de este Mundo», nos narra entre otros acontecimientos las peripecias de este personaje.
Esta época se caracterizó por el pragmatismo en el ámbito internacional entre ambas potencias coloniales. Las relaciones cordiales y de cooperación mantenidas hasta ese momento llegaron a su fin en 1789 con el estallido de Revolución Francesa. El triunfo de la Revolución y la proclamación de la «Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano» hizo cambiar la situación de la noche a la mañana. España decidió aislarse en su lado de la isla, mientras que los colonos blancos franceses, al ver amenazado su modo de vida dependiente de una mano de obra gratis llevada a mano por esclavos, se negaron a reconocer la igualdad entre mulatos, negros y hombres blancos.
Los historiadores otorgan a la práctica del vudú una importancia central en el movimiento de independencia del país. El 14 de agosto de 1791, durante una ceremonia celebrada en «Bois Caiman», el sacerdote «Boukman» exigió la abolición de la esclavitud. Ocho días después la revuelta estalla. El saldo es de 1.000 blancos asesinados y 161 plantaciones de azúcar y 1.200 de café quemadas (Roupert, op. cit.: 92-101).
La práctica del vudú, que en un principio le sirvió al esclavo para mantener el vínculo con su tierra natal, se convirtió en el catalizador de la organización de las revueltas contra el colono francés. Tras la muerte de Boukman, Jean François y Biassou toman el relevo al frente de la revuelta. Las potencias rivales de Francia, en este caso España e Inglaterra, aprovecharon la oportunidad para tratar de debilitar a su rival ayudando de forma encubierta a los rebeldes (Marley, 1998: 351). Ante esta situación, Francia envía a la isla una comisión encabezada por Léger-Félicité Sonthonax para tratar de controlar la situación de la colonia. Su primera medida consistió en destituir al gobernador y establecer una comisión administrativa de doce miembros, de los cuales seis eran hombres de color.
En agosto de 1793 Sonthonax proclama la abolición de la esclavitud en la isla (Barcellini, 1990). Esta medida sería refrendada meses más tarde por la Convención Nacional a través del «Décret d’abolition de l’esclavage». De esta forma se estableció que
La esclavitud de los negros en todas las colonias queda abolida, y en consecuencia decreta que los hombres, sin distinción de color, domiciliados en las colonias son ciudadanos franceses y gozarán de todos los derechos asegurados por la constitución (Decret N° 2262, 1794).
Tras esta decisión, Toussaint Louverture decidió unirse a los republicanos y ayudar así a la metrópoli en su lucha contra los españoles y los ingleses. En pocos meses, y gracias al ejército de 20.000 negros que encabezaba, la situación dio un vuelco. Los colonos blancos empezaron a abandonar la zona de la isla controlada por los franceses ante el temor que les producía la nueva relación de fuerza con los ciudadanos de color.
En 1795, tras la firma en Basilea del «Tratado definitivo de paz concluido entre el Rey nuestro señor Carlos IV y la República Francesa» las relaciones entre Francia y España vuelven a los cauces diplomáticos. La Paz de Basilea estipuló que Francia se comprometía a restituir al rey de España todas las conquistas realizadas en sus estados durante la guerra, mientras que España cedía y abandonaba «en toda propiedad a la República francesa toda la parte española de la isla de Santo Domingo en las Antillas» (Art. IX, 1795). A partir de este momento la totalidad de la isla de La Española pasó a convertirse de iure en un territorio francés. Como recompensa por la ayuda prestada, Toussaint Louverture es nombrado general de división y vice-gobernador de la isla (Roupert, op. cit.: 117).
Poco a poco el comandante va deshaciéndose de los obstáculos que encuentra a su paso hasta hacerse dueño y señor de la isla. En 1798, actuando ya como gobernador, logra que los ingleses abandonen los puertos que ocupaban en Saint Domingue y unifica bajo un solo mando la antigua parte francesa de la isla (Cordero, 2005: 107-108).
Otrora paladín de las libertades de los esclavos negros, Louverture no duda en volver a instaurar prácticas propias de la época de la esclavitud. En 1801 va un paso más allá y proclama una nueva constitución para la colonia mediante la cual se proclama gobernador vitalicio.
Este hecho fue interpretado como una provocación por parte de la metrópoli. En agosto de ese mismo año Napoleón nombra al general Leclerc gobernador de Saint Domingue y manda una expedición militar contra la colonia. El antiguo gobernador vitalicio se moviliza y planta cara a los franceses, comenzando una nueva escalada de violencia entre Francia y su colonia. El pulso de fuerza entre Bonaparte y Louverture termina el 7 de junio de 1802 con el arresto de este último, la incorporación de las fuerzas rebeldes al ejército francés y su muerte en prisión el 7 de abril de 1803 (Service historique de la Défense, 2021).
Tras la ley aprobada el 20 de mayo de 1802, por la cual se restablecía la esclavitud en las colonias de Martinica, Tobago y Santa Lucía, y ante el miedo a que fuera restablecida en Saint Domingue, la situación se vuelve a tensar. Ese mismo año estalla una nueva revuelta liderada por Alexandre Pétion. A pesar de ser de los últimos en unirse, Jacques Dessalines no tarda en hacerse con el liderazgo de los insurgentes. En mayo de 1803, tras reunirse los oficiales del ejército haitiano en Archaie, se nombra a Dessalines comandante en jefe del ejército insurrecto. Fue precisamente en este conclave donde nació la bandera haitiana. Cuentan los libros de historia, que Dessalines cogió una bandera francesa y arrancó el blanco de la misma, ya que lo asociaba al colonialismo del hombre blanco, para después ordenar que se cosieran únicamente los colores rojo y azul (Bellegarde, Lherisson, 1906: 65).
En noviembre de 1803 se produce la batalla que finalmente provocará la expulsión de los franceses de la isla. Con el fin de evitar que Dessalines llegara a Cap-Français, las tropas francesas se congregaron en el fuerte de Vertières, una posición en lo alto desde la que esperaban cortar el avance de los insurgentes, pero no pudieron hacer nada frente a los 27.000 hombres que habían sido desplegados alrededor de la ciudad (De Cauna, 2009: 177).
Los franceses perdieron la batalla y con ella la guerra. Tras la marcha de los franceses, Dessalines devolvió a Saint-Domingue su nombre indio de Haití (Ayití) y proclamó la República el 1 de enero de 1804. Había nacido la primera República negra de la historia (Janvier, 1977: 30-41).
LA PRIMERA REPÚBLICA NEGRA DEL MUNDO
El día de la proclamación de la independencia, los generales reunidos pidieron a Jean-Jacques Dessalines que adoptara el título de gobernador vitalicio (Bellegarde, Lherisson, op. cit.: 77). Napoleón acababa de ser nombrado emperador, ante lo que Dessalines, que no se consideraba menos que Bonaparte, optó por proclamarse emperador de los haitianos con el nombre de Jacques I.
Ante el temor de un retorno del ejército francés a la isla, Jacques I impone un régimen draconiano basado en la militarización de la población. La única riqueza que le quedaba a Haití era la agricultura. Los mulatos habían ocupado el hueco dejado por los blancos en la clase social haitiana, mientras que los negros se veían obligados a trabajar en las plantaciones (Beckles, Shepherd, 2006: 4).
Nadie estaba contento. La población negra deseaba una reforma agraria que le permitiera ser propietarios de parcelas de tierra, mientras que la clase dirigente mulata temía que se llevara a cabo un control exhaustivo de los títulos de propiedad de sus tierras que les hiciera perder lo que se habían apropiado por una política de hechos consumados. Los mulatos empezaron a mostrar signos de inquietud, temiendo perder las prebendas heredadas de los blancos. En 1806, como consecuencia de una insurrección mulata liderada por Pétion, Dessalines morirá asesinado en una emboscada en Pont Larnage (Dayan, 1995: 27-33).
Tras el asesinato del emperador, se estableció un clima de incertidumbre en la isla. Los antiguos colonos españoles de la parte oriental de Saint Domingue aprovecharon esta situación para levantarse en armas contra los últimos franceses que quedaban en La Española y derrotarlos en la batalla de Palo Hincado el 7 de noviembre de 1808. El 10 de julio de 1809, ayudados por la presión ejercida por el ejército británico, salían los últimos franceses del Santo Domingo español. Aprovechando esta situación, las autoridades dominicanas proclamaron la restauración de la antigua colonia española y su sometimiento a la autoridad de España (Cruz, 1999: 51).
La república de Haití volvía, de facto, a circunscribirse a la parte occidental de la isla. Poco o nada pudieron hacer las autoridades haitianas ya que, ni Francia ni ningún otro país, reconocían la independencia de la antigua colonia. Esta situación les impedía, por lo tanto, entablar relaciones con ni ninguna otra nación que hubiera podido prestarles apoyo. Además, al proclamar su independencia, España entendió que las estipulaciones contenidas en la Paz de Basilea quedaban sin efecto.
LA BICEFALIA HAITIANA Y SU REUNIFICACIÓN
Tras la muerte del emperador, y ante la falta de un líder que fuera capaz de aunar los intereses de la población de Haití, el país acabó dividiéndose entre negros y mulatos.
En diciembre de 1806 la Asamblea Nacional elige a Henry Christophe presidente de la República y proclama una nueva Constitución que limita los poderes del jefe del Estado. Christophe lo considera una provocación y, no solo rechaza el nombramiento, sino que moviliza a sus tropas para sitiar Puerto Príncipe, lugar donde se encuentra la Asamblea. Los diputados, lejos de amedrentarse, envían a su encuentro a las tropas al mando del general Pétion. El general no solo derrota a Christophe, sino que lo hace batirse en retirada y replegarse al norte del país. (Janvier, op. cit.: 49-73)
Una vez en la provincia del norte, Henry Christophe organiza su propio gobierno que lo nombra presidente vitalicio con plenos poderes. En marzo de 1811 se hace proclamar rey de Haití bajo el nombre de Henri I. Dominado por la excentricidad y la ira, el pueblo se fue hartando de él. Su reinado finalizó el 8 de octubre de 1820 cuando, acosado por los militares, se suicida (Roupert, op. cit.: 205).
Tras la negativa de Christophe a asumir el cargo de presidente de la República, el Senado se decanta por el general Pétion como primer magistrado y presidente de la República. El gobierno de Pétion, se caracterizó por la redistribución de parcelas de tierra, lo que le dio una gran popularidad. En el ámbito de las relaciones internacionales, cabe destacar la apuesta que realizó por promover los procesos de independencia en las Américas y contribuir a la abolición de la esclavitud. Muestra de ello es el apoyo que se dio al entonces fugitivo Simón Bolívar en 1815 al proporcionarle asilo y armamento a cambio de la promesa de abolir la esclavitud en caso de que triunfara la revolución (Rumazo, 2006: 150).
Pétion sería reelegido en otras dos ocasiones, en 1811 y en 1815. En 1816 procedió a reformar la Constitución para reafirmar el principio de separación de poderes, y nombrarse presidente vitalicio (Janvier, op. cit.: 49-73). Falleció el 29 de marzo de 1818 a los 48 años de edad.
A Pétion le sucedió el comandante de su guardia Jean-Pierre Boyer. En 1820, aprovechando la insurrección militar contra el rey Henry I, las tropas de Boyer invadieron el norte logrando la unificación de la República (Dalencour, 1944). En 1821 tuvo lugar la ruptura definitiva del Santo Domingo español con la metrópoli, lo que la llevó a proclamar su independencia con el nombre de República Dominicana. Boyer, en desacuerdo con esta decisión, invocó la indivisibilidad de la isla y tomó Santo Domingo el 9 de febrero de 1822. (Cruz, 1999: 53-54). La ocupación de la República Dominicana por Haití conllevó la abolición de la esclavitud en toda la isla al entrar en vigor la Constitución haitiana de 1816 que proclamaba en su artículo primero: «Il ne peut exister d’esclaves sur le territoire de la République; l’esclavage y est à jamais aboli».
Como consecuencia de la política de hechos consumidos, Francia finalmente se presta a reconocer a Haití como un país independiente en 1825. A cambio de este reconocimiento, el rey francés Charles X solicita el pago de una indemnización de 150 millones de francos a pagar en 5 años (Benoit, 1978: 80). Como ha defendido este autor en diferentes ocasiones, esta carga financiera lastrará el devenir de Haití hasta la época actual (Feo, Tesis doctoral, 2015).
El gobierno de Boyer no solamente consiguió reunificar la isla bajo un solo poder y abolir la esclavitud en la República Dominicana, sino que logró uno de los hitos más importantes de la historia de Haití: el reconocimiento de su independencia por la antigua potencia colonial. Este hecho desembocó en que el resto de países siguieran el camino marcado por la antigua metrópoli.
En 1843 Boyer es apartado del poder por Charles Rivière Hérard, circunstancia que aprovecharon los rebeldes dominicanos para proclamar, unos meses después, la independencia de la República Dominicana (Cruz, op. cit.: 59).
EL CAOS HAITIANO: 1843-1915
El año 1843 marca el inicio de una etapa caótica de la historia de Haití. Durante este periodo se aprobaron ocho Constituciones, siendo el tiempo medio de mandato de los cuatro presidentes de la República inferior al año.
El Sr. Hérard sucedió a Boyer en el poder en abril de 1843 pero se vio obligado a dimitir en mayo de 1844. Su sucesor, Philippe Guerrier, falleció en abril de 1845 y fue sustituido por Jean Louis Pierrot hasta marzo de 1846, fecha en la que dimitió. A Pierrot lo relevó en el cargo Jean-Baptiste Riché hasta febrero de 1847.
El 1 de marzo de 1847 juró el cargo Faustin Soulouque. Soulouque emprende una cruzada con 15.000 hombres para reconquistar la República Dominicana. Avanza sin demasiados problemas ganando batalla tras batalla, pero en un momento dado, cuando parecía que tenía todo a su favor da la orden de retirarse y vuelve a Puerto Príncipe. De acuerdo con Roupert (2011), esta actitud se debió a que Faustin pensaba que se estaba urdiendo un complot para derrocarle.
El 25 de agosto de 1849, Faustin Soulouque se proclamó emperador con el nombre de Faustin I. Durante su reinado fracasó una segunda vez en el intento de recuperar la República Dominicana y fue acusado de represaliar brutalmente a los mulatos (Alaux, 1859: 341-392). En 22 de diciembre de 1858, una insurrección liderada por Fabre Geffard lo derrocó, forzando su exilio el 15 de enero de 1859.
Durante su gobierno Haití vivió una época de prosperidad, negoció un concordato con el Vaticano y consiguió que el país fuera reconocido por los Estados Unidos en 1862. Tras diversos complots para derrocarle, Geffrard dimitió en marzo de 1867.
De acuerdo con la prensa de la época (NYT, 1867), el 16 de junio de 1867 Sylvain Salnave es elegido presidente de la República. El New York Times, en un artículo publicado meses más tarde, se hace eco de las dificultades de Salnave para gobernar como consecuencia de la deserción de parte del ejército al bando revolucionario (NYT, 1868). Se sabe que el 28 de enero de 1870 Salnave huyó del Palacio Nacional tras un intento de atentado. Fue apresado en el departamento del sur, trasladado a Puerto Príncipe y condenado a muerte por un tribunal revolucionario.
El siguiente en ocupar el cargo fue Nissage Saget. Elegido presidente el 19 de marzo de 1870 (NYT, 1870), fue capaz de cumplir el término de su mandato y ceder el poder a Michel Domingue sin morir en el intento.
En mayo de 1875 el presidente sufrió un intento de asesinato y decretó la ley marcial en Puerto Príncipe (NYT, 1875). Un año después de asumir el cargo dimite y le sucede Pierre Théoma Boisrond-Carnal hasta su dimisión en julio de 1879. Joseph Lamothe fue el siguiente en ocupar el sillón presidencial durante tres meses, pasados los cuales cedió el relevo a Louis Salomon tras ganar, este último, las elecciones celebradas en octubre de ese año.
A partir de este momento se inicia un periodo de estabilidad que dura hasta mediados de 1888. Salomón creó el Banco Nacional de Haití y retomó el pago de la deuda a Francia por el reconocimiento de Haití. El 16 de diciembre de 1888 es derrocado por François Denys Légitime quien, traicionado por sus generales, se ve obligado a exiliarse en agosto de 1889.
Florvil Hyppolite, que había sucedido en octubre de 1889 al presidente interino Monpoint Jeune, es otro raro ejemplo de longevidad en el cargo en este periodo convulso de la historia haitiana hasta que en marzo de 1896 muere de un ataque al corazón. Tirésias Simon Sam se convierte en el nuevo presidente en marzo de 1896. Fue obligado a exiliarse en mayo de 1902.
Entra en escena Pierre Nord Alexis, elegido en diciembre de 1902. En el puesto hasta diciembre de 1908, Alexis pasará a la historia de Haití por adoptar el actual himno del país4 y su animadversión hacia el “extranjero invasor” (Marcelin, 1905: 10).
De diciembre de 1908 a agosto de 1911 es Antoine Simon el nuevo inquilino del palacio Presidencial. Catherine Roupert (2011: 216) en su libro “Histoire d’Haïti. La première république noire du nouveau monde”, lo califica de «tirano de opereta» y lo describe como un inepto en la toma de decisiones. Como les pasó a sus predecesores, se tuvo que enfrentar a una insurrección que le obligó a exiliarse.
Cincinnatus Leconte llega al poder en agosto de 1911. En agosto de 1912 muere víctima de una explosión en su residencia presidencial (Fearon, Laitin, op. cit.; 7-8). Tancrède Auguste es el siguiente. Permanece en el puesto de agosto de 1912 hasta mayo de 1913 cuando muere por causas naturales.
Entre mayo de 1913 y julio de 1915 se produce una avalancha presidencial. Michel Oreste, Oreste Zamor, Davilmar Théodore y Vibrun Guillaume Sam ocupan el cargo.
LA OCUPACIÓN DE HAITÍ POR LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA: 1915-1934
El 2 de julio de 1915 el buque de la armada estadounidense Washington, comandado por el almirante Caperton, llegó a Cap Haitien con la misión de impedir que la revuelta iniciada por el antiguo Ministro del Interior del gobierno de Davilmar Théodore se extendiera (Beach, 1915).
De acuerdo con Beach (1915), tras enterarse Caperton que el presidente Sam había ordenado la ejecución de unos 160 prisioneros políticos como represalia al ataque llevado a cabo por opositores al palacio nacional, ordenó el desembarco en Puerto Príncipe de 330 marines con el fin de a la población civil. A raíz de esta intervención, el ejército norteamericano asumió, no solo el control civil y militar del país, sino el de todas las decisiones que se adoptaron en el ámbito de su política interior y exterior. De esta forma, Haití pasó a convertirse en un Estado satélite sometido a los intereses americanos gracias al derecho de veto que se reservaron los representantes estadounidenses in situ respecto de toda decisión gubernamental y administrativa que se quisiera implementar por parte del gobierno.
En agosto de 1915 Sudre Dartiguenave es elegido presidente por un periodo de siete años. Ese mismo año, la República de Haití y los Estados Unidos firman un Tratado por el cual los americanos se comprometen a mantener el orden y reordenar las finanzas del país. En realidad, nos encontramos ante una cesión de la soberanía nacional en la que los Estados Unidos de América se dotaron de los instrumentos jurídicos necesarios para conseguir sus objetivos (Greene, 1989: 280).
El 19 de junio de 1918 (Assemblée Nationale, 1918) se aprueba una nueva Constitución en la cual se habla abiertamente de ocupación militar por parte de Estados Unidos. En concreto, el «Article Spécial» establece que todos los actos del gobierno de los Estados Unidos durante su ocupación militar de Haití serán ratificados y validados.
Según explica Anne Greene (1989) en su informe de la Biblioteca del Congreso sobre Haití «The United States Occupation 1915-1935», la adopción de esta Constitución estuvo rodeada de polémica. El presidente Dartiguenave tuvo que disolver en 1917 la legislatura tras negarse los miembros de su ejecutivo a aprobar esta norma autorizada por los Estados Unidos. Ante este panorama, el presidente haitiano tuvo que recurrir a un referéndum que se saldó con 98.225 votos a favor de aprobar la Constitución y 768 en contra.
La lucha de clases entre mulatos y negros continuó durante la ocupación americana. Si por un lado los mulatos apoyaban la ocupación, los negros la rechazaban y profesaban un nacionalismo radical (Roupert, op. cit.: 219). Una muestra del control que ejercían los Estados Unidos sobre la política exterior haitiana es el hecho de que, el 13 de julio de ese mismo año, Haití declarara la guerra a Alemania (NYT, 1918). Sin embargo, para los dirigentes norteamericanos los haitianos no dejaban de ser esclavos que habían alcanzado su independencia, lo que suponía un precedente peligroso para la política de esclavitud que llevaban a cabo en su propio territorio. Esta actitud racista y prepotente derivó en la unión de negros y mulatos contra el ocupante extranjero sin que la misma supusiera grandes cambios.
Hubo que esperar hasta la Gran Depresión de 1929 para que la política de los Estados Unidos hacia Haití cambiara radicalmente. El presidente estadounidense Herbert Hoover se ve obligado a centrarse en los problemas internos de los americanos, por lo que empieza a preparar la salida de sus tropas.
Sin embargo, será bajo la Presidencia de Franklin Roosevelt cuando finalmente se produzca la retirada de las tropas americanas. El 7 de agosto de 1933 se firma el acuerdo entre el gobierno haitiano y las autoridades americanas para la desocupación del territorio (Charles, 1971: 712). El último contingente americano abandonó la isla en agosto de 1935, aunque no se cedería el control de las finanzas hasta 1947 (Buss, 2008: 24).
La ocupación americana tuvo sus efectos positivos. Durante este periodo se produjo una modernizaron de las infraestructuras, se instaló un sistema telefónico, se mejoraron las condiciones de salud y se estabilizaron las finanzas del país (US Senate, 1922). La ocupación americana también intentó, sin éxito, erradicar la práctica del vudú al considerarla un obstáculo para el progreso del país (Joint, 1999: 786).
EL GOBIERNO DE PAPA DOC
En septiembre de 1957 François Duvalier, conocido como «papa Doc», accede a la presidencia de Haití tras ganar las elecciones celebradas al efecto. (Time, 1957).
Terry Buss, autor del libro Haiti in the Balance: Why Foreign Aid Has Failed and What We Can Do about It, afirma que los Estados Unidos financiaron oficialmente la campaña electoral de François Duvalier, al creer que el hecho de haber estudiado medicina en la «University of Michigan Medical School» lo convertía en un reformista proclive a compartir los intereses norteamericanos (Buss, op. cit.: 25).
Duvalier, consciente de que para mantenerse en el poder necesitaba rodearse de gente de su confianza, decide iniciar una remodelación de los altos estamentos del Estado. En 1958 cambia a toda la cúpula del ejército. Ese mismo año, tras sobrevivir a un intento fallido de asesinato, crea los Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN), más conocidos como los «tontons macoutes» (Heinl, R. D. y Heiln, N. G., Written in Blood, 2005).
Graham Greene (1991), en su obra «The Comedians» nos describe, en clave de novela, los comportamientos y métodos brutales empleados por los «tontons macoutes» durante el régimen de François Duvalier.
Estas milicias encontraron su caldo de cultivo entre las clases más desfavorecidas de la sociedad haitiana. Circunstancias como que cualquier persona con independencia de su clase social pudiera ser miembro y que no existiera discriminación por razón de sexo5 supusieron un acicate para la expansión los VSN (Roupert, op. cit.: 229). Simplemente se necesitaba un padrino que ya fuera integrante de las milicias, unas gafas de sol de pera y un machete. Conforme se fueron consolidando, el hecho de que la pertenencia a las milicias permitiera promocionar a nivel político conllevó un aumento de las incorporaciones en aquellos segmentos de la población que buscaban un ascenso, cobrando especial relevancia en las clases medias. Estas milicias llegaron a ser tan populares que superaron en número a los efectivos del ejército haitiano (López-Accotto, González, 2009: 27).
Ejerciendo de guardia pretoriana de Duvalier, los «tontons macoutes» fueron conocidos por el uso indiscriminado de la violencia amparada por el régimen. Miles de haitianos fueron torturados, asesinados o hechos desaparecer. Algunos investigadores como David Aponte consideran que se pudieron llegar a producir hasta 60.000 asesinatos (Aponte, 2010).
Los VSN estaban bajo la dirección de Luckner Cambronne, hombre de confianza de Duvalier y uno de los más temidos del país. Cambrone era conocido como el «Vampiro del Caribe», apodo que se ganó gracias al negocio de exportación de sangre de donantes haitianos a hospitales estadounidenses y extranjeros, así como por la venta de cadáveres haitianos a diferentes escuelas de medicina (Davison, 2006).
Papa Doc fue deshaciéndose poco a poco de toda organización que pudiera suponer un contrapeso a su poder. En primer lugar, convocó a todos los sacerdotes y sacerdotisas de vudú y les hizo saber que a partir de ese momento él era el jefe de supremo de todos ellos y que esta religión estaba desde ahora al servicio del régimen. Suprimió los sindicatos, las asociaciones, prohibió las reuniones de estudiantes y echó al clero católico de Haití (Amnesty International, 2011.
Papa Doc, en tanto que representante de la clase negra y defensor de los pobres despreciaba los mulatos. Esta inquina le llevó a implementar medidas para que no alcanzaran cuotas de poder. Obsesionado con poner fin a la influencia extranjera, decretó la expulsión de curas católicos franceses, acto que le valió la excomunión en 1966 (López-Accotto, González, op. cit.: 27).
A pesar de este comportamiento despótico y dictatorial, Papa Doc supo jugar sus cartas en el ámbito internacional. Con un discurso marcadamente anticomunista, logró el apoyo de los Estados Unidos durante la Guerra Fría. A finales del año 1961, los Estados Unidos habían aportado a las arcas haitianas un total de 40,4 millones de dólares. Fomentando el miedo a una expansión comunista en Haití, Duvalier supo manipular al gigante americano para que no se cerrara el grifo de dinero (Buss, op. cit.: 26).
Duvalier convocó elecciones el 30 de abril de 1961. El resultado anunciado por el régimen, ante el estupor generalizado de la comunidad internacional, fue la reelección de Duvalier con un resultado de 1.320.748 votos a favor y ninguno en contra (Nohlen, 2005: 389).
La vulneración de los derechos humanos en el país iba de mal en peor. En octubre de 1962, la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos solicitó permiso al régimen para visitar Haití. Ante la insistencia, el Ministro de Asuntos Exteriores les comunicó que no podía tolerarse una misión de esas características ya que representaría una vulneración de la soberanía haitiana (Heinl y Heiln, 2005: 563-570).
En 1962, y ante la sorpresa de los delegados norteamericanos, el representante haitiano en la reunión de los Ministros de Exteriores de la Organización de Estados Americanos celebrada en Punta del Este, realizó un alegato a favor de Fidel Castro. Esta circunstancia hubiera podido considerarse anecdótica de no ser por el hecho de que el voto de Haití era imprescindible para lograr la mayoría que necesitaba Estados Unidos para expulsar a Cuba de la organización. Hay una anécdota que cuenta que la secretaria del representante americano pasó la siguiente nota de gastos correspondientes al día 28 de enero: Desayuno: 2,25$; Comida con el Ministro Haitiano de Asuntos Exteriores: 2.800.000$. Curiosamente, unos días después Washington aprobaba un préstamo de 2,8 millones de dólares destinados al aeropuerto de Puerto Príncipe (Heinl y Heiln, op. cit.: 565).
A raíz de este conato de desplante, los Estados Unidos fueron desmantelando progresivamente todos los programas de ayuda en el país. Esta decisión provocó un deterioro de la situación en Haití que fue aprovechada por grupos de exiliados haitianos para realizar tres intentos de invasión entre 1968 y 1970 (Buss, op. cit.: 26).
El 21 de abril de 1971 moría Papa Doc, no sin antes haber dejado atada su sucesión a su hijo Jean Claude mediante una enmienda constitucional. El gobierno de François Duvalier representa uno de los episodios más negros de la historia haitiana.
Una dictadura de corte familiar: Jean Claude Duvalier
Jean Claude Duvalier, conocido como Baby Doc, accedió al poder a la edad de 19 años. Su padre, antes de morir, enmendó la Constitución para bajar la edad mínima con la que se podía acceder a Presidencia de la República a los 18 años. Una vez salvado este escollo jurídico, nombró sucesor a su hijo Jean Claude y lo sometió a referéndum. Una vez más, ante el estupor de la comunidad internacional, el resultado anunciado por el régimen fue de 2.391.916 votos a favor y ninguno en contra (Roupert, op. cit.: 249).
Baby Doc continuó ejerciendo una dictadura represiva en la que mantuvo el legado de su padre a través de una política basada en el miedo, la represión y la vulneración sistemática de los derechos humanos (OEA, 1979). A pesar de que durante la década de los 70 y principios de los 80, el país sirvió de laboratorio para un nuevo modelo de ayuda internacional en el cual numerosas agencias extranjeras y organismos internacionales desembarcaron en Haití, la situación de la población haitiana, no mejoró. (World Bank, 1981).
Poco a poco la hambruna se fue extendiendo por el país a la par que el régimen se enriquecía. El hecho de no haber llevado a cabo una modernización de los métodos de cultivo provocó que la explotación de la tierra fuera cada vez más improductiva. Además, la ayuda alimentaria que llegaba del exterior era controlada por la milicia que la convirtió en un negocio muy lucrativo. Esta situación se vio agravada por la sequía que se produjo en 1977. Autores como Roupert (2011) sostienen que esta hambruna pudo llegar a afectar a unas 950.000 personas.
En el ámbito internacional, la Comunidad del Caribe desestimó la solicitud de entrada de Haití realizada en 1974. Casi una década después, Juan Pablo II visitó Haití y solicitó públicamente que cambiara la situación del país, lo que supuso la antesala a las revueltas que se produjeron entre 1985 y 1986 (Manigat, 2013: 33).
El 7 de febrero de 1986 Baby Doc, tras dejar Haití en una situación catastrófica, abandonó el país camino de Francia. Se estima que antes de que la familia presidencial abandonara el país esta había transferido fuera de Haití un total de entre 100 y 250 millones de dólares (La Vanguardia, 2011).
LA TRANSICIÓN A LAS PRIMERAS ELECCIONES DEMOCRÁTICAS
El mismo día de la marcha de Baby Doc, una Junta militar se hace con el gobierno del país. El «Conseil National de Gouvernement», de la mano del general Henry Namphy, se presenta a la población. Su misión es lograr una transición pacífica que culmine con la elección de un civil como presidente de la República en unas elecciones libres (Buss, op. cit.: 28).
El 29 de marzo de 1987 se convoca un referéndum en el que se aprueba una nueva Constitución (Roupert, op. cit.: 203). El 12 de julio el padre Jean Bertrand Aristide pronuncia una homilía criticando el imperialismo americano y el ejército burgués. Ese mismo año la Junta militar convoca unas elecciones que ella misma boicotea por temor a perder el poder. El 28 de noviembre, un día antes de la fecha prevista para las elecciones, el ejército toma las calles. Ante esta situación de inseguridad, el Consejo Electoral Provisional (CEP) se muestra incapaz de asegurar unas elecciones democráticas sin incidentes (González; Manero, 2011: 55-56).
La tarde del 29 de noviembre el general Namphy anuncia un aplazamiento electoral que provoca que la comunidad internacional bloquee cualquier ayuda al país. Sometido a una, Namphy reconsidera su decisión y convoca elecciones presidenciales para enero de 1988 que ganaría el profesor Leslie Manigat. El 20 de junio de ese mismo año los militares lo arrestan y lo expulsan a la República Dominicana tras haber destituido del cargo al general Namphy (El País, 1988). Tres meses después, Prosper Avril, general del ejército haitiano lidera un golpe de estado contra Namphy y logra mantenerse en el poder hasta 1990 (Alda, 2005: 36).
Incapaz de controlar el tráfico de drogas y la violencia que sacude el país Avril se ve obligado a exiliarse a los Estados Unidos. Su mandato no estuvo exento de polémica. En 1994, el «United States District Court, S.D. Florida» le condena a pagar una indemnización de 41 millones de dólares por las torturas llevadas a bajo su régimen (District Court, S.D. Florida, 1994).
Lo sustituye de forma interina la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Ertha Pascal-Trouillot que convoca elecciones para el 16 de diciembre de 1990. Jean Bertrand Aristide, líder del partido Lavalas, y antiguo sacerdote de los pobres, gana las elecciones en la primera vuelta con un 70% de los votos a favor (Buss, op. cit.: 29). Haití había conseguido, por primera vez desde su independencia, llevar a cabo unas elecciones libres y democráticas.
CONCLUSIONES
A raíz de la investigación presentada, el autor considera que ha quedado probada la hipótesis planteada respecto del hecho de que la incapacidad institucional de Haití para consolidar un sistema democrático basado en la alternancia política tiene sus raíces en la inestabilidad institucional congénita que se manifiesto desde el día siguiente a su declaración de independencia.
A esta situación hay que añadirle la circunstancia de que el territorio nacional de Haití ha sido escenario del despliegue de fuerzas extranjeras en diferentes periodos de su historia moderna6, por lo que resulta pertinente constatar que el país se enfrenta a una serie de obstáculos que no ha sido capaz de superar de forma satisfactoria a lo largo de los años.
La coyuntura presentada a lo largo del presente artículo ha abocado al país a una situación de crisis permanente que impide que las estructuras estatales sean capaces de asegurar las necesidades básicas de la población y, por lo tanto, su propia estabilidad interna. Este hecho guarda una relación directa con la mencionada incapacidad de la administración haitiana de consolidar un sistema de poder basado en la democracia y la alternancia política. En este sentido, este autor defiende que, en tanto la población no aprecie que se está produciendo una mejora de sus condiciones de vida, existirá una desafección social hacia los principios e instituciones democráticas.
Es innegable la importancia que tiene el fomentar y desarrollar las capacidades y recursos necesarios para que la población pueda expresarse libremente a la hora de unas elecciones. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando una persona no tiene aseguradas unas mínimas condiciones de vida para su familia sus prioridades principales se trasladan a asegurar esas necesidades básicas.
AGRADECIMIENTOS
Esta investigación ha contado con el apoyo económico de la Universidad Internacional de Valencia – VIU a través del proyecto de investigación PII2024_132.
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1 A efectos del presente artículo, el autor ha seguido la terminología empleada por los diferentes documentos y obras consultadas de cara a dotarlo del mayor rigor académico posible, en particular los términos “mulato” y “negro” para referirse a la población de Haití hasta cierta fecha. Para la confección del presente artículo se ha tomado como base la información de la Tesis doctoral de este autor defendida en el año 2015.
2 Toda la información referente al viaje de Cristóbal Colón ha sido extraída del Diario de abordo escrito por él mismo.
3 Esclavos fugados y refugiados en las montañas.
4 La Dessalinienne
5 Algunas secciones llegaron a tener una cuota de hasta el 15% de mujeres.
6 1915-1933, 1994-2000 y 2004-2017. A fecha de la redacción del presente artículo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debatía y aprobaba el envío de una nueva fuerza multinacional a Haití liderada por Kenia.