Afganistán: un conflicto permanente. Factores y dinámicas para entender una guerra interminable (Ediciones TREA, 2022), de José Miguel Calvillo Cisneros
Alfredo Crespo Alcázar
Universidad Nebrija
En Afganistán: un conflicto permanente. Factores y dinámicas para entender una guerra interminable, el Doctor José Miguel Calvillo nos propone una obra oportuna y rigurosa cuyo objeto de estudio, Afganistán, congregó la atención de la opinión pública mundial a partir de 2001, debido a que en su interior se cobijaba a Al Qaeda, organización terrorista que perpetró los atentados del 11-S. Como el lector recordará, a partir de ese instante, “vocablos” como talibán o Bin Laden monopolizaron la agenda de gobiernos y de organizaciones internacionales.
En efecto, esto se tradujo, simplificando, en el desarrollo de una intervención militar en Afganistán, liderada por Estados Unidos, acompañada de una notable labor de ayuda humanitaria cuyo destinatario fue la población afgana. Sin embargo, si nos situamos en el momento presente, vemos un país gobernado (otra vez) por los talibanes y en el que no hay rastro de presencia occidental.
Todo ello nos lleva a formularnos una pregunta, ¿qué ha ocurrido para que estemos de nuevo en una suerte de 10 de septiembre de 2001? La respuesta la encontrarán en la obra que tenemos entre manos, cuya autoría corresponde a una de las voces más autorizadas para hablar de Afganistán como es el profesor Calvillo Cisneros. Éste, a lo largo de casi 300 páginas, en las que el rigor científico permea por todas ellas, nos acerca la realidad pasada, presente y futura de un país que parece olvidado.
En este sentido, el autor estructura la obra de manera coherente, optando por una exposición cronológica, lo que le permite explicar los rasgos más sobresalientes de la historia de Afganistán. Al respecto, sobre esta última cuestión, subraya una idea clave: “construir un Estado soberano y estable sin un sentimiento identitario y unos valores mínimos transversales a las diversas etnias que habitan el país es una labor compleja, por no decir, imposible” (p. 46). En íntima relación con este argumento sobresale otro: toda potencia (británicos, soviéticos y norteamericanos) que ha tratado de conquistar Afganistán ha fracasado. Asimismo, los intentos por modernizar el país vía constitucional tuvieron idéntico resultado durante el siglo XX.
La suma de estos acontecimientos, culminada con la invasión soviética de 1979, colocó a Afganistán en el centro de la atención mundial en la década de los años 80 de la pasada centuria. La agresión de la URSS fue respondida por los muyaidines, con la inestimable colaboración encubierta de Pakistán, Arabia Saudí y Estados Unidos, a través de una guerra de guerrillas que provocó la retirada soviética: “una vez las tropas abandonan Afganistán el 15 de febrero de 1989, la anarquía reina y este escenario es el caldo de cultivo perfecto para que las redes del crimen internacional, los señores de la guerra y los grupos terroristas se muevan sin ningún tipo de control” (p. 69). En efecto, el país lejos de estabilizarse entró en una vorágine destructiva, frente a la absoluta inacción de la comunidad internacional.
En tal escenario, emergió un actor hasta entonces poco conocido: los talibanes. Este grupo, caracterizado por sus credenciales liberticidas, se hizo con el control de casi todo el territorio, además de convertirse en el anfitrión de Al Qaeda. Esta organización terrorista ya había situado a Estados Unidos en su punto de mira, como certificaron los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania en 1998. Al respecto, el autor refleja con precisión el escenario resultante: “los principales líderes de Al Qaeda, con Osama Bin Laden a la cabeza, encontraron en el Afganistán liderado por el mulá Omar el cobijo y la protección necesaria y, además, la base de operaciones perfecta para organizar los atentados terroristas contra los intereses occidentales, principalmente contra Estados Unidos. Podemos decir que Osama Bin Laden era un líder sin país y Afganistán un país sin líder” (p.83).
A partir de ahí, la historia resulta más conocida: atentados del 11-S, negativa de las autoridades afganas a extraditar a Bin Laden e intervención militar de Estados Unidos marcada por unas expectativas que, si bien todos las suscribimos, se hallaban alejadas de la realidad. En efecto, Washington, a través de la operación Libertad Duradera intentó transformar a Afganistán en una democracia liberal. Sin embargo, para alcanzar tal meta prescindió de la historia más reciente.
Aún con todo ello, José Miguel Calvillo pone en valor que la presencia norteamericana y la implicación de la comunidad internacional a través, por ejemplo, de las operaciones lideradas por la OTAN, generó evidentes mejoras para el pueblo afgano. Así, las mujeres adquirieron visibilidad, las minorías religiosas recibieron protección, se incrementaron los índices de alfabetización y se redujo la mortalidad.
Todo ello se logró en un escenario de violencia terrorista perpetrada por los talibanes que ensombreció los avances mencionados, ocasionando en última instancia un hartazgo en la sociedad norteamericana, resultado del cual, primero Trump y luego Biden, optaron por la retirada en 2021. Las bases de este abandono quedaron sentadas en el ignominioso Acuerdo de Doha, suscrito por Washington con los talibanes y no con el gobierno legítimo afgano. En palabras del autor: “una guerra interminable, donde las pérdidas eran mayores que los beneficios, ha sido el motivo por el cual Estados Unidos ha decidido abandonar Afganistán para poder concentrar sus energías y capacidades en otros escenarios donde su hegemonía pueda correr más riesgos” (p. 223). Lo que a continuación se produjo fue ese retorno vertiginoso al poder de los talibanes, ante la incomparecencia de las fuerzas armadas afganas.
Llegados a este punto, encontramos una de las partes de más valor de la obra. En efecto, el profesor Calvillo Cisneros disecciona el Afganistán de hoy en día, esto es, un país donde el terrorismo está más activo que nunca, ante la incapacidad talibana para doblegarlo. Junto a ello, enumera otros aspectos preocupantes a los que Occidente concede atención sólo retórica: el desamparo en el que se encuentran las mujeres y minorías religiosas como los hazaras, sin olvidar los dilemas de seguridad que afrontan potencias regionales, como China y Rusia, cuyas relaciones con Kabul han incrementado, sin que se aprecie en aquella referencia alguna a los derechos humanos.
En conclusión, una obra rigurosa y de obligada lectura para todos aquellos interesados en asuntos relativos a la seguridad, la geopolítica y las relaciones internacionales. José Miguel Calvillo recupera para Afganistán el protagonismo que tuvo hasta 2021, subrayando las consecuencias negativas que puede tener en el presente olvidar un pasado no tan remoto.
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